Urge que las palabras se conviertan en hechos

Ayer fueron decenas de muertos por asfixia en un camión, en Austria, a sumar a los muchos que perdieron la vida de forma más trágicamente habitual, intentando atravesar el Mediterráneo. Los muertos de cada día, los que no logran completar –o ni siquiera alcanzar– el penoso itinerario de familias enteras a través de Grecia, Macedonia, Serbia y Hungría, en su gran mayoría huyendo de la guerra y la persecución, en busca de asilo. En Austria, incluso la canciller alemana, Angela Merkel, asume hoy este drama y admite que es necesaria una solución común europea ante el masivo éxodo de refugiados que arriban a la Unión Europea.

El hecho de que Merkel se refiera ya a refugiados y no a inmigrantes no carece de importancia. Ciertamente, la generalización conlleva la aplicación también generalizada de una normativa en la que los estados se escudan para, a la postre, vulnerar otras normas de la propia UE. Concretamente, impidiendo la entrada a refugiados a los que debería acoger, o incluso expulsándolos, devolviéndolos a la guerra y la anulación de sus derechos más elementales, o a la probable muerte de la que huyen. Europa empieza a reconocer lo evidente, que la normativa Dublín sobre asilo «no funciona» y que hace falta otra solución apelando a un espíritu europeo (muy dudoso) de solidaridad. Parece más consciente que hace semanas de que las que llegan son personas cuyo único objetivo es sobrevivir. Inmigrantes, sí, pero además refugiados, porque no vienen ya solo buscando una mejor vida, sino huyendo de la muerte.

Es dramáticamente obvio que Dublín no funciona, que las alambradas no pueden frenar la avalancha de desesperación, y menos solucionar tamaño desastre, y que se reclama una solución común, además urgente. Y para ello es preciso que esas intenciones vayan más allá de las palabras que las expresan. Europa no puede seguir ciega ante una crisis humanitaria de esas dimensiones. Y la única solución segura y duradera está en el origen, en evitar que haya seres humanos abocados a emigrar o a refugiarse.

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