Oihane LARRETXEA
Kronika | VI Encuentros Feministas

Las mujeres desnudan el feminismo en la búsqueda de nuevas estrategias

Ondarroa fue ayer el punto de encuentro de más de 500 mujeres que se dieron cita para debatir y reflexionar sobre el feminismo en el marco del VI encuentro feminista de las mujeres abertzales. Jóvenes, adultas, de profesiones muy diversas y llegadas de todos los rincones de Euskal Herria. Esta diversidad enriqueció un debate que, sin embargo, dejó conclusiones muy compartidas.

Los ondarroarras que sobre las 10.00 daban un paseo por las inmediaciones del puerto paraban su caminata durante unos pocos segundos con miradas curiosas. Intentaban averiguar de dónde venían tantas mujeres y por qué se dirigían a la cofradía de los arrantzales. Todas llevaban colgado del hombro una bolsa color verde.

Bastaba mirar con más detalle alrededor para intuir de qué se trataba: carteles o letreros anunciaban el comienzo de los VI encuentros feministas de mujeres abertzales. Una jornada maratoniana a la que las participantes habían acudido con ganas. Con ganas de escuchar y de aportar, porque de eso se trataba, de compartir reflexiones, experiencias y análisis que sirvieran para determinar la ruta a seguir en un futuro cercano.

Tras una extensa introducción que sirvió para situar en contexto a las asistentes sobre aspectos socio-económicos, culturales o políticos, llegó lo más jugoso, con la creación de pequeños grupos de trabajo en los que cada una de las mujeres tuvo voz y un espacio donde expresarse libremente.

La Casa Lila y el instituto fueron los dos espacios donde todas ellas interactuaron. Además, la buena organización previa ya había diseñado los grupos. En un gesto de cariño y reconocimiento, los grupos de trabajo llevaban por nombre la identidad de mujeres relevantes como Elvira Zipitria, Dolores Ibarurri, Katalina de Erauso, Amele Arzelus, Bizenta Moguel... Elegido al azar, GARA se coló como una más en aquel que llevaba por nombre l de la escritora y euskaltzale zuberoarra Madalena de Jauregiberri.

La «falsa igualdad»

En el aula, 30 mujeres de diferentes edades y, por lo tanto, de haber vivido realidades diversas. También el euskera de una y otra evidenciaban que el origen era diferente. Nafarroa, Araba, Gipuzkoa y Bizkaia. Toda Hego Euskal Herria estaba representada. En cuanto a sus profesiones, había de todo: mujeres en paro, estudiantes, educadoras, sindicalistas, trabajadoras en el sector servicios... un cocktail interesante que pronto dio buenos resultados.

Superada la timidez inicial, sobre la mesa se plantearon tres cuestiones concretas: «¿Cuáles son los avances y retrocesos en la situación de la mujer?», «¿Cuáles son las claves para el cambio feminista?» y «¿Cómo ves la situación del movimiento feminista?».

La primera cuestión resultó sencilla, más aún destacar los retrocesos. «La falsa desigualdad» salió a colación una y otra vez por boca de jóvenes y adultas. Las primeras destacaron, por ejemplo, el papel de las redes sociales; las adultas, el rol impuesto a la mujer en el hogar, incluidas las tareas y cuidados de terceros. Ainara, llegada desde Nafarroa, no pudo evitar citar algo que en ese mismo momento observaba con sus propios ojos a escasos metros. En el edificio de enfrente un matrimonio estaba en el balcón. Él, asomado a la barandilla; ella tendía la ropa. Es más, de puntillas, intentaba colgar una sábana en la cuerda más alta. No estaba de más que alguien, concretamente su marido, le echara la mano que ella necesitaba. Pero nada, él seguía sin inmutarse. «Ahí tenemos el vivo ejemplo de lo que ocurre a día de hoy», opinó la navarra. A su juicio, «tenemos el discurso, pero no la práctica».

Que el discurso y la práctica no se corresponden sirvió también para hablar de las relaciones personales, y de la supuesta libertad que tenemos para elegir. Dos ejemplos lo dibujaron muy bien. Una de ellas, recordó el suplemento que le hicieron pagar por viajar sola -todas las ofertas eran para parejas-; otra rememoró la forma en que los productos alimenticios están empaquetados. «Los formatos están diseñados para familias, no caben otros esquemas», se lamentó.

A pesar de los múltiples aspectos que quedan por subsanar aún, sí destacaron y valoraron de forma positiva el espacio que a su juicio ha ganado el feminismo, así como la mayor capacidad de detectar los malos tratos, los abusos o los «micromachismos» que tantas veces fueron citados. También consideraron que tenemos a nuestra disposición más herramientas para combatir.

Que el cambio es necesario es evidente. Y también que, sea en la forma que sea, el salto hacia otro escenario tendrá nombre de mujer. Nadie lo hará por nosotras. Por eso consideraron necesarias crear alternativas propias, herramientas prácticas de trabajo y de reconversión a nivel educativo, emocional y de concienciación, entre otros.

Sobre la salud de la que goza el feminismo en la actualidad, constataron la garantía del relevo, es decir, la disposición de las jóvenes generaciones a recoger el testigo de sus predecesoras. «Hay potencial, pero nos faltan las estrategias. Y ahí volvemos al segundo punto. ¿Qué hacer y cómo?», se preguntó una de ellas.

Con las conclusiones escritas sobre cartulinas de colores, el trabajo continuó después en el polideportivo, donde fueron expuestos los análisis de cada grupo. El objetivo era exprimir todo ese contenido y sacar uno solo, compartido y compacto, que sirva de base para elaborar una hoja de ruta que, según admitía Euskal Herriko Bilgune Feminista doce años después de su nacimiento, había llegado el momento de poner en marcha. Las mujeres recogieron con ganas el guante.