Nerea GOTI
La política penitenciaria, a los tribunales

«El dolor que le han hecho se podía haber evitado»

«En general se encuentra bien, aunque con algunas patologías propias de la edad. Tiene 72 años, lleva siete años en la cárcel y está a 600 kilómetros de casa». Es la descripción somera y a grandes rasgos de la situación de Pablo Gorostiaga, preso en primer grado en Herrera de la Mancha con más de 70 años, tras ser condenado en el macrosumario 18/98, como miembro del Consejo de Administración del diario “Egin”.

«Si en la calle tener más de 70 años es duro, allí dentro muchísimo más. Ha tenido que pasar momentos muy fuertes», apunta Bego. Añade que la edad representa una preocupación, por el temor de que la salud se quiebre y la consciencia de lo que supone estar entre rejas y tan lejos.

Muchos de esos momentos duros se han concentrado en el caso de Pablo Gorostiaga en los últimos meses, en los que ha perdido a su compañera Judith, de la que no pudo despedirse porque su traslado no se ordenó a tiempo, ni tampoco a un hermano, en cuya despedida tampoco pudo estar. «Es un dolor que se podía haber evitado», resalta Bego, tras recordar que ya cuando su esposa enfermó y no podía viajar para visitarle Insituciones Penitenciarias denegó a sus hijos esos vises vacantes.

En casa se vivieron estos momentos como muestras de crueldad gratuita hacia alguien enviado a una cárcel a 600 kilómetros de Laudio, y por extensión hacia los suyos. Comenta Bego que por suerte Pablo tiene una gran fortaleza anímica, en la que cuentan y mucho los compañeros que le han arropado en esos momentos. Comenta que Gorostiaga contagia su ánimo a los demás, y eso es lo que ha hecho que «esto sea duro para todos, pero se vaya llevando».

La alegría de su vida son sus nietos, pero la lejanía y las condiciones carcelarias siguen siendo obstáculos y riesgos a sortear en los que entran niños de corta edad y personas de su entorno más cercano que también acusan los problemas de la edad. «Cada vez se complica más», señala. «Su hermano iba en coche pero ya no puede hacerlo», cuenta sobre los viajes, en los que hay que calcular trayectos en tren o en autobús, «salir a horas intempestivas y llegar a las cinco y pico, esperar a que abran un bar para hacer tiempo... Te las apañas como puedes».