Janina PEREZ BERLÍN
Entrevista
Celina Murga
DIRECTORA Y GUIONISTA

«Scorsese me alentó a buscar y desarrollar mi propia voz»

Tras su muy seguro paso en la competición por el Oso de Oro en el Festival de Berlín, llega a Zinemaldia, en el marco de Horizontes Latinos, «La Tercera Orilla». El bien logrado cuarto largometraje de la argentina Celina Murga, tiene al famoso cineasta estadounidense como productor ejecutivo.

Celina Murga es una directora-guionista que aún tiene fe en los espectadores, por tal razón desecha las obviedades, logrando que aquel que caliente butaca sienta tanta curiosidad hacia el enigmático Nicolás, personaje principal de «La Tercera Orilla», como para seguirlo con interés a lo largo de la historia. Después de llamar la atención con «Ana y los otros» (2003) y «Una semana solos» (2007), Murga se hizo con un discreto puesto en la prolífica cinematografía argentina.

«La Tercera Orilla» es el cuarto filme de esta realizadora, cuyo talento cautivó al gran director estadounidense Martin Scorsese, a tal punto de convertirse en consejero y productor ejecutivo de esta cinta que tuvo su premiere mundial en la Berlinale de este año, compitiendo por el Oso de Oro. El filme cuenta una inquietante historia a través de Nicolás, un chico de 17 años que «está en el medio o entre dos situaciones que le son ajenas», explica Murga. Nicolás se semeja a un péndulo que oscila entre su padre y su madre, entre lo que él desea y lo que le imponen, entre el amor y el miedo.

¿De qué manera le afecta su entorno a la hora de escribir una historia?

La mayoría de las veces tiene que ver con un detonante en relación con el mundo real. Me inspira la realidad, y como muchas veces, es un elemento que me hace reflexionar sobre un hecho. De la realidad provienen las primeras ideas, después el trabajo y desarrollo de la historia es totalmente libre.

El hecho real en el que está inspirada la película tuvo un final trágico pero la película no.

Me basé en una situación concreta real pero en el proceso de escritura me fui dando cuenta de que me interesaba más construir y analizar la complejidad del vínculo entre los personajes, antes que la posible muerte o asesinato. Sentía que si el final era un asesinato, todo el peso de la historia recaería sobre ese hecho, y no sobre la reflexión de esa estructura social. También me interesaba darle al personaje un final más positivo, donde pudiera tener una salida, un nuevo comienzo.

¿Cómo llegaste al actor principal, Alián Devetac?

Hicimos un gran cásting y él fue para acompañar a un amigo. Llevaba el pelo muy cortito, lo que hacía que resaltaran sus ojos, y cuando lo vimos allí sentado, nos fijamos en la intensidad de su mirada. Eso para el personaje era ideal, porque Nicolás habla muy poco, y a la vez tenía que ser permeable a todo lo que le pasaba, así que la mirada era un elemento clave.

Toda tu familia es de médicos, y precisamente esa es la profesión del padre de Nicolás.

Elegí la profesión del padre porque me dieron ganas de recrear la imagen del hijo que acompaña a su papá al hospital para ver su trabajo. Con mi mamá he ido un millón de veces al hospital... Quería que fuera una ocupación tradicional, porque veo que cuando se trata de esas profesiones que constituye una tradición en la familia, sucede que los hijos la replican sin cuestionar nada, como si fuera un mandato que no se puede rechazar. Pudo haber sido también un abogado, pero es más obvio encontrar a un abogado malo o corrupto antes que a un médico, que tiene como un aura de benevolencia.

¿Cómo fue el trabajo con Gabriel Medina, el coguionista?

Escribir el guion no es el momento que más disfruto; si no estoy con alguien lo sufro, es la fase que representa mayores dudas, porque todo parece posible. Tener un interlocutor fue clave. Creo que nunca más escribiré sola.

¿Cómo se logra ese ritmo de tensión en «La Tercera Orilla»?

Fue mucho trabajo de edición. Desde el guion sabíamos que esta película necesitaba esa tensión creciente, y trabajamos mucho en el montaje con la idea de generar la impresión de que se entra en la escena en un momento en el que ya algo está sucediendo. La acumulación de esas situaciones genera esa tensión, ese ritmo.

El primer crédito que sale en su película es: «Martin Scorsese presenta». Además de ser el productor ejecutivo del filme, ¿qué relación tiene con él?

Conocí a Scorsese gracias a una beca, la cual me permitió estar en el rodaje de «Shutter Island». Estaba escribiendo el guion. Al cabo de un año terminó la beca y la escritura del guion, entonces me ofreció ser el productor ejecutivo de esta película como una manera de continuar con el proceso que veníamos haciendo. Me alentó a buscar y desarrollar mi propia voz.

Sus trabajos anteriores también están centrados en niños y adolescentes, ¿por qué le gusta trabajar con esas edades?

Son personajes que por un lado tienen la capacidad de ser protagonistas de su mundo, pero por otro, reflejan las pautas sociales que les imponen los adultos, y son los mayores quienes toman las decisiones. Entonces, hay algo que es doble.