Carmen Fernández Barco

¡Ojo, esto te puede suceder a tí!

Quiero denunciar a la Diputación Foral de Álava y sus valoraciones.

Érase una vez una bonita residencia de ancianos en el centro de Vitoria que hasta ahora pertenecía al Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz pero por decisiones burocráticas ha pasado a formar parte de la Diputación Foral de Álava.

Una de esas ancianas ingresadas se llama Pilar Barco, una mujer alegre y vivaracha ajena a todo lo que pasa a su alrededor.

Ajena no porque le de igual todo sino porque su vida se ha visto reducida a un pasillo… al de su planta, a su habitación, a sus compañeras-amigas y a sus cuidadoras. Salir de ese mundo le pone muy nerviosa, con ataques de histerismo y lloros porque no comprende nada, no conoce nada y solo quiere volver a su reducido mundo… su pasillo (su casa).

Su historia ha sido muy dura, larga, peligrosa y con muchas trampas, trabas y medias verdades por parte de las instituciones (sicólogos, siquiatras asistenta sociales, sicólogo de urgencias…) hasta su ingreso provisional.

Cuando digo trabas no lo digo por decir y si no, ustedes valoren… dentro de su trayectoria cuenta con numerosas intervenciones por parte de la Ertzaintza, Policía Nacional, Municipal y Servicios de Urgencias (atestados de búsqueda por desaparición del domicilio, partes de urgencias por desorientación, atestado de la Guardia Civil de hallazgo por parte de un vecino de una anciana enferma, desorientada y con signos de deshidratación andando sola por el monte durante horas…) toda esta documentación es presentada y aún así no es suficiente para su ingreso.

Pensarán que este calvario llegó a un final feliz ¡pues no! En la bonita Residencia San Prudencio la han valorado grado 1, ¡el mínimo! ¡el 1!

La valoración de grado 1, la ha realizado la Diputación Foral de Alava –Bienestar Social–, en contra de todos los informes presentados por médicos, siquiatras, neurólogos de Osakidetza e incluso los emitidos por la propia Residencia (enfermeros, cuidadores...). Se vuelve a solicitar una segunda revisión del caso por la propia residencia señalando la delicada situación médica en que se encuentra, aconsejando mantener a Pilar en la Residencia.

La contestación fue… ha sido valorada con grado 1 y no le corresponde Residencia. Según ellos puede peinarse, puede andar… por lo tanto no es dependiente.

¡Por favor! ¡No nos tomen el pelo!

Ésta es la historia de unos técnicos de Diputación que se amparan en valoraciones técnicas para establecer un grado 1. Pero no, no… ésta debe ser una historia de humanidad y respeto porque está avalada por informes médicos que desaconsejan su traslado.

Hagamos entre todos que Pilar Barco no sienta el dolor de la soledad y el abandono por su traslado. Evitemos su crisis de identidad, de autonomía y de pertenencia a ese pasillo de la Residencia San Prudencio, al personal que la asiste y a sus compañeros porque ella allí es feliz.

Ahora Diputación valora y decide…

¡Desalojo y traslado no!! ¡Por una valoración justa! ¡Pilar Barco les estorba!

Una persona que no se le permite salir de la residencia sola, que se pierde dentro de ella y que está obligada a permanecer en planta cerrada, no es grado 1.

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