Javier Orcajada del Castillo

Un espectador menos en La Sexta

En su reseña periodística un crítico de televisión afirma que ha decidido dejar de ver "La Sexta". Le llama La Secta, en homenaje a Esperanza Aguirre. Dice el desertor que abandona porque tiene miedo a Antonio García Ferreras cuando en su programa "Al rojo vivo", que sería más propio llamar "Quemar vivo al disidente", porque le apunta con el dedo acusador cuando se desmelena poniéndose descaradamente en contra del referéndum catalán y se le hincha la vena del cuello a punto de reventar. También se siente acosado por Ana Pastor cuando interrumpe a sus entrevistados. Se siente liberado al decidir abandonar como espectador, pues ya no tendrá que soportar sus poses de diva en sus programas en los que el entrevistado es un muñeco para su gloria personal. A Mamen y a Hilario ya no les tendrá que soportar los detalles pueriles que imputan a los catalanes para echar un poco más de leña al fuego con sus medias verdades y sus indisimulados cabreos cuando corrigen a algún tertuliano que razona sin el fanatismo de ambos en su «imparcial» "MVT" reiterando que el referéndum catalán es ilegal, mofándose de Puigdemont quien está demostrando su talla de político digno como presidente de la República de Catalunya. También "La Sexta" alardea de su primer espada, Jordi Évole, el considerado el enfant terrible que hace entrevistas impertinentes con las cartas marcadas porque tiene que agradar al amo que le da el pienso. El crítico se siente alborozado porque ya no tendrá que soportar al empalagoso Iñaki Lopez, que provoca los instintos más primitivos en el gallinero de "La sexta noche". También algo triste porque ya no podrá divertirse con Eduardo Inda y Francisco Marhuenda, que tienen la misión de mover el estercolero para crear el ambiente de bronca necesario para que la chusma disfrute interviniendo todos a la vez quitándose la palabra, pero que son quienes estimulan las grandes audiencias. Dice el crítico desertor que "La Sexta" no tiene ideología más allá de ganar audiencia, dinero y cumplir los objetivos que le marcan los poderes fácticos, pues esta cadena sabe que tiene que pagar el tributo al Gobierno si quiere conservar la licencia de emisión. Los colaboradores y periodistas saben que se les permiten algunas licencias críticas a los jueces más asilvestrados y a los ministros reprobados porque producen vergüenza ajena sus apariciones en público. Lamenta, no obstante, que tenga que dejar de escuchar a Jesús Maraña, Elisa Beni, Ignacio Escolar o Javier Aroca, profesionales ejemplares que son referencia a la hora de informar con rigor.

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