PP y PNV no engañan ni a Groucho Marx

Fue Groucho Marx el que ofreció una de las definiciones de la política más extravagantes pero a la vez atinadas que existen: «Política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados». La escenificación realizada en la última semana por PNV y PP viene a dar la razón a la sentencia del genio del absurdo. También a la de quienes comparan la política con el teatro, por la capacidad de aparentar realidades inexistentes, o incluso al circo, por las piruetas inverosímiles que a menudo lleva consigo.

No son precisamente marxistas los dos grandes partidos de la derecha española y vasca, pero sí está siendo muy grouchista su recreación de que existe un nuevo tiempo político en el que ellos harán cambiar las cosas para mejorar la situación de la mayoría de la ciudadanía. El apretón de manos y la sonrisa con que posaron ante los medios el lunes los titulares de Economía de Madrid y Lakua, Cristóbal Montoro y Pedro Azpiazu, no estaba justificado por ningún avance, ni real ni siquiera fingido, más allá de abrirse mutuamente la puerta a apoyarse sus presupuestos en una doble situación de minoría parlamentaria.

Especialmente teatral resulta la satisfacción expresada por Lakua –y Sabin Etxea– ante la imposición de un techo de déficit cuestionable por definición y equiparable además al del resto de autonomías, algunas de las cuales no se han mostrado nada conformes. Pero el Oscar en esta película de serie B se lo arrebata Carlos Urquijo, el delegado español de los más de mil recursos contra instituciones vascas, al aseverar anteayer que es ahora de «reconducir» discrepancias porque «con voluntad la colaboración está asegurada». Sería puro Groucho que tras haber creado el PP el problema con su pisoteo sistemático al autogobierno, embauque al PNV en un diagnóstico falso y ambos terminen aplicando el remedio equivocado de una componenda surrealista. Y que a eso, encima, lo llamen política.

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