Goio González
Afiliado a CGT Nafarroa

El AVE a debate

No podía ser en otro lugar sino en Galicia, país de las maravillas, la existencia de una asociación que demandaba un servicio de limusinas en lugar de la linea AVE Madrid-Galicia, pues para nueve mil millones de euros derrochados en una mega-infraestructura con una densidad de tráfico de tres trenes diarios por sentido, salía mejor a cuenta trasladarse en limusinas, datos contrastados.

Cuando no existen estudios de impacto ni de víabilidad, se abre paso al esperpento, a la impunidad y al caos del sistema, por mucho que se empeñen en tildar sobornantes y sobornados del sistema, a la disidencia social como como entidades antisistema promotoras del caos, injurias a falta de argumentos. La cementocracia es una nueva forma de caciquismo para captar votos, con el sentimiento de agravio para la célula política local si el tren no pasa por su región. El trenecito es como «El Cochecito» que imaginó Rafael Azcona, que a Don Anselmo ni falta que le hacía, pero al ver al impedido Lucas que se venía arriba mullidito en su flamante carricoche, con su bocinita, su farol y su motorcito de hasta a veinte por hora, a Don Anselmo le corroía la envidia, uno de los pecados del capital.

Para tres de los cuatro principales corredores del AVE estatal, los de mayor tráfico, los ingresos (con aprobado justo) superan los costes variables, al contrario que el corredor Madrid-Norte, con nota muy deficiente. En cuanto a costes de infraestructura por otro lado, los cuatro corredores tardarían en amortizarse más de un siglo siendo optimistas, resultando el global de obra y explotación como una ruina elefantíaca, según un estudio de Fedea, que no son ni antisistema ni simpatizantes del imperio austro-húngaro, sino el think tank de la banca y la gran patronal, por una vez con argumentos y lejos de injurias anti-sistema contra la disidencia social.

Como sociedad civil exigimos estudios de impacto social, económico y ecológico. Exigimos de una vez ya transparencia y democracia, que se abra un debate público sobre cómo queremos viajar o exportar nuestras txistorras, que se nos informe en qué estado de soborno se encuentran los pelotazos urbanísticos de Etxabakoitz y Sanduzelai, que se diga la verdad sobre el futuro cierre de las lineas de cercanías, en vías de extinción. En esta comunidad estamos hartas de obras ruinosas que no pasaron ningún filtro y que pagaremos a base de recortes en los servicios públicos, mientras se presenta el Amancio de turno a humillarnos y lavar su fraude fiscal y moral con su marketing filantrópico de cáncer y sus cachivaches radiológicos de última degeneración. Confiamos por tres de las cuatro patas que soporta la mesa del gobierno que así sea, de la cuarta solo de su mitad, siempre que Zabaltzen no decida saltarse sus estatutos o sus miembros contradigan sus declaraciones, y cito al filósofo Daniel Innerarity en uno de sus manifiestos regeneracionistas: «Necesitamos un sistema político cuyos agentes escuchen realmente a todos: a las voces más ruidosas y a los murmullos más profundos, que atiendan las urgencias del momento pero no descuiden la anticipación del futuro, que equilibren adecuadamente el corto y largo plazo».

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