Xole ARAMENDI
Udate

Hierbas para la cocina, el botiquín y la huerta

La época estival puede ser propicia para dar los primeros pasos en el cultivo y el uso de plantas aromáticas. Jabier Herreros ha publicado una guía práctica que nos puede resultar útil. El libro «Hierbas para comer, beber, sanar y amar», editado por Txertoa, incluye ochenta recetas adecuadas para utilizar tanto en la cocina, en el botiquín de casa, como en la huerta. Manos a la obra.

Las recetas propuestas son las que ha utilizado el propio Herreros durante años. «No he pretendido hacer un libro de cocina o de fitoterapia, sino mostrar que puede ser más sencillo de lo que parece ser un poco más conscientes en la alimentación, o en cómo abordamos algunos problemas de salud. No hay recetas complicadas, de máster chef o de alquimista, porque lo que yo pretendo es que las personas se animen a volver a utilizar las hierbas, sin dogmatismos, como forma de combatir la rutina diaria, el estrés, creando momentos especiales con su uso. Abrir una puerta a la creatividad en nuestras culturas, a veces anquilosadas. Que las utilicen desde el conocimiento y el respeto, para así conservarlas, mejorar los paisajes, su salud y la nuestra», señala.

Herreros (Gasteiz, 1966) incide en que vivimos separados de la naturaleza, por lo que es difícil para mucha gente empatizar con lo que nos rodea. «Sin embargo, convivimos con las hierbas diariamente, en el campo, en los huertos, entre el asfalto, en los muros. No nos fijamos en ellas, o las pisamos, o las eliminamos con herbicidas», afirma.

Vamos por partes. ¿Cómo utilizar las hierbas en el botiquín? «El simple hecho de prepararnos una infusión está activando en nosotros una intención determinada. Tenemos un objetivo -un problema de salud, una comida especial, una reunión amistosa o íntima...-, nos preguntamos qué podemos hacer para conseguirlo, qué planta nos puede ayudar, cómo la podemos conseguir (en el campo, un amigo que las cultiva, en la tienda...), cómo la vamos a preparar, dónde la vamos a tomar, en compañía o en soledad», dice.

Todo eso nos proporciona una acción de autorresponsabilidad hacia lo que hacemos y hacia nuestra propia salud. «Es el primer paso para sanarnos. Eso podemos trasladarlo hacia cualquier preparado que podamos hacer con las hierbas, descubriremos que igual visitamos menos al médico», afirma Herreros.

¿Y en la huerta? «Las plagas, como la enfermedad, son algo inherente al huerto y al ser humano. La existencia de una plaga nos indica que existe un desequilibrio en el huerto. Combatirla ayuda a superar el momento -esto es válido tanto en la utilización de productos fitosanitarios como de los llamados insecticidas ecológicos-, pero muchas veces debilitando el ecosistema en su conjunto, con lo cual creamos una dependencia peligrosa», cuenta. Desde su punto de vista «se trata más bien de crear las condiciones para que el huerto se adapte a posibles problemas y los sepa resolver por sí mismo. «La mejor forma es creando diversidad y la presencia de hierbas medicinales entre los cultivos es una forma excelente por todos los beneficios que aportan: como repelentes de plagas, como insecticidas, fungicidas, atrayentes de depredadores naturales de las plagas o de insectos polinizadores», indica.

En cuanto a las hierbras para amar, son muchos los que le preguntan si son afrodisiacas. «Para mí, el mejor afrodisiaco es el amor, pero el amor entendido como un sentimiento por el cual nos sentimos a gusto con nosotros, nos queremos, nos gustamos, solo así pienso que podemos lograr una mayor relación íntima con otra persona. Cuando nos sentimos bien, damos lo mejor de nosotros y somos capaces de percibir lo mejor de la otra persona», señala.

La sexualidad como algo integral. «Para mí, la sexualidad no es solo una función orgánica, sino que posee una dimensión más integral que tiene mucho que ver con la sensación del bienestar. Creo que no podemos vivir una sexualidad sana desde la tensión o la angustia. Existen plantas que por sus efectos vasodilatadores pueden tener reacciones directas en los órganos sexuales, pero lo que a mí me interesa son los efectos indirectos de una gran cantidad de plantas que aparecen en el libro, rúcula, romero, menta, lavanda, albahaca, capuchina, rosa..., ya que estas plantas activan el estímulo del deseo, así como la sensación de placer y de tranquilidad, básicos en una relación íntima. Por otra parte preparan el camino hacia una mayor comunicación en el momento, creando un ambiente agradable -al quemarla a modo de incienso o con su esencia aromática o al tomarla en una infusión o bebida refrescante- y permiten el cuidado de, para mí, una de las partes primordiales de nuestro cuerpo para la comunicación entre los seres humanos, que no sólo es la palabra, sino la piel (por medio de aceites o cremas para su limpieza o masaje)», aclara.

Aparte de cultivar las hierbas en casa, Herreros propone ir de compras al campo. «Efectivamente, el mejor supermercado es la naturaleza, siempre y cuando el respeto sea nuestro acompañante. Estamos acostumbrados a consumir lechugas o zanahorias, las primeras con propiedades sedantes y las segundas con una gran riqueza en carotenoides, de amplio efecto como estimulador inmunológico. Pero nuestros huertos también pueden contar con los efectos sedantes de las amapolas, con los carotenoides de las maravillas de los campos, con los minerales de las ortigas o las vitaminas del llantén. Y lo bueno es que estas plantas se cuidan solas», dice.

Herreros está vinculado desde hace tiempo a la agricultura ecológica. Sus paseos por los bosques del sur de Araba fueron determinanantes a la hora de decantarse por la agricultura ecológica. «Curiosamente, fue el contacto con la vegetación silvestre y su estudio. Los paseos me indicaban otra forma de funcionamiento a lo que yo estaba aprendiendo en los estudios de agricultura, basados en una relación puramente intervencionista -muchas veces de forma muy agresiva con respecto a la fertilización y a la sanidad- en vez de colaborativa. En esa época, 1987-88, tuve ocasión de asistir a una conferencia de Serafín Sanjuan y, a partir de ahí ya lo tuve claro. Después he tenido la suerte de coincidir con personas que siguieron alimentando la chispa que se había encendido», cuenta.

Recuerda los tiempos en que esta forma de concebir la agricultura era considerada de locos o de hippies. «Entonces la agricultura ecológica hacia referencia más a una forma de concebir la vida, a nuestro papel en el planeta, a la salud del entorno y a la nuestra. Todo junto de la mano. No se trataba de una concepción solamente económica o de una etiqueta alternativa a la agricultura convencional», señala.

Cree que es ridículo seguir poniendo estas etiquetas en pleno siglo XXI. «Deberíamos hablar simplemente de agricultura, una actividad que respetara los paisajes y a sus habitantes, incluidos los seres humanos. Teníamos claro que gran parte de los problemas de salud que sufríamos eran provocados por nuestra relación con los paisajes que habitábamos. Y la alimentación era un eje primordial».

Herreros es también autor de los libros «Aprender y disfrutar en el huerto» y «Tu huerto en el balcón», este último en colaboración con Gabriel Vázquez Molina, ambos editados por Txertoa. En ellas animaba a los lectores a crear su propio huerto en casa, algo que está cada vez más extendido. «Cuando salió el libro `Tu huerto en el balcón' comenzaba a iniciarse un proceso que ahora es ya una realidad en muchas ciudades: la incorporación de los huertos al paisaje urbano. Pienso que aún queda camino por recorrer y que lo ideal sería contar con estas propuestas no solo en las afueras de los centros urbanos, sino en las comunidades de vecinos, en los jardines, en los balcones y que las infraestructuras para su mantenimiento debieran formar parte del funcionamiento de la ciudad (reutilización de los residuos orgánicos, reutilización de las aguas grises, reciclaje de materiales para crear estructuras de cultivo...)».

El huerto no solamente tiene una función ambiental, sino también social y terapéutica. «Nos invita a salir a la calle, a interrelacionarnos, a compartir ideas, semillas, materiales, momentos, a aprender nuevas habilidades», indica.

Al preguntarle por la ruptura en la transmisión de la sabiduría popular que tenían nuestros mayores, afirma que «lo que llamamos progreso ha ridiculizado muchas veces una sabiduría popular que, simplemente, se ha dejado de utilizar o de hablar de ello. Sin embargo, se ha mantenido, en nuestros mayores y también se ha ido haciendo acopio en estudios y recopilaciones etnobotánicas que han permitido reaprender muchos usos de nuestras hierbas», cuenta.

Los avances tecnológicos y científicos también permiten ahora disponer de más datos acerca de la composición o modo de acción de las hierbas, mejorando su uso ante posibles contraindicaciones, no por ser hierbas, son inocuas y eso es bueno. «Desde mi punto de vista sería importante volver a recuperar la sabiduría de nuestros mayores, de esa forma reciclaríamos los saberes, los mejoraríamos, como hace el bosque y ellos se sentirían más útiles en la última fase de la vida, que no tiene por qué ser menos vital que las anteriores», señala.

Es este precisamente el mensaje que quiso transmitir en su anterior libro `Aprender y disfrutar en el huerto' al plantear unas conversaciones entre una abuela y su nieto.

Gasteiztarra de nacimiento, Herreros reside en Granada. Allí gestiona el proyecto Finca Azaroa-Agroecología y Permacultura desde hace 9 años. «Nace después de trabajar en campos más técnicos de la agricultura como una forma de entender nuestra relación con la naturaleza desde lo cotidiano», señala. Finca Azaroa es un lugar donde pretenden aprender de la naturaleza. «Intentamos aprender a cuidarnos mediante la contemplación de nuestro entorno, su comprensión y su conocimiento, para así estar mejor preparados en su cuidado y en su utilización, pero siempre desde el respeto y desde la perspectiva de la salud del hábitat, entendida ésta como la interrelación entre la naturaleza y los seres humanos», cuenta.

Su eje de trabajo es la permacultura. «Es una herramienta maravillosa de diseño de espacios sostenibles y la agricultura natural, de mínima intervención, potenciando la productividad global y la fertilidad natural de la tierra», subraya.

Por lo que respecta a las actividades desarrolladas en Azaroa, señala que «los talleres, los encuentros y actividades, las comidas conscientes, las jornadas vacacionales y la difusión, concentrada en nuestras charlas y libros, van enfocados a mejorar nuestro compromiso con el territorio en el que vivimos, con su patrimonio natural y humano, ayudando en su conocimiento para cuidarlo y utilizarlo, porque creemos que, mejorando su salud, mejoramos la nuestra y la calidad de vida. Si alguien quiere saber más del proyecto le invito a que se asome por nuestro blog www.fincaazaroa.blogspot.com, que participe en alguna de nuestras propuestas si se acerca por Granada y hasta que nos llame para cambiar impresiones. Más de un lector de mis libros lo ha hecho y he de decir que, aparte de instructivo, es muy gratificante», señala.

La labor formativa que desarrolla en Azaroa le ofrece la posibilidad de poder compartir su trabajo. «Es una forma fantástica de dar sentido a lo que haces, al igual que un músico hace con su música o un pintor con sus cuadros», dice.

Ahora trabaja en una modalidad más personalizada en la formación, trabajando con grupos pequeños y, a veces, hasta de forma individual. «¥a no me interesa tanto impartir conocimientos teóricos, sino adaptar estos a la realidad de las personas, para que puedan crear sus huertos o sus propuestas adaptados a su día a día. Al mismo tiempo eso supone nuevos retos para mí, ya que no sé bien lo que me voy a encontrar. Es mi forma de aprender», cuenta Jabier Herreros.