Pablo GONZÁLEZ
ELECCIONES EN UCRANIA

Baja participación y apuesta por la continuidad en los comicios ucranianos

La votación debe acabar con las dudas sobre la legitimidad del gobierno del país. A falta de resultados oficiales, parece que la población se ha pronunciado por la continuidad. El escepticismo que despierta la clase política ha quedado patente. Los ganadores ya han empezado a hablar de formar coalición.

De los cerca de 30 millones de ucranianos que estaban llamados a urnas ayer para elegir la composición de una nueva Rada (parlamento), menos de la mitad acudieron finalmente a depositar su voto. Los que lo hicieron, según datos de las encuestas a pie de urna, votaron por la continuidad del actual ejecutivo.

Así, según diferentes datos, el bloque del presidente Poroshenko obtuvo entre el 22% y el 24%. El frente nacional del primer ministro ,Arseniy Yatsenyuk, ente el 20% y el 22%. La sorpresa, a falta de confirmación oficial, viene en el tercer partido más votado, Samopomoch, un partido pro europeo de reciente creación. Tienen, según las encuestas, un 12-13%.

Los resultados de los demás partidos que deberían entrar en el parlamento también se pueden calificar de sorpresa, aunque negativa para casi todos ellos. El único que ha subido más de los esperado es el Bloque Opositor (antiguo Partido de las Regiones del presidente depuesto Yanukovich) al que se le da un 6-7%.

Los mayores descalabros teniendo en cuenta las expectativas pre-votación, los han protagonizado el Partido Radical del populista Oleg Lyashko y el partido Batkivshina (Patria) de la ex primera ministra Yulia Timoshenko. Al primero se le da un 6-7%, mientras que a Timoshenko un 5-6%. El otro partido que va a entrar en el parlamento por listas es Svoboda, el antes conocido como el partido nacional socialista ucraniano. Obtendrán aproximadamente el 6% de los sufragios.

Si estos resultados se confirman, quedará claro que los ucranianos han optado por el continuismo. Parcialmente esta tendencia es obligada, ya que no son pocos los que se quejan de la escasa renovación de la vida política a pesar de todo lo que ha vivido el país en menos de un año. Ello es una de las principales causas de la baja participación.

La jornada

Participación que no se puede achacar al mal tiempo como ha pasado en otras ocasiones. A pesar de que fue un día bastante fresco, en la mayor parte del país ha brillado el sol. Como es habitual, los principales políticos acudieron ha votar a los colegios electorales correspondientes por la mañana.

En Kiev se produjo la primera sorpresa del día. En uno de los colegios más céntricos de la capital debía acudir a votar la primera pareja del país, Petro y Marina Poroshenko. Sin embargo, la primera dama se presentó sola. Tras depositar su voto, dio una conferencia de prensa poco improvisada. Explicó a los principales canales del país en riguroso directo que su marido «tenía trabajo», debía acudir urgentemente al este del país para vigilar que sus ciudadanos y los soldados podían votar sin problemas.

Al cabo de poco salían fotografías y vídeos del presidente vestido de militar en la región del Donbass reuniéndose con los habitantes y los soldados. A media tarde Poroshenko estaba de vuelta ya y depositando su voto.

Esta utilización del aparato del estado para influir indirectamente en la población no sorprendió excesivamente, ni hizo tampoco que subiera la participación.

Según iban pasando las horas, los colegios electorales no se llenaban, para alegría de la gente que debía pasar ahí el día y a la cual no le apetecía trabajar con el frío reinante. Ya que, menos en el colegio donde votaba el presidente, el cual se encuentra prácticamente enfrente del parlamento, en el resto hacía bastante frío.

Las promesas hechas por el alcalde de Kiev, el ex boxeador Klichko, de que a día de hoy la calefacción estaría activa en toda la ciudad no se han cumplido. La verdad es que es difícil imaginar que en esas mismas escuelas y con esa temperatura hoy habrá clases.

La ausencia de calor no sorprende a los ucranianos. No se inmutan demasiado ante el incumplimiento de las promesas de sus políticos. Vitaliy, un músico de cincuenta años que trabaja en la orquesta nacional ucraniana, lo deja claro, «faltan opciones, siempre son los mismos, con los mismos intereses». Es una de las quejas más comunes, la falta de caras nuevas. Gente desligada del mundo de los negocios y sin contactos con la oligarquía que gobierna Ucrania los últimos veinte años.

Irregularidades

Dentro de los estándares de democracias más asentadas es algo llamativo que a raíz de los resultados que dan las encuestas a pie de urna los principales candidatos ya empiezan a hablar de coaliciones de una manera bastante directa.

Los resultados oficiales van a tardar varios días en hacerse públicos, pero tanto Poroshenko, como representantes del Frente Nacional encabezado por el primer ministro Yatsenyuk, ya han empezado a hablar de una posible coalición.

No es algo nuevo. Ya en las elecciones presidenciales los candidatos aceptaban los resultados a pie de urna como realidad contrastada.

En aquella ocasión había probabilidades reales de una segunda vuelta por el escaso margen. No hubo sorpresa y las encuestas eran tremendamente fiables. Habrá que felicitar a los que las realizan en Ucrania, ya que en otros países todavía no se ha llegado a esos porcentajes de acierto.

En cuanto a irregularidades menores destacan las de siempre. Hubo denuncias por parte de observadores de varios partidos políticos de «karuseli» (noria), práctica que consiste en llevar autobuses llenos de «votantes» de un colegio electoral a otro. En dichos colegios ya hay un «acuerdo» previo con la mesa electoral para que haga la vista gorda y dé la posibilidad a esas personas de realizar su deber ciudadano de depositar su voto.

En otros casos los candidatos ya han hecho sus deberes los días antes mediante prácticas algo más legales. Una de las más populares es el reparto de cestas de alimentos a cambio de votos. En una sociedad que ha visto drásticamente disminuido su poder adquisitivo en los últimos meses, este reparto se vuelve muy actual entre las clases más desfavorecidas, sobre todo en los barrios de la periferia de las ciudades.

En otro casos la votación se vuelve más una cuestión de grupo. Así por ejemplo los trabajadores de determinados sitios son instruidos en su lugar de trabajo sobre quienes son los candidatos adecuados para el interés general de mantener los puestos de trabajo del sitio en cuestión.

La votación corporativa está también presente entre las personas que más ordenes reciben por cuestión de trabajo, las fuerzas de seguridad del estado.

La Policía y las fuerzas dependientes del Ministerio del Interior han votado en esta ocasión al Frente Nacional en las listas del cual va el actual ministro del interior Avakov.

Los militares, por su lado, han votado por el bloque de Poroshenko, ya que el ministro de defensa, actual y anterior, es una persona cercana al presidente. Ningún militar o policía denuncia nunca estos casos y solo los reconoce en conversaciones privadas, ya que no están acostumbrados a discutir ordenes.

Todo ello no impide que los organismos internacionales que han estado presentes como observadores en las elecciones vayan a dar una nota alta a la realización de la votación. Sería extraño que esto sucediera cuando prácticamente todos los partidos que entran en la Rada son fácilmente calificados de pro europeos.

La fiesta de la democracia se ha celebrado en Ucrania. Ha sido llevada a cabo con menos asistentes que nunca, pero debería traer estabilidad a un país para el cual se hace muy actual la frase mediática de que «el invierno está llegando».

El este de Ucrania también vota

La región del Donbass, la más poblada y una de las más industrializadas de Ucrania vive una guerra civil desde hace varios meses contra las fuerzas gubernamentales ucranianas. Los líderes rebeldes ya dijeron que no iban a participar o permitir el voto en los territorios que controlan la votación para elegir la Rada. A pesar de ellos, las autoridades ucranianas han promovido que todos los habitantes que quisieran pudieran votar en el territorio controlado por las fuerzas de Kiev. Durante todo el día hubo un baile de cifras de cual era la cantidad real de colegios electorales abiertos en el Donbass, que iban desde el 45% hasta el poco creíble 96%. La realidad no la sabe decir ni la propia comisión electoral central de Ucrania. Luego empezó el baile de la participación ciudadana en esas regiones. Algunos politólogos independientes señalaban que es un terreno en el que se puede producir una falsificación masiva de votos, ya que ninguna autoridad podrá comprobar con fiabilidad la cantidad real de votantes. Muchas de las personas que viven en la zona rebelde y que no tienen intención ninguna de participar en la vida política ucraniana pueden ser utilizadas en ausencia para hinchar la lista que interese a quién controle la zona donde teóricamente le tocaría votar a ese ciudadano.

Tampoco hay que olvidar que solo en una semana, el 2 de noviembre, el Donbass rebelde celebrará sus propias elecciones parlamentarias para seguir separándose paso a paso de Ucrania. P.G.