Urkullu, indiscreto e irresponsable

Rompiendo por completo con el principio de discreción que a menudo ha reivindicado Iñigo Urkullu, al poco de conocerse públicamente una declaración de la Comisión Internacional de Verificación (CIV) avalando que ETA sigue adelante con el proceso de sellado y la puesta fuera de uso operativo de armamento, el Gobierno de Lakua quiso contrarrestar esta noticia positiva con una contrapropuesta. Pese a que en su comunicado la CIV asegura que, dentro de las dificultades ya conocidas -especialmente la falta de voluntad de los estados español y francés-, este proceso avanza, Iñigo Urkullu y Jonan Fernández han querido menospreciar estos pasos y plantear una propuesta inviable, mezcla perversa de buenismo y mala voluntad. Una contrapropuesta incomprensible, para empezar porque contraviene la opinión cualificada de los expertos que aseguran que «en otros procesos inventariar y poner fuera de uso operativo las armas, munición y explosivos es un paso previo necesario al desarme completo». Y porque en todos estos meses ha tenido tiempo de formularla a quien se supone su destinatorio, y al parecer no lo ha hecho.

Planteando públicamente una idea que no ha contrastado mínimamente con los agentes que cita, ni con otros representantes políticos, el lehendakari actúa de manera irresponsable. Somos conscientes de que, dada su forma de ser severa y arrogante, Urkullu no va a aceptar de buen grado que se reprenda su forma de actuar. Pero hay que decirle abiertamente que su proceder dilapida la confianza mutua tan necesaria entre los agentes vascos implicados en este proceso, que afecta a la credibilidad de las personas que desde el ámbito internacional más han apostado y arriesgado por la paz en Euskal Herria, que dificulta las soluciones porque quema opciones que deben de ser gestionadas discretamente, que a corto plazo genera falsas esperanzas en muchas personas de buena voluntad y a plazo medio solo va a generar frustración.

No es momento de sabotajes. Contraprogramar y presionar así a quien trabaja por la paz no es audaz, es triste. Se debe actuar con responsabilidad y en base al esquema «win-win», donde todos ganen, donde gane la sociedad.

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