Nuevo paso en un camino asentado y modélico

Errenteria celebró ayer un acto en recuerdo a las víctimas de la II Semana pro-Amnistía, que se saldó con siete fallecidos y más de una treintena de heridos por la actuación violenta, brutal, de las fuerzas policiales. Las jornadas que transcurrieron entre el 8 y el 16 de mayo de 1977 fueron trágicas, pero también elocuentes, pues el régimen puso pie en pared y fijó los límites del estrecho sendero por donde debía caminar el posfranquismo, ese por donde ha transitado hasta nuestros días. El desagravio oficiado en el auditorio Niessen es importante, ya que 40 años después apenas ha habido reconocimiento, y menos reparación, por aquellos hechos. 

Pero la relevancia del evento es aún mayor en cuanto supone un nuevo avance en la búsqueda de una memoria compartida. En ese mismo local, trescientas personas asistieron en 2015 a la presentación de un informe que recoge las violaciones de derechos humanos y los hechos violentos ocurridos entre 1956 y 2012, y desde entonces la Corporación liderada por Julen Mendoza ha dado varios pasos con ese ánimo reparador, que han afianzado el camino y han certificado que en él no hay pose sino voluntad de cicatrizar heridas. Tampoco anida ninguna pulsión partidista, pues uno de sus mayores valores reside en el consenso que lo promueve y en su carácter coral. El respaldo de la práctica totalidad de exalcaldes, buena parte de ellos del PSE, revela que lo que están creando en esa localidad es un tesoro en términos de futuro y de reconstrucción social. Por eso hay que poner en valor este esfuerzo compartido.

Lo que está haciendo Errenteria es algo modélico, así lo han reconocido agentes de todos los colores sin que nadie lo haya rebatido. Y precisamente por ser un modelo, por mostrarse como una vía que funciona, que abraza a todas las víctimas y reconforta a la sociedad, no se explica que no sea imitado con mayor entusiasmo en otros ámbitos institucionales, donde espacios de trabajo y acuerdo de este tenor parecen todavía muy lejanos.

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