Vía libre para un camino propio en Catalunya

El president de la Generalitat, Carles Puigdemont, tendió ayer en Madrid una mano abierta para acordar con el Gobierno español un referéndum sobre la independencia en Catalunya. Un plebiscito que suscita la adhesión de cerca de ocho de cada diez catalanes y que constituye la única herramienta capaz de dilucidar si existe o no una mayoría a favor de la independencia. Aunque solo sea por sentido común y mínima decencia democrática, el Estado debería estar comprando ya las urnas.

No lo hará el PP, tampoco el PSOE de Pedro Sánchez. No hace falta engañarse. En el programa del nuevo secretario general Catalunya ocupa siete líneas en las que se limita a calificar la independencia de «inviable», además de acusar al catalanismo de fundamentarse «en mitos y falacias». Sánchez se suma así a la tramposa tradición española de decidir qué conviene a Catalunya sin pedir la opinión de los catalanes. Demofobia disfrazada de zafio paternalismo.

La definitiva negativa española dota de toda legitimidad a la sociedad y a las instituciones catalanas para emprender la vía unilateral hacia la independencia –existe el mandato parlamentario para hacerlo–. Preferiblemente a través de un referéndum organizado bajo el paraguas de la legalidad catalana, pero si eso también resulta imposible, por la vía de los hechos. Es honesto reconocer que se trata de un camino mucho más complicado y que plantea numerosas incógnitas. La principal: si hay o no hay un 50% de catalanes a favor de la independencia. Pero la carga de la prueba no puede recaer en quien intenta por activa y por pasiva dilucidar la cuestión por la vía democrática. Al contrario, es quien niega la política y se dedica a perseguir urnas quien tiene que explicar su actitud antidemocrática.

Catalunya afronta desde hoy cuatro meses cruciales en los que Euskal Herria no puede quedarse de brazos cruzados. Más allá de la pusilánime y colaboracionista línea escogida por Urkullu, la mayoría social vasca a favor del derecho a decidir y los derechos democráticos debe activarse a favor de una causa que es también la suya.

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