@albertopradilla

Los griegos han votado entre la amenaza exterior y la incertidumbre

Los colegios electorales griegos han cerrado a las 19.00 horas (18.00 horas en Euskal Herria). Las primeras encuestas vaticinaban una ajustada victoria del «No» aunque estaban basadas en preguntas telefónicas.

Tsipras votando en un colegio electoral. (AFP)
Tsipras votando en un colegio electoral. (AFP)

La jornada se ha desarrollado con absoluta tranquilidad y condicionada por el discurso del miedo y las inferencias que llegan desde Europa.

Las urnas ya han cerrado en Grecia. En las próximas horas se conocerá el resultado de un referéndum que puede marcar la evolución de la Unión Europea. En principio, los resultados deberían hacerse públicos entre dos y cuatro horas después del fin de las votaciones. Por el momento solo se conoce el resultado de dos encuestas que vaticinan una ajustadísima victoria del «No». La primera, realizada por la cadena Mega, la más vista del país heleno, augura un 51,5% para el «No» y un 48,5% para el «Sí». La segunda, del canal de noticias Skaï, predice un 52% para el Oxi y 48% para el Nai. 

El miedo a una posible expulsión del euro, azuzado desde las instituciones comunitarias, marca a los partidarios del «Sí». En los barrios populares, donde el «No» arrasa, se expresa hartazgo por cinco años de austeridad y urgencia ante la crisis humanitaria.

«Hoy la democracia vence al miedo. La determinación de nuestro pueblo vence al miedo. Estoy seguro de que a partir de mañana vamos a iniciar un nuevo rumbpo para todos los pueblos de Europa». Alexis Tsipras, primer ministro griego, la lanzado este mensaje después de votar en Atenas por la mañana.

«El pueblo griego está lanzando un mensaje poderoso, de dignidad y determinación. Ha tomado el control de sus decisiones», ha proclamado el líder griego en una jornada marcada, precisamente, por la incertidumbre y los mensajes, interiores y exteriores, que buscan condicionar el voto de los ciudadanos.

Que el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, haya vaticinado que una victoria del «No» implicaría que Grecia tenga que imprimir su propia moneda y sea expulsada del euro es un ejemplo de cómo el establishment ha tratado de condicionar la elección de una ciudadanía ahogada por cinco años de austeridad.

Los colegios cierran a las 19.00 horas (18.00 horas en Euskal Herria) y está previsto que los resultados se conozcan entre dos y cuatro horas después de que concluya la votación. A falta de encuestas fiables todo está en el aire.

El voto va por barrios

«Me da igual el euro. A mi lo que me preocupa es la falta de trabajo, que paren los suicidios y que se acabe el hambre». Nicoleta Vallindra, que no supera los 25, se pasa el día «sentada en casa a la espera de que ocurra un milagro». Ni tiene trabajo ni lo espera. Vive en el barrio de Peristeri, una zona popular con amplias tasas de desempleo.

En los alrededores del colegio hay mesas de Antarsya (partido a la izquierda de Syriza que propone la salida de Europa), de Syriza y del KKE (que lleva su propia papeleta en la que han escrito «No» a los recortes de la Troika, «No» a los recortes del Gobierno). Nadie hace campaña por el «Sí». El tópico dice que los barrios más desfavorecidos se imponen las tesis del Gobierno. Sin embargo, podríamos estar ante un empate técnico. Es decir, que no solo los ricos van a votar por seguir con las medidas de austeridad. Para Vallindra, el temor a ser expulsados de Europa no tiene sentido. «Voto porque odio a los líderes europeos, especialmente a Wolfgang Schäuble (ministro alemán de finanzas)», dice, contundente.

El ambiente es completamente distinto en Kolonaki, un barrio pudiente del centro de Atenas. Aquí la mayoría está por el «Sí» y las conversaciones están más centradas en los riesgos de una hipotética salida de la Unión que los líderes de Syriza ya han rechazado.

«Votar ‘Sí’ es lo más estable. Bruselas ya ha dejado claro que no permitirá otra cosa y yo tengo miedo de que seamos expulsados». Suzanee, de 30 años, habla un inglés de Oxford. De hecho, trabaja en Londres en una multinacional y solo ha aterrizado en Atenas para votar. «Soy de las personas que ha tenido que emigrar», dice. Aunque también es cierto que hizo su master en la capital británica. Su padre sigue atento la conversación. Se interesa por las respuestas en otros barrios. «Esta es una de las zonas más acaudaladas de Atenas, es lógico que gane el ‘Sí’, pero habrá que ver qué ocurre», asegura. 

«Veo a los adversarios más enfadados que en otras ocasiones». Yannis Kastanos, abogado, es una anomalía en Kolonaki. Lleva una pegatina con el «Oxi» y vigila que la votación se desarrolle con normalidad. Es miembro de Syriza y está acostumbrado a trabajar en «entorno hostil». En su opinión se impondrá el «No» porque no hay otra opción. Como muchos de los partidarios de Alexis Tsipras, pregunta por Podemos en el momento en el que escucha castellano. El Ejecutivo heleno, que está gestionando la crisis en absoluta soledad en el Eurogrupo, espera que una victoria de Pablo Iglesias en noviembre podría suponer un inicio del cambio en la correlación de fuerzas. 

Pese a lo decisivo de la jornada, las votaciones se desarrollan en absoluta normalidad. No se han registrado enfrentamientos en una sociedad polarizada y con graves urgencias materiales. Las colas seguían en los cajeros y existe intranquilidad ante la posición que pueda mantener el Banco Central Europeo mañana.

Según una asociación financiera, las sucursales solo tenían liquidez hasta mañana. Aunque esta afirmación también puede interpretarse como una más de las presiones destinadas a condicionar el voto griego. Yanis Varoufakis, ministro de Finanzas, ha asegurado que una victoria del «No» garantizaría un acuerdo en 24 horas. Quién sabe. Ahora mismo Atenas cuenta las horas para conocer el resultado y comenzar una semana crítica.