Dar explicaciones sí repara el honor

La Audiencia de Bizkaia dio a conocer ayer la sentencia que condena a seis meses de prisión a Mario Fernández y Rafael Alcorta por un delito de apropiación indebida, y a un año de prisión al exdelegado del Gobierno en la CAV, Mikel Cabieces, en calidad de cooperador necesario. El fallo considera que Mario Fernández utilizó su posición de administrador de Kutxabank para ordenar el pago de una remuneración a Mikel Cabieces sin que mediara ninguna contraprestación –simplemente por ser quien era– lo que ocasionó un perjuicio al patrimonio del banco.

Lo relevante del veredicto es que no deja impune una forma de actuación que, cuando se conocieron los hechos, Mario Fernández calificó como habitual. Era, al parecer, corriente que se utilizaran empresas públicas para colocar a políticos que por alguna razón habían perdido su cargo. De lo que se deduce que existía una suerte de nomenclatura formada por políticos y administradores de grandes empresas que velaban por el bienestar de los integrantes de su selecto club a costa del dinero de la clientela de las empresas y entidades que administraban. Además, la insistencia de Mario Fernández en situar el debate en torno a su honor profesional –recurrirá el fallo con el objeto de «limpiar» ese prestigio– no hace sino afianzar esa impresión. A fin de cuentas, el honor no es sino el cumplimiento de los deberes respecto al prójimo que, en este caso, se reduce a los miembros de ese selecto club. Visto así, Mario Fernández se limitó a cumplir con su obligación hacia sus amigos, menospreciando al resto de la sociedad.

De la misma manera que la sentencia valora la prontitud con que el expresidente de Kutxabank devolvió el dinero, la ciudadanía vasca también valoraría como una circunstancia que revelaría con nitidez la voluntad de reparación del daño causado que Mario Fernández explicara detalladamente cómo funcionaba, quiénes eran las personas que componían esa nomenclatura y qué partidos políticos estaban detrás. Una explicación de esa naturaleza sí que repararía su honor profesional.

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