Beñat Zaldua
Barcelona

¿La UE como garante de un proceso independentista?

Las reflexiones de las fuerzas independentistas en Europa respecto a la Unión Europea se desarrollan en dos niveles paralelos. Por un lado, en el papel de garante que podría jugar la UE en caso de que el Estado ‘matriz’ se oponga a la independencia y, por otro lado, el debate sobre la necesidad de integrar o no el nuevo Estado dentro de la UE.

Esteladas durante la manifestación independentista del pasado 11 de setiembre en Barcelona. (Lluis GENE/AFP PHOTO)
Esteladas durante la manifestación independentista del pasado 11 de setiembre en Barcelona. (Lluis GENE/AFP PHOTO)

Queda claro que el alumno aventajado en materia de independentismo es Escocia, que el pasado 15 de octubre firmó con el Gobierno británico el que ya se conoce como Acuerdo de Edimburgo, que dejó vía libre para la celebración de un referéndum sobre la independencia en el año 2014. En su caso, el concurso de la Unión Europea (UE) en el proceso independentista roza la irrelevancia, dado que Gran Bretaña ha aceptado que los escoceses se pronuncien democráticamente y de forma vinculante sobre la independencia de su nación.

El papel europeo cobra relevancia, sin embargo, en aquellas naciones encajadas en estados que les niegan el derecho a decidir. Léase Estado español. Más por activa que por pasiva, el poder centralista de Madrid ha negado repetidamente –sobre todo a raíz del escenario abierto en Catalunya tras la Diada del 11 de setiembre– el derecho de catalanes y vascos a poder decidir democráticamente su futuro, lo cual dejaría la unilateralidad como única vía para construir un nuevo Estado.

Es en este contexto de unilateralidad en el que la comunidad internacional en general, y la Unión Europea en particular, cobran relevancia en los procesos independentistas en el seno del Estado español. Así lo han entendido tanto en Euskal Herria –papel clave de la comunidad internacional en escenarios de resolución como la Declaración de Aiete– como en Catalunya, donde la manifestación independentista del 11 de setiembre iba encabezada por el lema ‘Catalunya, nuevo Estado de Europa’.

Así las cosas, si tanto en Catalunya como en Euskal Herria se tejen mayorías suficientemente amplias como para iniciar un proceso independentista de forma democrática, el papel de la UE resultaría clave para validar o no dichos procesos. ¿Sería capaz la Unión Europea, cuna de la democracia y reciente premio Nobel de la Paz, a negar la validez de un proceso independentista impecablemente democrático? La respuesta, por mucho que pese, podría ser que sí, por lo que para las naciones sin Estado cobran especial relevancia las complicidades internacionales que consigan tejer durante el proceso.

La entrada o no entrada en la UE

Pese a que a menudo se mezclan en el mismo debate –a veces, intencionadamente–, otro tema es la entrada o no entrada de un nuevo Estado Independiente en la UE. Es el discurso del miedo atizado por el Estado español contra los ánimos independentistas de vascos y catalanes, cuando aseguran que la independencia supondría la salida inmediata del nuevo Estado de la UE. En Euskal Herria todavía no se ha dado este debate en profundidad, mientras que en Catalunya, donde el fervor independentista ha crecido especialmente en los últimos años, todas las fuerzas soberanistas menos la CUP han asimilado de cierta manera dicho discurso, asegurando que un Estado catalán deberá ser automáticamente miembro de la UE.

Como ya se ha señalado en el texto que abre este Sakonean, legalmente, la UE no contempla ningún protocolo sobre la independencia de un territorio de un Estado miembro. Por lo tanto, cualquier afirmación al respecto no deja de ser un ejercicio de futurología política. Será necesario esperar a que la UE tome una posición oficial –el caso de Escocia podría marcar un precedente– y, sobre todo, a que los ciudadanos del hipotético nuevo Estado decidan si quieren o no que su país ingrese en la UE.