Jorge Bayón | Bilbo

A la vuelta del ruedo

No me gustan los toros. Bueno, las corridas de toros. No me gusta que lleven a un animal a un ruedo y lo acribillen a pinchados hasta desangrarlo. No me gusta que en nuestros pueblos se juegue con la vida de los animales para hacer de la crueldad espectáculo mientras muchos de los que acuden luego le ponen chubasquero al perro que tienen en casa para que no se moje. No lo soporto.

De la misma manera puedo decir que no me gusta que exploten a niñas y niños y mujeres para fabricar ropa. Por eso, decidí hace tiempo que no compraría determinadas marcas deportivas como Nike o que no adquiriría ropa en Zaras y similares.

Y es por eso que cuando he entrado en el Eroski de mi barrio esta tarde a comprar me he quedado sorprendido y dolido al ver un cartel en la carnicería que anunciaba que tenían carne de «toro de lidia». Sinceramente me ha dolido verlo. No solo por lo que he referido sobre las corridas, sí no porque me hace situarme en una encrucijada puesto que siempre he defendido el comercio de barrio a los grandes hipermercados y el local al foráneo. Por eso, cuando tengo que comprar intento comprar productos de donde vivo o estoy, y si puedo elegir elijo una tienda más pequeña y más próxima que una más grande y más lejana. Por eso compro en el Eroski y no en el Simply, por ejemplo.

Sin embargo, cuando he visto ese cartel que anunciaba como una oportunidad la compra de carne de toro de lidia, me ha asaltado inmediatamente la idea de cómo este establecimiento participa del negocio de la crueldad con la que yo quiero terminar, pues es bien cierto que si es toro de lidia, lo han lidiado, o sea, lo han sacado a la plaza y lo han torturado hasta la muerte a ritmo de pasodoble para que luego Eroski haga negocio, también, con su muerte. Lo cual, me ha hecho pensar en esa parte de la que no solemos hablar cuando discutimos de la tauromaquia, es decir, de qué pasa con el animal después de muerto. Y lo que pasa es que acaba en un mostrador de un supermercado del barrio que queda al lado de la plaza de toros de Bilbao que se encuentra en plena temporada taurina, habida cuenta de que está en fiestas. Y eso también es participar de la tauromaquia, del negocio de los toros y del espectáculo de la muerte, pues al comprar el toro que fue torturado hasta morir se participa de la financiación de las corridas de toros y del maltrato animal.

Sinceramente lo siento, pero no puedo más que denunciar que Eroski financia la tauromaquia porque compran toros muertos en lidia y eso, de alguna manera, me duele porque por la tradición de la cooperativa digamos que me caía bien y es de aquí, pero no puedo dejar de decirlo porque si cada tarde camino a casa al pasar junto a la plaza escucho las trompetas anunciar algún tercio nuevo y me da asco, más aún me lo da hacer la compra diaria en el establecimiento que compra el cadáver del animal torturado.

De ahí, que haya decidido dejar de comprar en Eroski hasta que deje de hacerlo, porque sí no lo que estaré haciendo es financiar al financiador.

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