Beñat ZALDUA

Bailando al ritmo que marca el Estado

Beñat Zaldua
Beñat Zaldua

La utilización política de la justicia y de las fuerzas de seguridad, al margen de lo que haya de cierto en la operación contra la presunta financiación ilegal de CDC, es un escándalo. La carta de Felipe González comparando por enésima vez a independentistas con nazis y fascistas es un insulto. Y la reforma exprés del Tribunal Constitucional planteada por el PP el lunes, una desvergüenza.

Sí, lo que quieran, no hay discusión al respecto. ¿Pero han oído algo sobre Catalunya en los últimos días que no tenga que ver con estos tres temas? Una de las primeras batallas a librar en una campaña electoral (como en cualquier proceso político) es el de la agenda. Marcarla no garantiza el éxito, pero es una gran ayuda, aunque sea porque obligas al contrario a ir a contrapie.

Y en este sentido, el Estado está dando una lección maestra en los últimos días. El viernes introdujo en campaña, y a lo grande, el tema de la corrupción. Era una carta que todos esperaban, pero que inquieta sobre todo por la premura con la que se ha puesto encima de la mesa. Si lanzaron la mediática operación a falta de un mes para las elecciones, es de esperar que a lo largo de estas cuatro semanas seamos testigos de más novedades, ya que es difícil creer que hayan quemado el cartucho entero tan pronto. Y con todas las cautelas, y sin perder nunca de vista el uso electoralista de los aparatos del Estado, cabe recordar que estamos ante una investigación judicial iniciada con una denuncia de ERC. Vamos, que no hay ningún informe apócrifo de la UDEF detrás de la operación del viernes. Por lo tanto, veremos.

Con la despreciable carta de Felipe González y la regresiva reforma del TC de los últimos días, el Estado ha seguido obligando a los líderes catalanes a intervenciones reactivas y defensivas, como se pudo ver ayer con Mas. Por buen orador que sea, nada puede tapar que una comparecencia para explicar el 27S acabó convirtiéndose en un alegato de defensa. Y a la defensiva, el independentismo difícilmente ganará los votos indecisos que le faltan para una victoria sin paliativos.