Borja Lázaro, ingeniero informático de profesión pero aficionado a la fotografía, estaba pasando unos días en la localidad turística de Cabo de la Vela para hacer un reportaje fotográfico sobre los indígenas colombianos.

Se alojaba en una posada y fue visto por última vez el 8 de enero después de pasar la noche tomando unas copas con dos turistas alemanes, dos chilenas y unos colombianos.

La Policía Nacional de Colombia se volcó con el caso y el gobernador de la zona llegó incluso a ofrecer una recompensa a quien aportara pistas fiables pero sin éxito.

La Policía no descarta ninguna de las tres hipótesis con las que trabaja, una de ellas, que fuera secuestrado; otra, que se ahogara en el mar y una más, que se introdujera desorientado en el desierto y esté perdido.

Hoy, en un pleno del Ayuntamiento de Gasteiz, todos los grupos han respaldado una declaración institucional, cuya lectura ha sido seguida por la madre y un hermano de Borja Lázaro.

En el texto se expresa la solidaridad con la familia y amigos de Lázaro y la voluntad de la corporación de colaborar con las labores de búsqueda en la medida de sus competencias.

Además de pedir al Gobierno de Mariano Rajoy que colabore con el colombiano para redoblar la búsqueda, el Ayuntamiento muestra su agradecimiento a las autoridades de Colombia por su implicación en las tareas de localización de Lázaro.

Según la familia, la Policía Nacional colombiana consiguió encontrar a prácticamente todas las personas que estuvieron con Borja aquella noche pero su declaración no ha aportado nada relevante para la investigación.

Además, los familiares echan en falta apoyo institucional por parte del Gobierno español ya que, según aseguran, las únicas comunicaciones que han mantenido siempre han sido por escrito y a iniciativa de ellos.