Iñaki San Sebastián Hormaetxea

Salir del laberinto

Oyendo a los políticos que están en el candelero, se diría que el pueblo soberano les ha metido en un laberinto del que no saben cómo salir. Ellos tratan de auto-liberarse de responsabilidad, lavándose las manos y pretendiendo que sean otros quienes les saquen las castañas del fuego. ¡Qué decepcionante sería tener que repetir las elecciones del 20/D!

Vivir para ver y, entre tanto, la vida sigue… aunque eso sí, bastante mejor para unos que para otros. En este sentido, pensando en los más desfavorecidos de la fortuna, parece que las cosas no podrán seguir como hasta ahora. La pregunta del millón sería algo así como… ¿Y quién va a ser el timonel del cambio? Si nos dejamos asustar por el anuncio de grandes catástrofes, por parte de todo tipo de poderes fácticos pues… ajo y agua. Como nos dicen que los grandes capitales se están yendo y que dado el volumen de nuestras deudas, pública y privada, Europa podría cerrarnos el grifo, pues nosotros quietecitos. ¡Cuidado, que siempre cabe la posibilidad de ir a peor! Ante estos miedos no dejan de surgirme preguntas. ¿Para qué nos sirven capitales a los que no se les puede cobrar impuestos, para que se queden? ¿Le conviene a Europa, y al conjunto del mundo financiero en general, ensañarse con un mercado de cuarenta y cinco millones de habitantes, al que han estado apoyando hasta ahora?

Entre tanto, al menos quince millones de personas, de ciudadanía española, lo están pasando mal o muy mal. ¿Cómo es posible que esto no haya sido el principal problema, para quienes nos han gobernado estos últimos cuatro años y pretenden seguir haciéndolo? Muy demócrata-cristianos ellos, muy amigos de la Conferencia Episcopal, pero incapaces de valorar una política samaritana volcada en los más necesitados. Al parecer ahí no hay negocio, ni cajón donde meter mano. Pues bien, creo que ha llegado el momento de mandarles a descansar, por una temporada, en casita o en algún otro lugar menos confortable. Menos juicios de valor interesados y un poquito de respeto a la mayoría social que ha dado un vuelco a la composición del Parlamento español. Sería igualmente decepcionante que, aparcando al Partido Popular, el resto de las fuerzas políticas no fueran capaces de sacarnos del laberinto.

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