Una nueva oportunidad para evitar el bloqueo, elevar el nivel político y reactivar el país

Los comicios de hoy en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa al Parlamento de Gasteiz son cruciales para colocar al país en perspectiva de futuro. A cinco años de Aiete, en medio de una crisis estructural, con el Estado español en paulatina descomposición y tras cuatro años de impasse institucional, la nueva fase política y todos los cambios que ella implica deben eclosionar. Gasteiz puede ser palanca o lastre, pero no hay margen para hibernar las potencialidades de la sociedad vasca otra legislatura. Menos aún cuando en Nafarroa e Ipar Euskal Herria, con sus ritmos, problemas y diferencias, la dinámica es tan positiva.

En este momento histórico no hay excusa razonable para no articular mayorías y mecanismos que expresen la voluntad de la sociedad vasca, para retrasar la resolución de los problemas que padece su ciudadanía –que tienen alternativas si se cambia de perspectiva–, y para no afrontar los debates y acuerdos sobre los retos estratégicos que tiene este país en el contexto europeo.

Equilibrio, vetos, pereza política y liderazgos

Las opciones van más allá de los resultados particulares de cada uno de los partidos y coaliciones que concurren hoy. Teniendo en cuenta los escenarios que ha dibujado cada fuerza para su acción política en los próximos años, el que gane puede perder mucho –si es a costa de sus aliados o si su propuesta no es realista–, y el que pierda puede tener cierto poder –por ejemplo, de veto–.

Depende de que el resultado en su conjunto tenga un equilibrio que imposibilite las opciones de bloqueo por la parte española y de parálisis por la vasca que han guiado esta legislatura. Para eso el resultado debería establecer claramente qué ejes articulan mayorías democráticas y proyectos viables de futuro. Prima facie, esos ejes son abertzale/unionista, izquierda/derecha, democrático/autoritario y las diferentes plasmaciones de esos ejes en los tres territorios y en sus dinámicas políticas. En diferentes dosis, son los mismos que decantan el voto de las personas, dependiendo de sus valores, de sus cálculos, de los comicios que sean y del momento político. También, en menor medida, de la campaña.

Atendiendo a las encuestas, ese bloqueo no será tan fácil como en los anteriores cuatro años, ni para unos ni para otros. Euskal Herria ya ha cambiado y el Estado no va a cambiar. En todo caso, si el PNV suma con la muleta del PSE, o incluso si le tiene que añadir la prótesis del PP para esquivar las amplias mayorías y la perspectiva estratégica que ofrecen otras combinaciones, el resultado no sería la tan ansiada estabilidad, sino un hieratismo que castigará al país. Por delante está el previsible empeoramiento en el Estado español de las condiciones objetivas, tanto económicas –con recortes salvajes– como políticas –Catalunya y la voluntad democrática de su ciudadanía no van a evaporarse–.

Las crisis que esta política inocularía en los partidos que la sustenten no es consuelo para quienes creen que Euskal Herria no tiene tiempo que perder y debe apostar desde ya por el talento, por elevar el nivel del debate, por liderazgos compartidos y por acuerdos de país. Solo los intereses más espurios o la pereza política justificaría un frente de este tipo, contrario a toda lógica y al momento sociopolítico general. Solo el conformismo, la autolimitación y la mediocridad, en definitiva, la falta de liderazgo, explicarían esta opción. Pero, sobretodo, solo unos determinados resultados posibilitarían semejante retroceso para los intereses del país y de su ciudadanía. Por eso son importantes las elecciones de hoy, porque no hay más fatalismo que el que se asume.

Orgullo, iniciativa y paciencia estratégica

La resiliencia de la nación vasca está fuera de toda duda. Su voluntad democrática y su demanda de respeto y libertad es sostenida en el tiempo. Esta nueva fase tiene además como objetivos comunes el respeto de todos los derechos para todas las personas y que todo proyecto pacífico y democrático sea viable. Por eso la defensa de sus derechos y de los de su ciudadanía deben ser fuertes para, ante las debilidades evidentes de quienes no respetan esa voluntad y esos derechos, ante la negación y la rémora del Estado, poder generar las oportunidades para decidir libremente nuestro futuro.

A partir de mañana la centralidad institucional, la hegemonía social y la iniciativa política seguirán en disputa. Los resultados de hoy posibilitarán un juego político u otro. Con orgullo comunitario, iniciativa política y paciencia estratégica este país debe reactivarse para avanzar hacia un escenario de paz, justicia y libertad. Un país construido por y para la ciudadanía vasca.

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