Peio Peña

Donostia2016, paz, convivencia y connivencia con el franquismo

Finalizada oficialmente la Capitalidad Cultural Donostia 2016 es hora de hacer balance. Se están realizando múltiples valoraciones desde diversos ámbitos y puntos de vista sobre el impacto que ha tenido en la sociedad donostiarra y vasca, y hasta qué punto ha servido para fomentar una verdadera cultura de la paz y la convivencia, objetivo que, al parecer, se ha intentado fomentar desde las instituciones patrocinadoras de tal Capitalidad. Sin embargo, hace unos días se inauguró un último evento que, desafortunadamente, ha pasado casi desapercibido.

Algunos políticos, medios de comunicación y formadores de opinión de nuestro país han aprovechado la Capitalidad para propagar, como hacen habitualmente, un aparentemente impecable discurso en defensa de los derechos humanos y de rechazo de la violencia y de ideologías que de una u otra manera pudieran justificar actitudes violentas.

Como consecuencia –lógica- de este discurso, las instituciones responsables de llevar adelante la Capitalidad Cultural DSS2016 no tuvieron problema alguno en censurar varias de las obras de la exposición Giltzapekoak. Lekurik Gabe, Denborarik Gabe. Entonces, algún responsable de la política cultural del país afirmó que «hablar de cultura es hablar de justicia, memoria y empatía.» Hasta aquí, desde ese punto de vista, la censura entraría dentro de la normalidad puesto que se trataba de “poner en valor la dignidad de las personas que han sufrido violencia.»

Curiosamente, esos mismos responsables políticos no deben ver contradicción alguna en el caso de la última exposición amparada por el 2016. Desconozco si este silencio es por ignorancia, desidia o tal vez porque el protagonista falleció hace ya mucho tiempo. De todos modos, resulta cuando menos sorprendente que DSS 2016 haya patrocinado la exposición 1936. José María Sert y la Sociedad de Naciones. Optica y Diplomacia en colaboración con la Universidad de Salamanca.

Jose María Sert fue un pintor que alcanzó fama internacional en el primer tercio del siglo XX. Sin embargo, eso no justificaría que se intente disociar al artista de la persona y su ideología. Y Sert, por muy buen muralista que fuese y por mucho que decorase las paredes de la iglesia de San Telmo, no dejó de colaborar activamente con el régimen fascista de Francisco Franco.

Así, en la Exposición Universal de París de 1937 el pabellón del Vaticano exhibió una obra de dicho artista titulada Por los mártires de España, en contraposición al Guernica de Picasso colgado en el pabellón oficial español (republicano). En dicha obra, Teresa de Ávila es representada intercediendo ante Cristo por las almas de los muertos del bando sublevado en el 36.

En palabras de la propia comisaria de la exhibición sobre Sert, Patricia Molins, Sert «desde 1937 colaboró activamente con el bando nacional, que lo convirtió en el artista emblemático de su visión política y de su programa estético. Promovió la carta de apoyo de los intelectuales franceses a los franquistas, pintó un gran mural dedicado a Santa Teresa en el Pabellón del Vaticano de la Exposición Internacional de París de 1937,(…) proyectó una cripta para el Alcázar de Toledo…»

Sert obtuvo, además, obtuvo apoyo financiero de Franco para repintar los lienzos de la catedral de Vich destruidos al comienzo de la guerra. Y, poco después, fue nombrado agregado diplomático en la embajada española en la Francia de Vichy, colaboradora de los nazis.

Todo esto debería ser más que suficiente para que la muestra fuese suspendida inmediatamente y por parte de nuestras autoridades se pidiesen disculpas a las personas que se hayan podido sentir ofendidas por la misma. De lo contrario, estaríamos asistiendo a la promoción y exaltación de un personaje que apoyó el mantenimiento de un estado totalitario, y a la aplicación de una peligrosa doble vara de medir que, por lo demás, no haría sino despojar de toda credibilidad ese, en apariencia, impoluto discurso de defensa de los DDHH y de rechazo de la violencia que hacen nuestros responsables institucionales muchos de los cuales, aún hoy, siguen mostrando una insoportable anuencia hacia aquel régimen criminal.

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