Soluciones políticas para abordar la salud laboral

Vivimos en una sociedad cuya principal dimensión es la precariedad. El futuro se ha vuelto efímero, pero también el trabajo se ha transformado en algo inseguro e inestable, tanto en su duración como en su desarrollo. No se trata solamente de que la precariedad imposibilita hacer planes de vida pensando en el futuro, sino de que las frágiles relaciones laborales impiden crear entornos de trabajo seguros. El tipo de contratos –temporales–, los horarios irregulares, la falta de conocimiento y formación específica para un puesto de trabajo concreto, la pérdida de derechos, etc., todo el conjunto tiene un impacto directo en la salud física y también mental de los trabajadores.

Los estudios académicos recomiendan terminar con el empleo precario como el mejor modo de proteger la salud de las personas trabajadoras. Esos mismo estudios concluyen que los trabajadores saludables rinden más y mejor, es decir, que además de alimentar el bienestar personal y social hacen que la economía sea más productiva, mejore su calidad y eficiencia. Todo esto debería ser considerado verdades de perogrullo, sin embargo, se sigue gastando recursos en ese tipo de estudios y a pesar de ello solamente el 5% de los empresarios considera que la prevención en riesgos laborales es decisiva para mejorar la calidad o reducir los costes. Y precisamente esos son algunos de los aspectos que a la larga resultan fundamentales para mejorar los beneficios y la viabilidad de un proyecto empresarial.

En tanto en cuanto siga sin existir una motivación real para la prevención de los riesgos laborales entre el empresariado continuaremos como hasta ahora, buscando soluciones de ingeniería a cantidad de proyectos que muchas veces buscan desafiar las fuerzas de la naturaleza, como viajar en super-aviones o construir puentes y torres gigantescas, mientras nuestra sociedad se ve incapaz de dar respuestas sociales y políticas al deterioro de nuestra salud y al bienestar de las personas trabajadoras.

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