Pablo Lorente Zapatería

Yo no soy de Syriza

En Grecia, cuna de Europa y de la democracia para los bien pensantes y para la historia oficial de la filosofía clásica y eurocéntrica, venció en la urnas el pasado domingo lo que para algunos medios y voceros del poder y adláteres, era la izquierda radical: Syriza.

Yo no soy de Syriza. Y me explico; como comunista aspiro, lucho y deseo la abolición del capitalismo. Este sistema, esclavista, depredador, clasista, machista, consumista y expoliador de los recursos naturales de los pueblos y de la clases trabajadoras a nivel mundial va a tener en Syriza y en su aliado nacionalista de derechas en el gobierno, un nuevo gestor de dicho sistema con un rostro más humano.

Yo estoy más cercano como clase trabajadora y como militante, de organizaciones sindicales como el PAME, de un partido hermano como el KKE y de la lucha de los anarquistas en Grecia.

Syriza, es la ilusión de todos los días como el cupón de la ONCE. Es la nueva socialdemocracia del Siglo XXI, es el recambio del Pasok en Grecia.

Grecia tiene lo que los griegos y las griegas quieran pero como el resto de los pueblos de Europa, la alternativa a la nueva esclavitud de este siglo, a la pobreza, a la pérdida de derechos sociales, políticos, culturales, económicos y medioambientales principalmente, pasa por no ser los gestores amables, caritativos y sonrientes de la nueva izquierda del capitalismo.

El gobierno de Syriza y sus aliados no es ni de izquierdas ni radical. Estos términos son muy serios y tienen un valor superior a nivel ideológico y de acción. De un modo racional, cultural, social, ser de izquierdas hoy es ser leal y fiel a la lucha por la transformación, es negar la realidad existente como única posibilidad de vida y es enfrentarse al poder a todos los niveles. Es dar poder popular, eliminando la diferencia de clase, siendo austeros de verdad, y apostar por el socialismo con la igualdad de todas las personas, hombres y mujeres, con la defensa de la autodeterminación de los Pueblos y su ejercicio, con la lucha por un medio ambiente y un Planeta con futuro, decreciendo en impactos nocivos para el mismo y recuperando lo perdido. La única forma de llegar a ello es siendo radical; que significa ir a la raíz de los problemas para entenderlos y solucionarlos.

No toca ser cortoplacistas y progres, si de verdad se quiere solucionar los problemas fundamentales. No toca dar un pez para comer a los hambrientos sino enseñarles a pescar para poder alimentarse, hasta en la Biblia está escrito.

Las salidas del euro, la Unión europea y la OTAN son básicos pilares para demostrar que estamos por ser de izquierdas y radicales entre las organizaciones y militantes que nos autoproclamamos de esos ideales, en los diferentes Pueblos de Europa. Lo demás es caridad laica o religiosa, es poner celofán y lucecitas de colores.


Frente a amaneceres dorados, podemos jugar al monopoly institucional y mediático o rebelarnos y volver a conquistar los cielos por asalto, con inteligencia, la cruda y radical verdad, que no es única, pero sí semejante entre las diferentes realidades, aprendiendo de los errores y fracasos del pasado y del presente, para construir un futuro donde nuestras hijas e hijos se sientan orgullosas  de lo que hagamos, honrando la memoria de los que antes lucharon por los ideales de emancipación e igualdad y sólo con flores no basta. Por eso yo no soy de Syriza.

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