Corbyn ha transformado ya el discurso político

Hace apenas un año, contra todo pronóstico, Jeremy Corbyn logró auparse al liderazgo del Partido Laborista británico en votación popular. Lo hizo con un discurso de clase que atacaba las políticas de recortes sociales de la derecha europea. Corbyn conectó con las bases tradicionales del laborismo, con la clase obrera de zonas industriales en declive y los trabajadores precarios de las urbes, activando a la juventud e insuflando vida a un lánguido Partido Laborista –a día de hoy supera ya los 600.000 afiliados– tras el contundente triunfo del Partido Conservador en las elecciones de mayo de 2015.

A pesar de que su victoria fue aplastante y de que cuenta con el apoyo de los poderosos sindicatos, su liderazgo ha sido atacado constantemente, tanto por los parlamentarios laboristas como por los medios de comunicación. Finalmente, aprovechando el resultado del Brexit el grupo parlamentario se rebeló contra Corbyn forzando una nueva pugna electoral por el liderazgo cuyo resultado se conocerá mañana. Conscientes sus enemigos del amplio apoyo popular con el que cuenta, en esta ocasión en vez de rebatir sus propuestas los ataques se han dirigido a subrayar que su discurso fomenta la división, por ello su apoyo se ha estancado y, en consecuencia, nunca llegará a vencer en unas elecciones y liderar el Gobierno. Argumentos que reflejan más deseos que realidades toda vez que la ilusión es un activo que se contagia y levanta todo tipo de barreras.

Cualquiera que sea el resultado de la votación, Jeremy Corbyn –como Bernie Sanders en la campaña presidencial estadounidense– ha conseguido dejar a un lado los falsos consensos dominantes y renovar la agenda política del laborismo haciendo hincapié en los valores que siempre ha defendido la izquierda, lo que le ha permitido ilusionar y atraer a la juventud. Este cambio ha llegado para quedarse y con él tendrán que empezar a contar todos los actores políticos, tanto dentro como fuera de Gran Bretaña.

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