Itziar Ziga
Activista Feminista
GAURKOA

Ojalá les nazca la conciencia

En el aniversario de los sucesos acaecidos en 2006 en Barcelona, la autora, que vivió aquellos días «irremediablemente cerca», repasa los acontecimientos y recuerda la «herida abierta en la que fueron escarbando con saña policías y jueces ante la cómplice indolencia de la prensa y la ciudadanía». Reconoce que ha hecho falta una narración como Ciutat Morta para que «la mayoría perezosa escuche y entienda».

Otro cuatro de febrero más, y ya van nueve. Desde aquel primer cuatro de febrero del 2006 que, para quienes lo vivimos irremediablemente cerca, convertiría esa fecha antes anodina en un maldito agujero en el calendario. Una herida abierta en la que fueron escarbando con saña policías y jueces ante la cómplice indolencia de la prensa y la ciudadanía. Enterarte tras al menos treinta llamadas a hospitales y comisarias de que tus amigas, Patricia y Alfredo, que se dirigían a casa felices y achispadas en bicicleta la madrugada del sábado nunca llegaron. Esperar en la puerta de los juzgados aquella gélida noche de domingo a que salgan «los tuyos» con el alma rota. Ver con el alma rota como una furgona se lleva a la cárcel a «los otros» tres chavales sudamericanos igualmente inocentes, torturados y condenados de antemano para quienes comienza un calvario.

El montaje del 4F es tan burdo y chapucero que cuesta hasta creérselo. Los peritos médicos más prestigiosos del Estado declararon en el juicio que Rodrigo Lanza Huidobro tenía que haber sido Conan el Bárbaro y la calle San Pere Més Baix de los hechos otro planeta para que esa piedra que nunca apareció provocara las heridas del policía que quedó maltrecho de por vida. Que un montaje tan burdo y chapucero como el del 4F fuera ratificado por la Audiencia Provincial de Barcelona y por el Tribunal Supremo asusta. Y asustó seguir viviendo en Barcelona mientras los matones de la Guardia Urbana sentían reforzada su impunidad y nos acosaban amparados por una Ordenanza del Civismo que opera como aquella Ley de Vagos y Maleantes que tanto nos costó derogar. Hasta que una de tantas noches, se equivocaron de negro.

En 2011 los agentes de la Guardia Urbana Bakari Samyang y Victor Bayona eran condenados por torturar y acusar de un falso delito a Yuri Jardine, un chaval de Trinidad y Tobago que, para desgracia de estos energúmenos con placa, resulto ser hijo de un diplomático. Sus prejuicios raciales les jugaron una mala pasada esta vez. Hay que señalar que Bakari Samyang es negro, pero debía sentir que su uniforme de policía le blanqueaba. Rodrigo Lanza Huidobro narra como flipó cuando un mulato gritaba «Sudaca de mierda» mientras le golpeaba en comisaría. La sentencia del 4F se había basado básicamente en los testimonios de estos dos policías contra todas las pruebas y evidencias mostradas por la defensa, el montaje empezaba a desmoronarse.

Ha hecho falta una narración tan bien tejida y tan hermosa como «Ciutat Morta» para que por fin la mayoría perezosa escuche y entienda. Ha hecho falta que la izquierda real se introduzca en los parlamentos y, en concreto, ha hecho falta la insistencia de David Fernández de las CUP para que la televisión pública catalana emitiera un documental de denuncia política un sábado por la noche que reventó las audiencias y las conciencias. Han pasado nueve años y ahora sé que el desmontaje del 4F ha entrado en un punto de no retorno.

Las semanas pasadas, a las que amamos a Patricia Heras, nos impresionó el enamoramiento repentino, colectivo y póstumo hacia ella. Cuesta horrores aceptar que esta chica que reía como una bruja, escribía como una diosa y follaba como una loba, sagaz, inteligente, iluminada, irónica, disparatada, decidiera que ya no había nada para ella en esta mierda de mundo. Cuesta horrores aceptar todo lo que le hicieron y que todo nuestro amor no pudiera salvarla. Más que aceptarlo, aprendemos día a día a vivir con ello.

La trabajadora social de la prisión de Wad Ras le dijo a Patricia Heras que iba a desaconsejar que le fuera concedido el tercer grado porque, tras haber rastreado su blog (poetadifunta.blogspot.com.es) y los de sus amigas, se había quedado espantada. Para ella éramos una panda de lesbianas abocadas a la promiscuidad y a la drogadicción. Razón no le faltaba a la funcionaria y sigo pensando que la nuestra es una buena opción de vida. Pero, cuando el Estado tutela tu existencia, te ataca no solo por todo aquello que vulnera la norma legal, sino también la norma social.

Aquella despreciable carcelera también le dijo que la consideraba una sociópata. A Patri le encantaba escribir sobre asesinos múltiples y siempre tuvo devoción por Enriqueta Mart la Vampira del Raval. Hoy sabemos que Enriqueta, acusada en 1912 de secuestrar criaturas, prostituirlas, asesinarlas y elaborar con sus vísceras ungüentos mágicos, fue víctima como Patricia de un montaje policial que llega a ser cuestionado en su época pero cuya leyenda se ha resistido a desaparecer contra todas las evidencias. La historiadora argentina Elsa Plaza ha publicado recientemente «Desmontando el caso de La Vampira del Raval. Misoginia y clasismo en la Barcelona modernista» y lo compara con el caso-montaje del 4F.

Enriqueta era una mujer extremadamente pobre, había sido prostituta y practicaba la mendicidad, su marido era anarquista, había regentado una herboristería y atendía a embarazadas, tanto para ayudar en el parto como para practicar abortos. Todos los estigmas sobre la maldad femenina se concentraban en ella: solo podía ser una bruja. Las acusaciones tan espeluznantes como infundadas de la prensa sirvieron para desviar la atención de un burdel controlado por la policía en el que se esclavizaba sexualmente a niñas a unas pocas calles de donde vivía Enriqueta.

A pesar de la opinión de la puritana trabajadora social de Wad Ras, Patricia Heras obtuvo el tercer grado. Salió de la cárcel, trabajaba, volvía a la cárcel, dormía. Hasta que el 26 de abril decidió no regresar a prisión y saltó por la ventana. Dos días después una marcha partió desde el Forat de la Vergonya hasta Wad Ras. Las presas aporrearon las ventanas gritando su nombre. La leyenda de la Vampira del Raval asegura que fueron sus compañeras de la penitenciaria del Carrer Reina Amalia quienes la asesinaron por sus crímenes infanticidas. Enriqueta Martí murió de cáncer en la enfermería, cuidada por otras presas. Para deleite de Patri, desde hoy y para siempre reivindicaremos a la Vampira como una de las nuestras.

Rodrigo habla de venganza, no importa que se malinterprete. Cuando te han detenido brutalmente por algo que no hiciste, por ser chileno y por llevar rastas con 21 años, cuando te han torturado y has cumplido más de cinco años de cárcel, cuando has sufrido el inasumible dolor de ver como una compañera de infortunios a la que no conocías pero que llega ser tu amiga desertó de este mundo harta de tanta injusticia y tanto sinsentido, la palabra venganza te cabe en la boca más que a nadie. Todas necesitamos cierta venganza.

Hoy las calles de Barcelona se agitarán mil veces más que los últimos cuatro de febrero en que nos sentimos tan desamparadas. Y, como decía Maruja Torres, a los culpables, a los alcaldes Joan Clos y Jordi Hereu, a los jueces Carmen García Martínez, Jesús Barrientos Pacho, Carlos Mir Puig, Jesús Navarro Morales, Adolfo Prego de Oliver y Tolivar, Perfecto Andrés Ibañez, José Ramón Soriano Soriano, Manuel Marchena Gómez, Luis-Román Puerta Luis y a los policías Bakari Samyang y Victor Bayona, a esa trabajadora social de la cárcel de Wad Ras cuyo infame nombre desconozco, solo les deseo, que un día de estos, les nazca la conciencia.