Igor Meltxor
Escritor y analista político

Tiranía y soberbia empresarial

"Nuestros jóvenes viven una vida muy cómoda, en unas familias en las que les damos de todo. No tienen hambre y tienen lo suficiente como para no hacer esfuerzos. El primer problema lo tenemos en nuestras casas, no echemos las culpas a los demás". "Tenemos problemas para enviar gente valida a China o India para 3 o 4 años y luego nos quejamos de que aquí no tenemos cabida. La única suerte que tenemos es cuando se casan con chicos del propio país, que ya no les preocupa venir. Y dicho sea de paso, en esos países hay chicas monísmas. Y chicos también” (Pello Guibelalde, Presidente de Adegi).

Guibelalde emulaba a su colega Monica Oriol, presidenta del Circulo de Empresarios madrileño, la creadora de la “teoría parasitaria” donde calificaba a parte de la juventud como los “reyes del mambo”, y que según ella, la solución radicaba en bajar el salario a los jóvenes que viven cómodos, sin formación y que encima cobran un salario mínimo, que no valen para nada y que encima no producen (Oriol dixit). La tiranía es implacable y cruel porque es cobarde y débil. La empresaria que se forró con la protección de altos cargos del PP vasco años atrás, volcaba toda su bilis contra una parte de la sociedad a la que calificaba como “parásitos”.

Tanto las palabras de Oriol como las de Guibelalde, no son ocurrencias espóntaneas, ni declaraciones confusas o sacadas de contexto. Para nada. Esto es un modo de vida, es la esencia del clasismo más rancio, de la tiranía empresarial y el resultado de una educación familiar forjada en tiempos pasados, donde las diferencias de clases y la utilización de las personas como mera mano de obra esclava se veía como algo normal.

Dice el presidente de Adegi, que los jóvenes viven cómodos, que no tienen hambre… quizás debiera echar un vistazo a los datos que indican que en el territorio de Gipuzkoa más de 100.000 personas (15% aprox) se encuentran en situación de pobreza, así como los miles de jóvenes en paro o maltratados con un trabajo precario. Aun en el caso de que el señor Guibelalde tuviera razón, le recordaría las palabras de Marx: “el obrero tiene más necesidad de respeto que de pan”. Los soberbios no entienden de respeto, adolecen de empatía con el débil, se sienten impunes y muestran una necia tiranía que fomenta la estupidez.

Guibelalde es el presidente de esos mismos empresarios afines al partido que esgrimían el «síndrome del destierro» (“Adegi confirma la marcha de empresarios de Gipuzkoa y que habrá más salidas” 6.5.2014), como ya hicieron otros en épocas pasadas, con la disculpa de la amenaza de ETA, y todo ello sazonado con difamaciones y manipulación, debidamente suministradas por los voceros mediáticos con intereses económicos similares a los del partido financiado por la familia Sota a principios del siglo XX (“Están llegando fondos buitres a Gipuzkoa porque quien nos gobierna no ayuda a la inversión local” 1.6.2014). Hablar de cuarto poder en el caso del «imperio comunicativo» predominante en Gipuzkoa, es solo una ironía. Un grupo de comunicación que ha hecho buenas las palabras de Noam Chomsky: «El propósito de los medios masivos… no es tanto informar y reportar lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante». Más claro, el agua.

Capítulo aparte merecerían las declaraciones respecto a la belleza de las mujeres y hombre chinas. Por desgracia, estamos demasiado acostumbrados a estos indignos y sexistas exabruptos por parte de quienes acostumbran a cosificar a los trabajadores. Triste ejemplo para sus hijos e hijas.

Meses antes de las pasadas elecciones, Markel Olano, se cansó de repetir que si volviera a presidir la Diputación de Gipuzkoa, eliminaría el Impuesto de la Riqueza, afirmando que se trataba de una cuestión «prioritaria y central». Petición expresa de Guibelalde: “Adegi pedirá a Markel Olano eliminar el impuesto sobre la riqueza” (5.6.2015) ¡Qué sorpresa! Olano se erigía en portavoz y defensor de esa burguesía que financió a golpe de talonario el PNV desde su origen. Ese poder económico y empresarial, que se queja en los despachos de Sabin Etxea de las políticas malignas de «esos radicales» que han gobernado Gipuzkoa durante cuatro años. Los mismos «malvados» que han hecho aflorar más de 1.500 millones de fraude fiscal en Gipuzkoa en la pasada legislatura, y que comparándolo con el PIB supone el doble que el fraude detectado en Nafarroa y un 35% más que en Araba y Bizkaia.

La burguesía vasca no podía permitirse otra legislatura sin pisar moqueta en Gipuzkoa. Las cuentas ya no cuadraban y sus cuentas de resultados ya no resultaban tan abultadas, porque durante cuatro años existía control y ya nadie miraba para otro lado. Adegi, con Guibelalde al frente, se encargó durante los cuatro años de legislatura de EHBildu, de criticar y tratar de desprestigiar todas las iniciativas políticas y económicas llevadas a cabo por la coalición (“Adegi acusa a Bildu de castigar al empresario y al empleo” 29.5.2014).

Los empresarios «amigos», por boca del señor Olano, prefieren la Bizkaia del PNV. Esa misma Diputación que recaudaba 65 millones del Impuesto de Patrimonio, muy lejos de los 95 previstos (27% menos), y donde, en lo que respecta al Impuesto de Sociedades, las empresas pequeñas y medianas pagaron un tipo real superior al 20% mientras que a las empresas con beneficios superiores a los 60 millones de euros se les aplicó un tipo real del 14% de media. Un Impuesto de Sociedades pactado por PNV, PSE y PP y que facilita las vías a la elusión fiscal, beneficiando a las empresas que mayores beneficios obtienen. En este herrialde es donde esos empresarios, constructores… se sienten más cómodos.

La burguesía del PNV reclama las políticas de los jauntxos bizkaitarras, que gobiernan el palacio foral como su propio cortijo. Un modelo que hizo que la prestigiosa asesoría Garrigues, calificara a Bizkaia como «paraíso» para empresas de holding. Ya en 1996, el PNV intentó convertir a Bizkaia en paraíso fiscal pero la UE cerró las puertas legales.

Olano se mira en el espejo del «señor de Bizkaia». Esa caricatura de señor feudal que nos anunció que no escribiría sus memorias, y que estaba dispuesto a perdonar la vida a aquellos que hacían pagos con fajos de billetes de origen desconocido, a los que tenían grandes sumas de dineros en paraísos fiscales o a los que han repatriado dinero de origen desconocido.

Son los herederos de aquella burguesía que comenzó a controlar el PNV a partir de 1906-1908, y a seguir una vía posibilista, dato crucial este para comprender el viraje político del partido nacionalista en aquellos momentos. La burguesía vasca, representada por Sota, vio en el PNV un buen acomodo para la defensa de sus intereses económicos.

Y en esas estamos, con el PNV de nuevo dirigiendo la Diputación de Gipuzkoa, de nuevo con Markel Olano al timón, con la losa del caso Bidegi a sus espaldas, y a punto de eliminar el Impuesto de la Riqueza, con el inestimable y bien pagado, apoyo del PSE, que por cierto, se mantuvo mudo durante la comisión de investigación del caso Bidegi.

Estos empresarios tan acostumbrados a ir a misa, y olvidando a su vez la ayuda al prójimo, debieran releer a San Agustín y atender a sus palabras, cuando indicaba que “la soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”. Ténganlo presente y les recomiendo caminar con más humildad y respeto.

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