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Una de cada nueve personas sufre de hambre en el mundo, según denuncia la ONU

Cerca de 805 millones de personas en el mundo, es decir una de cada nueve, padecen hambre, lo que representa más de cien millones menos que hace una década y lo que permite mantener la esperanza de reducir a la mitad el número de personas hambrientas antes de finales de 2015, según un informe publicado por la Organización de Naciones Unidas.

Niñas somalíes desplazadas aguardan el reparto de comida en un centro de la ONU. (Tony KARUMBA/AFP PHOTO)
Niñas somalíes desplazadas aguardan el reparto de comida en un centro de la ONU. (Tony KARUMBA/AFP PHOTO)

De acuerdo con el ‘Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo’ (SOFI 2014, por sus siglas en inglés), la cifra de personas hambrientas se ha reducido en más de 100 millones en la última década y en más de 200 si se compara con la que había en 1990-92, lo que «confirma una tendencia», según los autores del informe, la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PAM).

Esto significa, han subrayado, que el Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM) de reducir a la mitad la proporción de personas subalimentadas para 2015 puede alcanzarse «si se intensifican los esfuerzos apropiados de forma inmediata». De hecho, hasta la fecha, «63 países en desarrollo» han alcanzado la meta de los ODM, y seis más están en camino de conseguirla en 2015.

«Esta es la prueba de que podemos ganar la guerra contra el hambre, y debería inspirar a los países a seguir adelante, con la ayuda de la comunidad internacional en lo que sea necesario», defienden los responsables de la FAO, el FIDA y el PAM, José Graziano da Silva, Kanayo F. Nwanze y Ertharin Cousin, en su prólogo al informe.

Los tres hacen hincapié en que «una reducción del hambre acelerada, sustancial y sostenible es posible con el necesario compromiso político», y que este «tiene que contar con información suficiente y una buena comprensión de los problemas nacionales, las opciones de política pertinentes, amplia participación y lecciones de otras experiencias».

Según el SOFI 2014, el acceso a los alimentos ha mejorado rápidamente y de manera significativa en países que han experimentado un progreso económico general, en particular en Asia oriental y el Sureste asiático. También ha mejorado en Asia meridional y América Latina, pero sobre todo en países con redes de seguridad adecuadas y otras formas de protección social, incluyendo para los pobres rurales.

Regiones rezagadas

Sin embargo, incide el informe, pese a los avances en general, varias regiones y subregiones se han quedado rezagadas. En Africa subsahariana, más de una de cada cuatro personas permanecen crónicamente subalimentadas, mientras que en Asia es donde viven la mayoría de los hambrientos: 526 millones de personas.

Frente a ellos, América Latina y el Caribe han logrado los mayores avances globales en el aumento de la seguridad alimentaria, mientras que Oceanía ha logrado una modesta mejora.

De los 63 países que han alcanzado la meta de los ODM, 25 han logrado también el objetivo más ambicioso de reducir a la mitad el número de personas desnutridas para el año 2015, si bien «el tiempo se ha agotado» para poder alcanzar esta última meta a nivel global, según el informe.

Acciones concretas

Así las cosas, la cifra de personas desnutridas sigue siendo «inaceptablemente alta» por lo que los responsables de la FAO, el FIDA y el PAM han destacado la necesidad de renovar el compromiso político para combatir el hambre y de transformarlo en acciones concretas.

«La inseguridad alimentaria y la malnutrición son problemas complejos que no pueden ser resueltos por un solo sector o parte interesada, sino que deben abordarse de manera coordinada», han añadido, en un comunicado conjunto, por lo que han pedido a los gobiernos que trabajen en estrecha colaboración con el sector privado y la sociedad civil.

El informe especifica que la erradicación del hambre requiere establecer un entorno favorable y un enfoque integrado. Este enfoque incluye inversiones públicas y privadas para aumentar la productividad agrícola; el acceso a la tierra, los servicios, las tecnologías y los mercados; y medidas para promover el desarrollo rural y la protección social para los más vulnerables, incluido el fortalecimiento de su resiliencia ante los conflictos y los desastres naturales.

Asimismo, se hace hincapié en la importancia de los programas de nutrición específicos, en particular para hacer frente a las deficiencias de micronutrientes de las madres y niños menores de cinco años.