Pensionistas como recurso retórico

El hecho de que las pensiones medias de Hego Euskal Herria son las más elevadas del Estado español –también lo son las cotizaciones de los trabajadores de este territorio– no debe ocultar otro, menos publicitado, que indica que nada menos que un 40% de los pensionistas vascos percibe mucho menos que la media de algo más de mil euros. En realidad, no llega ni al Salario Mínimo Interprofesional, actualmente estipulado en 753 miserables euros. Otro significativo porcentaje cobra por encima del SMI, pero tampoco llega a esa cantidad, lo que da una idea de los recursos de los que dispone un número de pensionistas que sobrepasa ampliamente la mitad de ese colectivo para intentar satisfacer sus necesidades.

Esta triste realidad es muestra de la ridícula oquedad del ocasional discurso que muchos responsables de las administraciones adornan con una supuesta defensa de una sociedad en la que el respeto y el reconocimiento de la deuda a «nuestros mayores» ocupe un lugar preferente. ¿Por qué tipo de sociedad abogan quienes después permiten y propician que ese sector social sobreviva en condiciones de auténtica miseria? Por la misma sociedad que consiente que 8.000 hogares navarros, y es solo un ejemplo, carezcan de todo tipo de ingresos. No mucho más se puede esperar de unos gestores que elaboran unos presupuestos con materias intocables como la Monarquía o el Ejército, o infraestructuras presentadas como imprescindibles para el desarrollo del país cuando en realidad lo hipotecan.

«Nuestros mayores» son poco más que un recurso retórico para quienes defienden e imponen un «desarrollo» que abandona a su suerte a los sectores más débiles de la ciudadanía. Y no se trata de un fenómeno natural que no tiene solución, sino de una situación provocada a la que sencillamente no se quiere hacer frente con otro tipo de políticas de empleo, fiscales y sociales, pero que se alejarían de un modelo predatorio para el que desarrollo es sinónimo de desigualdad.

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