En junio el presidente del departamento de Pirineos Atlánticos, Jean-Jacques Lasserre, presentó en Sara el proyecto “Larrun 2020” con el que se pretende acometer la renovación de las infraestructuras de acceso al monte Larhun. En principio, y a la vista del deterioro acumulado y a la falta de determinados servicios, nadie ha puesto en duda la necesidad de abordar la reforma para adecuar los accesos al monte. Sin embargo, diversos colectivos han visto en el proyecto presentado otros propósitos, básicamente un intento de ampliar todavía más la oferta turística, lo que ha encendido el debate sobre la verdadera naturaleza de la renovación que se ha diseñado. Lo que se presentó como la modernización de los accesos y los servicios en una zona turística emblemática parece en realidad un intento de aumentar el número de visitantes ampliando la oferta de ocio. Mayores facilidades de acceso y un posible parque de atracciones son los aspectos que han puesto en guardia a la ciudadanía.

El proyecto vuelve a poner el foco en el debate pendiente sobre el modelo de turismo que queremos impulsar en nuestro país. El monte Larhun es un buen ejemplo de que la masificación solo beneficia a aquellos cuyos negocios ya tienen acceso a las zonas turísticas, dando la razón a los que consideran que la afluencia masiva de turistas no crea riqueza sino que, básicamente, enriquece a los propietarios inmobiliarios. A fin de cuentas la promoción y el uso de lugares emblemáticos como reclamo turístico permite a los propietarios de inmuebles en los alrededores de los mismos un uso monopolístico de las cualidades del lugar, lo que les proporciona unas rentas adicionales simplemente porque sus propiedades están donde están. Y en esos casos, cuantos más turistas, mejor.

El necesario equilibrio entre la renovación –siempre necesaria por el desgaste, los cambios normativos o las nuevas exigencias sociales– y la conservación de nuestro paisaje y entorno solo puede alcanzarse por medio de la participación pública y el debate democrático.