Gotzon ARANBURU
IRUÑEA

Un asesinato con saña, por «no pensar como nosotros»

Un nieto de Balbino García de Albeniz, del mismo nombre que su abuelo, investigó en su día las circunstancias del asesinato de Balbino en Urbasa –citado en el texto principal– en setiembre de 1936, y completó un relato que reproducimos parcialmente aquí.

Uno de los cráneos hallado en la sima de El Raso. (ARANZADI))
Uno de los cráneos hallado en la sima de El Raso. (ARANZADI))

Nacido en Eulate en 1877 y pobre de solemnidad, Balbino García de Albeniz casó con Elena Arana, que aportó la vivienda familiar. Tuvieron 8 hijos. Nombrado en 1915 guarda jurado del monte Limitaciones, de Amezkoa, Balbino era conocido por su ideología izquierdista, que le llevó a colaborar con Gregorio García Larranbebere, el único concejal de izquierdas elegido en Eulate en las elecciones de 1931, donde la coalición de derechas arrasó.

Afiliado a la UGT y tesorero de la agrupación local del sindicato socialista en Eulate, fue destituido fulminantemente de su puesto de guarda el mismo 18 de julio de 1936, nada más estallar la rebelión militar. Un día más tarde, el general Mola, destinado en Iruñea, impartió una orden reservada que decía «…hay que sembrar el terror. Hay que dejar la sensación de dominio, eliminando sin escrúpulos a todos los que no piensen como nosotros». Y Balbino era uno de esos que «no piensan como nosotros».

El mes de agosto, Balbino, «junto con Félix Goya Urbieta y Gregorio García, es subido en varias ocasiones a la sierra de Urbasa, en macabros simulacros de fusilamiento que, tras la ‘función’, no se consuman», señala su nieto. Tras disfrutar con esta tortura, los franquistas finalmente asesinan el 7 de setiembre a Balbino, Gregorio y Balbino Bados García, este último maestro de escuela en Azkoien, y los arrojan a la sima de El Raso. Sus defunciones no fueron inscritas en el Registro Civil, ni en el libro parroquial de difuntos. Eso sí, Balbino es confesado por el cura de Eulate, que a sus 32 años ya se había alistado voluntario como capellán en un tercio requeté.

Requerimiento judicial después de haber muerto

La tragedia, consumada en forma de fusilamiento en Urbasa, adquiere a partir de este punto carácter de esperpento. Al año y medio de haber sido asesinado, en marzo de 1938, se le instruye a Balbino un expediente «por su oposición al Movimiento Nacional» y se le conmina para que en el plazo de una semana comparezca ante el Juzgado de Incautación de Bienes de Lizarra. Y como quiera que, obviamente, no se presenta, le son embargados sus bienes: la casa y tres pequeñas piezas de cultivo. Unos meses más tarde, en setiembre, el general jefe de la VI Región Militar impone a Balbino una multa de 5.000 pesetas, de las de entonces.

Desesperada, su viuda recurre, alegando que Balbino está muerto y que los bienes familiares fueron aportados en su totalidad por ella. Su recurso es finalmente aceptado; la multa se reduce a 100 pesetas y se permite que el acusado (que lleva casi cinco años sepultado en Urbasa), «recupere la libre disposición de bienes», no sin volvérsele a atribuir «significación extremista y gran influencia en el establecimiento de la Casa del Pueblo de Eulate».

En 1979, a los 43 años de su asesinato, Balbino es inscrito en el Registro Civil de defunciones. La certificación es de una asepsia que horroriza: «Falleció en las inmediaciones del kilómetro 24 de la carretera Estella-Olazagutia».