Joseba Pérez Suárez

Justicia de brocha o pincel

«El contexto en el que se produjo, la entidad de las lesiones producidas, el número de agresores, el rechazo que produce en estos, sus familias y allegados la presencia de la Guardia Civil… crea un ambiente de grave crispación social, de alteración de la paz pública y de temor en una parte de la sociedad, ambiente generador y propiciador de actos genuinamente terroristas».

Es el interesado análisis que la sala de lo penal de la Audiencia Nacional hace sobre la vergonzosa agresión sufrida por dos guardias civiles y sus respectivas parejas en Altsasu (15-10-16), esa que Sortu califica, con indisimulado eufemismo, como una simple “pelea de bar” y que dejaba un saldo de 4 heridos de diversa consideración.

«Sensibilizados ante la violencia de la organización, decidieron vengar los crímenes de ETA y disminuir su capacidad operativa mediante la eliminación física de los terroristas y la propagación de un sentimiento de temor en el entorno de los mismos y en las personas que les apoyaban». Como quiera que «no ha sido posible establecer la estructura jerárquica, ni  interna, ni las fuentes de financiación de los GAL» y que sus integrantes «no pretendían alcanzar ningún propósito de destruir el orden democrático, sino más bien defender la estabilidad del sistema, aunque con métodos jurídicamente repudiables», esa misma sala de lo penal de la Audiencia Nacional no fue capaz de calificar a los criminales del GAL como terroristas. Mira tú. Queda claro, pues, que la ignorancia sobrevenida no es patrimonio exclusivo de determinadas infantas.

Brochazo gordo, generalización y difusos márgenes para el primero de los análisis; pincel fino, sutileza y alambicadas eximentes cuando se trata de juzgar a los del bando de los «demócratas de toda la vida». Sencillísimo ha resultado para la fiscalía incluir a los agresores de Altsasu en ese organigrama etarra del que conocemos hasta las horas en las que sus integrantes acostumbran a ir al retrete; de la banda de defensores del «orden democrático» que perpetró 28 asesinatos, sin embargo, apenas podemos distinguir si conformaron una organización criminal al servicio del gobierno o una simple pandilla de robaperas. Esa policía que se nos vende como incansable y profesional y esa Audiencia Nacional que se dice justa y metódica fueron burladas, hay que ver, por un atajo de patanes, chapuceros hasta el extremo, pero capaces de conseguir lo que ni Agatha Christie: el crimen perfecto… ¡Y hasta en 28 ocasiones!

Nunca muerdas la mano que te da de comer. Lo llaman justicia… en España, claro. Ese país en el que por editar un periódico en euskera puedes ser tildado de etarra y sometido a torturas y cárcel, sin recibir la mínima disculpa tras demostrar tu inocencia, pero en el que construirse un casoplón a base de sustraer dinero público a manos llenas, puede no considerarse delito si  por tus venas corre sangre especial, dispones de un ministerio fiscal empeñado en representar el papel de abogado defensor y pones cara de haba mientras afirmas, con impertérrito rostro de hormigón, que tú de eso… ni idea. Eso sí, una sociedad que se da por satisfecha con hacer chistecitos en «whatsapp» con todo ello, tampoco puede aspirar a mucho más.

Afirma Rajoy (21-02-17) que «sobre el tema del presidente de Murcia, prudencia, presunción de inocencia, que es uno de los derechos humanos más importantes de los que disponemos las personas». ¿Las personas? ¿Todas? ¿Seguro? ¡Qué rostro de hormigón, tú también, Mariano!

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