Karmele Llano y Martin Mantxo
Directora de Yayasan International Animal Rescue (Indonesia) y militante de Ekologistak Martxan

Por el final del uso de aceite de palma africana en todos los ámbitos

En los últimos días han transcendido en la opinión pública los peligros del aceite de palma. Nuevamente esto sucede desde el ángulo más cercano, el que nos afecta personalmente, en este caso el de la salud, vía la nutrición. Sin embargo, hay otros impactos intrínsecos al cultivo y consumo de aceite de palma también perversos que se pasan un poco por alto en ese análisis: son impactos ambientales, animales, sociales y humanos. Pero como no nos afectan directamente sino que afectan a otros no les damos la misma importancia.

Además de usarse en alimentación, este aceite se usa en cosmética (jabones, pomadas) y ahora como combustible. El 45% del aceite de palma usado en Europa fue usado como combustible (2014). Todo el aceite de palma usado en Europa proviene del extranjero, importándose 6.600 millones de litros al año.

Este 4 de abril el Parlamento Europeo votó una nueva resolución para que la UE elimine gradualmente el uso de aceites vegetales, incluido el aceite de palma, en biocombustibles para el transporte para 2020. El 97% votó a favor de la medida. El uso de aceites vegetales como combustible se han ido reduciendo paulatinamente desde que en 2007 se planteara que para el 2020 fueran un 10% de los combustibles. Para 2013, ya patentes los impactos que conllevaba tales políticas, se rebajó al 6%. Y ahora se plantea el abandonarlos.

Sin duda, la decisión, como la de retirarlo de los supermercados (en sus distintas variables) llega tarde pues los impactos son enormes: deforestación, incendios y emisiones de gases de efecto invernadero, eliminación de biodiversidad, desplazamientos, represión, etc. También queda el saber qué se plantea en su lugar: si los agrocombustibles no son la solución ¿cómo reducimos las emisiones de los combustibles fósiles? La única solución posible es reducir consumos.

Tengamos en cuenta los enormes volúmenes de combustible que consumimos en Europa. En 2013 fueron 477 millones de litros de petroleo al día de gasolina. El 10% sería 47,7 millones de litros. Al día. Una exageración. Más aún si tiene que venir de fuera. En el estado, por otro lado, el consumo fue de más de 27,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo (60% correspondiente a turismos). El 10% serían 2,7 millones de toneladas.

El Ministerio de Industria español planteó el pasado junio un borrador para el Fomento de Biocarburantes que plantea incluir un 8,5% para 2020, de forma paulatina cada año. Actualmente es un 5%, el 6% para 2018.

En Euskal Herria se consumieron 1.861.000 TEP (toneladas equivalentes de petróleo) de petróleo y derivados en transporte en la CAPV (2014). En Nafarroa fueron 657.425 TEP. Eso hace un total de 2,5 millones TEP, para los que precisaríamos 125.500 toneladas métricas de agrocombustibles para alcanzar el 5% ¡Mucho aceite vegetal!

Con ese propósito se proyectaron muchas plantas de producción en Euskal Herria. Estas plantas usarían sobre todo aceites importados, y sobre todo palma. En 2010 se superaron las 35.000 toneladas de importaciones de aceite de palma, de las cuales más de un 96% provenía de Indonesia. Actualmente en Euskal Herria funcionan 3 plantas de agrocombustibles, 2 en el puerto de Bilbo, una en Araba y otra en Nafarroa. Desde 2014 Petronor procesa agrocombustibles a partir de aceite de palma en su unidades de fabricación de diésel. Además existían proyectos de otras 3 en Bizkaia, otras dos en Nafarroa y el mencionado proyecto de Pasaia. Fue otra burbuja especulativa.

Los principales productores de aceite de palma son Indonesia y Malasia que juntos producen el 85% mundial: Indonesia 33 millones de toneladas y Malasia casi 20. De esa producción de Indonesia 27 millones de toneladas métricas fueron destinadas a la exportación.

Implantar los cultivos de palma ha supuesto la deforestación de sus selvas, que en 2014 superó a la de Brasil. Cada año más de 2,8 millones de hectáreas de selva son deforestadas en Indonesia, lo equivalente a 300 campos de fútbol por hora. En 15 años, el 98% de los bosques tropicales en Indonesia y Malasia habrán desaparecido.

Entre 2001 y 2014 se quemaron en Indonesia unos 18,5 millones de hectáreas de selva. En Indonesia se sitúan las mayores turberas del mundo. Funcionan como almacenes de CO2, por lo que al quemarse liberan ese CO2 a la atmósfera contribuyendo al calentamiento global. En 2015 esto supuso emisiones de 1,62 billones de toneladas métricas de CO2. Sólo por esta causa, Indonesia figura ya como el tercer emisor de gases de efecto invernadero del mundo. Se estima que por cada tonelada de agrocombustible a partir de palma africana se producen 33 toneladas de emisiones de CO2. Diez veces las producidas por el petróleo. Pero además la deforestación supone la pérdida de lo que en realidad son sumideros naturales de carbono, necesarios para absorber emisiones.

Por otro lado, desaparece selva que es ecosistema rico en biodiversidad. Indonesia es además, por su aislamiento, hogar de 80 especies únicas (endémicas) entre ellas los orangutanes, y el tigre y el elefante de Sumatra. El 80% de los 357 conocidos mamíferos de Papúa no se encuentran en ningún otro lugar. Los orangutanes ya no pueden sobrevivir por la desaparición de su hábitat (un 80% ha desaparecido en los últimos 20 años) y se calcula que desaparecen 6.000 por año.

Además, el cultivo de palma se ha impuesto en otros países como Tailandia (2 millones de toneladas métricas), Colombia (1,1 millón), Nigeria (poco menos de 1 millón) y también en Honduras (noveno productor mundial), Ecuador, Brasil, Guatemala, Costa Rica y Perú.

Hace un año nos sorprendió el asesinato de Berta Cáceres, pero pronto supimos que no era un caso aislado. En Honduras han sido asesinados también activistas que se oponían a la expansión de las plantaciones de palma: el abogado Antonio Trejo (2012), y el pasado octubre (2016) Jose Angel Flores, del Movimiento Unificado Campesino del Aguán y Silmer Dionisio George. En el Bajo Aguán desde el 2010 hay mas de 150 asesinatos en el marco del conflicto agrario.

En Guatemala fue asesinado el 18 septiembre de 2015 Rigoberto Lima Choc, líder comunitario y concejal que denunció la contaminación del río La Pasión por la Reforestadora de Palma de Petén (REPSA). En Tailandia Montha Chukaew y Pranee Boonrat fueron asesinados en 2012 y Chai Bunthonglek en 2015. En Indonesia asesinaron a Jopi Peranginangin en mayo de 2015 y en Junio de 2016 a Bill Kayong en Malasia. La palma mata, y no sólo por metástasis.

En Colombia el cultivo de palma es una continuación de la guerra que sufrió el país. Se desarrolló en las tierras arrebatadas a comunidades en regiones como el Magdalena Medio y ha supuesto grandes desplazamientos y muertos. Supuso también la deforestación de selva húmeda tropical. Estas tierras suman entre cuatro y seis millones de hectáreas, y el gobierno proyecta que sean 7 millones para 2020. Esas tierras fueron donadas a los paramilitares como parte del proceso de desmovilización. Esto ha sido financiado por los Fondos de Cooperación al Desarrollo de la UE y la Agencia por el Desarrollo Internacional de EEUU, y obviamente por el gobierno colombiano. Esas compañías y los paramilitares se engloban en la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, Fedepalma, quien defiende que producen de forma sostenible.

Por todo esto, entendemos como positiva la trascendencia en la opinión pública de los perjuicios del consumo del aceite de palma, que ha resultado a su vez en la negativa al uso de palma en algunos supermercados, así como la modificación de la normativa europea para agrocombustibles. Pero esperamos que el rechazo sea total y no una cuestión puntual y limitada a la alimentación; que de verdad seamos conscientes que solo un cambio desde lo local, abandonando la economía neoliberal y abandonando las energías fósiles puede dar solución a este problema y el del cambio climático.

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