Javier Orcajada del Castillo

¿Imposible formar un nuevo gobierno?

Aquí todo el mundo anda perdido en el laberinto para formar el nuevo gobierno. Los jefes dan lecciones de irresponsabilidad y falta de visión política, poniendo al país al borde del abismo. Alguien ha aclamado alborozado «Qué bien se está sin gobierno.»

Todas las negociaciones se desarrollan a un nivel tan superficial y ramplón, que cabe preguntarse si los equipos de «expertos» están compuestos por amiguetes a los que se les ha asignado la misión de bloqueo para no progresar en las conversaciones. Con episodios cómicos, como llamarse por el móvil y el interlocutor no ponerse.

Uno exige que se le asigne una vicepresidencia y los ministerios clave, antes de formarse el gobierno. ¿Estarán negociado en serio? Rajoy se niega a intentar formar gobierno porque dice que no lo lograría, pero no tiene inconveniente en exigir que se le nomine porque dice que le corresponde al ser el partido más votado, como si no supiera que son posibles las coaliciones para llegar a constituir la mayoría exigida. Pues ¡fórmalo de una vez, inútil!

Sueña con que el electorado confíe en él después de arrasar el tejido social y productivo del país, pues no hay área o actividad que haya dejado intacta. Sorprende que la capacidad destructiva que ha desarrollado el PP y que aun pretenda que le den la oportunidad de continuar arruinando el país, corrompiendo cualquier institución en la que se manejen fondos públicos. Pero es el PSOE el pretendiente a formar el gobierno. Es inaudito, que después del fracaso obtenido el 20D, su Secretario General, ninguneado por su Ejecutiva, se atreva a intentar formar gobierno apareciendo en público como un pavo real extendiendo sus plumas con el apoyo de la nueva derecha que quiere renovar su imagen externa, pero que impone unas condiciones al candidato socialista que suponen la cesión plena de sus «principios socialistas». Actúa como un trilero, pues después de la firma del programa de gobierno con C´s, quiere darle una lectura diferente, expresando lo que el hubiera querido haber firmado, pero lo escrito es tozudo y no se puede cambiar si no rompe el acuerdo. En cuyo caso se quedaría con sus 90 escaños para gobernar entre 350 diputados…

Mientras tanto, todos miran de reojo a Bruselas por si hay vetos que impidan cualquier matiz en el programa mínimamente progresista. Los grupos se pelean porque no se les asigna un lugar visible y una diputada amamanta a su hijo en el hemiciclo. Pero los asuntos candentes, como Catalunya, la corrupción que corroe el sistema o los 5 millones de parados, son irrelevantes porque nuestros políticos creen que no tienen solución y encomendarlos al Brazo Incorrupto de Santa Tesresa o invocar a los Reyes Católicos. Alguien puede esperar que después del vapuleo humillante que ha recibido Sanchez en su intento de investidura, los demás partidos confiarán en nuevas negociaciones para analizar otras posibles alternativas con el liderazgo del PSOE ¿o quizá con Alber Rivera?

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