Esther Diana

El respeto

Hemos oído y visto infinidad de veces lo de respetar las cosas de todos: mobiliario público, medio ambiente, transporte público… a esto último me quiero referir.

Todos estamos orgullosos del metro de Bilbao y disfrutamos con el.

El pasado domingo 18 de junio, mi madre se encontraba en Plentzia. A la tarde se sintió indispuesta y cogió el metro alrededor de las 7 de la tarde. Estaba lleno y utilizo uno de los asientos plegables que hay en los recibidores de los vagones, en las siguientes paradas los vagones se fueron llenando y la gente se fue apretando. Normalmente, en esta situación, abandonamos el asiento plegable y nos ponemos de pie para que todos vayamos un poco más cómodos… pero mi madre estaba mal, desfallecida y dolorida, por lo que continuo sentada.
Un grupo de cuatro adolescentes de alrededor de 17-18 años la hizo blanco de sus críticas y burlas por el hecho de no levantarse, por más que ella les dijera que no se encontraba bien.

Nuestro respetable metro fue un lugar de suplicio para una anciana de 73 años, indefensa, sola, a la cual nadie del vagón ni personal del metro acudió en auxilio de estos personajes en su largo viaje hasta Abando-Bilbo, salvo una mujer que al final del trayecto la arropo un poco y a quién quiero agradecer públicamente.

Respetamos el metro, pero … y nuestros mayores?

PD: Dos días más tarde, mi madre ingresó en el hospital con una grave afección intestinal… y una enorme depresión en su autoestima.

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