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‘De Martutene a Logroño’

El pasado 1 de marzo Arnaldo Otegi salió de prisión por sexta vez en su vida y tras cumplir un total de casi 15 años de cárcel por su militancia. La anterior vez fue en Martutene, en agosto de 2008 y la libertad le duró poco más de un año, un periodo en el que la izquierda abertzale configuró las bases para un giro estratégico que pretendía cambiarse a sí misma, para poder cambiar así el país. Ocho años después, el giro se ha consolidado pero la izquierda independentista afronta una nueva etapa histórica en la que debe cerrar el ciclo de confrontación anterior y dar cauce a las condiciones existentes para iniciar un proceso hacia la independencia.

Miren Zabaleta, Arkaitz Rodriguez y Arnaldo Otegi tras la liberación de este último en Logroño
Miren Zabaleta, Arkaitz Rodriguez y Arnaldo Otegi tras la liberación de este último en Logroño

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El documental periodístico ‘2008-2016, de Martutene a Logroño’ relata a través de un testimonio coral los ocho años que han transcurrido desde la puesta en libertad de Arnaldo Otegi en agosto de 2008 hasta hoy. Un periodo en el que la izquierda abertzale ha consolidado su giro estratégico y posibilitado una nueva realidad en el país. Otegi vuelve a la calle tras seis años y cuatro meses en prisión, y después de haber cumplido un total de casi 15 años de encarcelamiento.


Documental íntegro.

Arkaitz Rodriguez, compañero de causa de Otegi, era uno de los que acudió a Martutene el 30 de agosto de 2008 a recibir a quien por entonces la mayoría de medios describía como ‘ex portavoz de Batasuna’, debido a la ilegalización del último partido de la izquierda abertzale. «Era un momento de enfrentamiento armado abierto», recuerda, «había gran escepticismo en torno a la situación de la propia izquierda abertzale», «sin paños calientes, era un momento difícil, duro y complicado», sentencia.

Había pasado tan solo un año desde la ruptura del último proceso de negociación. Tres días después de que ETA confirmará el final del proceso Arnaldo Otegi fue encarcelado y cuatro meses después lo fue toda la mesa nacional de Batasuna en la operación de Segura. Una breve cronología de esos dos años muestra cuál era la realidad del país: Miguel Sanz reeditó la presidencia en Nafarroa tras el famoso ‘agostazo’ del PSOE, ETA mató a dos guardias civiles en Capbreton, a Isaias Carrasco en Arrasate, a Inaxio Uria en Azpeitia y al policía español Eduardo Puelles en Bilbo. Un periodo en el que ETA también actuó en Ondarroa, la sede de Vital Kutxa en Gasteiz, la Universidad de Navarra (Opus), y contra la Guardia Civil en Burgos y en Mallorca, entre otros. El Estado español ilegalizó a EAE-ANV y a la candidatura D3M, Igor Portu y Mattin Sarasola fueron detenidos y torturados, la alcaldesa de Arrasate Ino Galparsoro fue encarcelada, la Audiencia Nacional española sentenció a cientos de años a 47 procesados en el sumario 18/98 y tras unas elecciones en las que la izquierda independentista vasca no pudo participar, Patxi López se hizo con la Lehendakaritza con el apoyo del PP.

Anita Lopepe, uno de los principales rostros de Sortu en Ipar Euskal Herria, recuerda, además, que el Estado francés siguió la estela del español con una redada contra 14 militantes de Batasuna, «algo novedoso y preocupante», lamenta, y destaca, por su gravedad, la desaparición del militante de ETA Jon Anza.

El entonces ministro de Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, había anunciado más de 200 detenciones contra militantes de la izquierda abertzale. 2009 se cerró con un triste récord, 764 presos políticos vascos dispersados en cárceles españolas y francesas.

Según Miren Zabaleta, condenada por el ‘caso Bateragune’, la salida de Arnaldo Otegi de la prisión de Martutene fue determinante para encauzar el debate en el seno de la izquierda abertzale que culminaría con un giro estratégico. Tras meses sin realizar declaraciones ante los medios de comunicación, Otegi compareció junto a una nutrida representación de diferentes generaciones de la izquierda abertzale para anunciar que «este país necesita una estrategia independentista eficaz». En aquella rueda de prensa de marzo de 2009, Otegi hizo hincapié en la necesidad de unir fuerzas hacia un proceso independentista. Dos meses después, tomó la palabra en un abarrotado Anaitasuna con motivo de la concurrencia a las elecciones europeas de Iniciativa Internacionalista. Sería el último acto masivo de Otegi antes de volver a ser encarcelado, un acto al que la izquierda independentista llegaba ya en pleno proceso de reflexión. «Ahora que todos los periódicos hablan del debate de la izquierda abertzale», dijo Otegi, «les quiero aclarar que el debate que está realizando la izquierda abertzale es, ‘¿cómo ganamos’?». El portavoz subrayó que «la izquierda abertzale debe recuperar la ambición de ganar», puso en valor la necesidad de «crear un bloque histórico a la izquierda del PNV», solicitó «confianza en el pueblo» y concluyo diciendo que «la izquierda abertzale no nació para resistir, ni tan siquiera para responder, la izquierda abertzale nació para ganar, y vamos a ganar». Eran las bases del cambio estratégico que la izquierda independentista vasca ya había iniciado.

 

Detenciones ‘caso Bateragune’

Un martes de octubre, día 13, el juez Baltasar Garzón ordenaba la detención de 10 militantes de la izquierda abertzale entre los que se encontraban los condenados en el denominado ‘caso Bateragune’. Sonia Jacinto, una de las detenidas y posteriormente condenadas, recuerda que el documento que contenía las claves de la nueva estrategia fue enviado una o dos horas antes de la irrupción de la Policía española en la sede de LAB de Donostia. Aun preocupados por la operación que pretendía «bloquear el debate», según Miren Zabaleta, o «buscar una escisión en la izquierda abertzale», Jacinto afirma que «estábamos esperanzados, porque el debate estaba en el pueblo, no solo en las salas de reuniones».

En esa operación fue detenido también Rufi Etxeberria. En prisión desde la razzia de Segura de julio de 2007, recobró la libertad tan solo un mes antes de la redada ordenada por el juez Garzón. «Salí de prisión el 9 de setiembre», recuerda Etxeberria, «sentí una gran satisfacción, porque el documento elaborado contenía las principales claves de la nueva estrategia y porque en breve la izquierda abertzale iba a abordar un debate que supondría un vuelco histórico».

La manifestación convocada en Donostia para el sábado de esa misma semana mostró la potencialidad de la decisión que iba a tomar la izquierda independentista. Todas las fuerzas abertzales se sumaron a la marcha, desoyendo la «advertencia» del ministro de Interior español de que acudir a la manifestación suponía apoyar «una estrategia político-militar». La falacia del Gobierno español había quedado fuera de cuadro, la inmensa mayoría de la sociedad vasca había comprendido el cambio que pretendía realizar la izquierda abertzale. Sonia Jacinto recuerda que el documento, colgado días después en la página de internet de GARA, fue descargado más de 300.000 veces, Arkaitz Rodriguez remarca que «la sociedad comprendió que el objetivo era que la izquierda abertzale no pudiera concluir el debate con el cambio de estrategia», Rufi Etxeberria que la manifestación «determinó un tiempo nuevo en el ámbito de la respuesta a la represión» y Miren Zabaleta pone en valor «la credibilidad» que tomó «la apuesta de la izquierda abertzale por un cambio de estrategia».

Un debate difícil

Anita Lopepe remarca que el cambio de estrategia «suponía un gran cambio» y «daba cierto vértigo». La dimensión del cambio, la intoxicación mediática y gubernamental española y las propias dificultades de la izquierda abertzale provocaron que fuera un «debate difícil y no exento de fricciones», según recuerda Arkaitz Rodriguez. José Ramón Martinez de la Fuente, ‘Txori’, preso durante casi tres décadas, vivió el debate en prisión y coincidió en Logroño con Arnaldo Otegi, «cuando llegó le atosigábamos a preguntas» querían conocer qué había pasado desde el último proceso negociador, cómo se había llegado al cambio de estrategia, porque recuerda que «la información que teníamos era muy sesgada y quizás no siempre la adecuada». Antton López recobró la libertad en 2013, tras la derogación de la denominada ‘doctrina Parot’, afirma que «cuando nosotros necesitábamos hablar para aportar nos llega una fase represiva, quieren cortarnos la comunicación con el exterior». Durante esos años Instituciones Penitenciarias comenzó a exigir cacheos integrales a los familiares de los presos en las prisiones del Estado español, obstaculizando así los ‘vis a vis’ y la comunicación de los presos con sus allegados.

Las detenciones del ‘caso Bateragune’ y el endurecimiento de las condiciones en las prisiones pretendían «impedir el cambio de estrategia», según Arkaitz Rodriguez. Sin embargo, un mes después del encarcelamiento de los cinco de ‘Bateragune’, el 14 de noviembre de 2009, una nutrida representación de la izquierda abertzale comparece en Altsasu para mostrar su «compromiso con un proceso pacífico y democrático», afirman que «la nueva fase necesita nuevas estrategias, pactos y herramientas» y apelan a los principios del senador Mitchell. Dos meses después, ETA afirma que «la izquierda abertzale ha hablado y ETA hace suyas sus palabras». Rodriguez cree que «esa declaración vino a corroborar el doble fracaso del Estado», ya que la izquierda abertzale había abordado el cambio estratégico y lo había hecho de manera conjunta. Un mes después trascendió el documento ‘Zutik Euskal Herria’, el resultante del proceso de debate interno.

Rodriguez, entonces en prisión, vio cómo la nueva estrategia «desde un primer momento despliega su potencial en cuanto a posibilitar esa acumulación de fuerzas, que no es otra cosa que la materialización de las condiciones objetivas». Rufi Etxeberria recuerda los acuerdos estratégicos logrados primero con Eusko Alkartasuna y después con Alternatiba, más tarde Aralar se sumaría a esa acumulación. Todos, junto a otros muchos organismos, fueron artífices del Acuerdo de Gernika en setiembre de 2010, que apostaba por un proceso de resolución para Euskal Herria.

Primer reto, legalización

La acumulación de fuerzas era ya un hecho, pero la izquierda abertzale seguía siendo un movimiento político ilegalizado. Rufi Etxeberria afirma que era un «obstáculo previsto», que «el Estado pretendía retrasar cuanto pudiera la legalización». Tres meses antes de las elecciones municipales de 2011 la izquierda abertzale presentó los estatutos de su nuevo partido, Sortu. El Estado retrasó su legalización más de un año, pero para entonces la confluencia con otras fuerzas políticas ya era una realidad y la izquierda abertzale acudió a la cita con las urnas de mayo en coalición. «Se hizo un gran trabajo entre todas las fuerzas políticas, y así llegamos a aquella noche mágica del Arenal», recuerda Etxeberria.

Bildu se presentó como una coalición entre Eusko Alkartasuna, Alternatiba e independentistas abertzales de izquierdas. Por la mínima y en el último suspiro, el Arenal bilbaino fue el escenario en el que miles de ciudadanos celebraron la legalización de Bildu al grito de «Independentzia» en una noche inolvidable.

Las huelgas generales convocadas por la mayoría sindical vasca durante los últimos años ya habían mostrado la potencialidad de ese «bloque histórico a la izquierda del PNV» al que Arnaldo Otegi había hecho referencia en numerosas ocasiones antes de ser encarcelado. La foto del Arenal suponía la plasmación en oferta política de esa acumulación de fuerzas. Bildu cosechó unos resultados inimaginables tan solo unos meses antes y logró grandes cotas de poder institucional, a destacar la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia, llegando a ser primera fuerza en Hego Euskal Herria en número de concejales. Durante ese mismo periodo, la nueva estrategia había posibilitado, también en Ipar Euskal Herria, la suma de fuerzas de los independentistas de izquierdas, consolidando poco a poco la confluencia, en este caso, en torno a EH Bai.

Durante ese curso político, 2010-2011, ETA había anunciado primero la decisión de no realizar acciones armadas, en enero decretó un alto el fuego «permanente, general y verificable», y se había presentado el Grupo Internacional de Contacto. Era la antesala de la Conferencia de Aiete. Anita Lopepe acudió al palacio donostiarra como representante de la izquierda abertzale, «eramos consciente de que era una foto histórica». Una representación presidida por el ex secretario general de la ONU Kofi Annan trazó en Donostia la hoja de ruta para una resolución ordenada del último conflicto armado de Europa. Tres días después, ETA anunció el final de la lucha armada abriendo un nuevo tiempo en Euskal Herria.

Hoja de ruta no compartida y bloqueo estatal

La representación de políticos de Ipar Euskal Herria fue cualitativamente muy importante, participaron electos de la UMP, del Partido Socialista, centristas y comunistas, entre otros. Lopepe afirma que «provocó posteriormente un diálogo muy importante» que derivó primero en la Declaración de Baiona (2014) y después en la Conferencia por la Paz de París (2015).

El contraste entre la respuesta de los agentes políticos a un lado y otro de la muga es evidente. Lopepe cree que se debe a que «la izquierda abertzale, todavía, no es un contrincante demasiado peligroso en Ipar Euskal Herria, mientras sí lo es en Hego Euskal Herria». Por ello, cree que la falta de voluntad de los partidos al sur de la muga se debe a que «miden cada paso no en base al beneficio que traerá a la ciudadanía, sino al beneficio o perjuicio que le causará al contrincante político».

Rufi Etxeberria, responsable de Sortu para la resolución, recuerda, tal como ha trascendido años después, que a Aiete se llega después de que «los facilitadores internacionales lograran acordar por un lado con ETA y por otro con el Gobierno español compromisos concretos». Lamenta que «solo ETA cumplió sus compromisos» y que «algunos agentes pasaron de la Conferencia de Aiete al pacto del Congreso». Se refiere a la resolución aprobada en febrero de 2012 por el PP, el PSOE y PNV en el Congreso español en el que estos partidos unieron sus votos en una declaración que obviaba la Declaración de Aiete y solicitaba la disolución de ETA. Etxeberria cree que «es la base de la falta de desarrollo de Aiete».

Aiete se había bloqueado en el segundo punto, aquel en el que se insta a los gobiernos español y francés a iniciar conversaciones con ETA para tratar las consecuencias del conflicto. Miren Zabaleta cree que «la izquierda abertzale, con el cambio de estrategia, había pasado el testigo a la ciudadanía y eso dejaba al Estado fuera de juego». Antton López afirma que ante esa situación, el Estado «fortalece el espacio en el que él es protagonista, el de los presos». Durante estos últimos años la política penitenciaria del Gobierno español se ha mantenido intacta, sigue la dispersión y no ha habido ningún paso ni en el caso de los presos gravemente enfermos ni en el de aquellos que han cumplido la mayor parte de su condena. La obcecación con la denominada ‘doctrina Parot’ es una de las muestras del inmovilismo estatal tras Aiete.

Sin embargo, tanto el Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) como el de los exiliados ha dado numerosos pasos durante este periodo. Tras un masivo acto en Biarritz (2013), los exiliados anunciaron en 2014 que iniciaban el retorno a casa «dando solución desde hoy a aquellos casos en los que es posible». En el caso de los presos, López recuerda que la aportación del EPPK tiene su plasmación en el documento de diciembre de 2013, declaración en la que respondía de manera positiva a las recomendaciones realizadas por el Foro Social y en el que «entre otras cosas importantes, dice que está dispuesto a aceptar la vía legal para aportar al proyecto independentista y abrir espacios de confrontación con el Estado» según recuerda López. El expreso cree que «sería un error afirmar que la vía jurídica significa buscar salidas personales» ya que el objetivo es «buscarle al Estado las contradicciones y devolvérselas en forma de contenido político».

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Ante la cerrazón de los estados, Antton López cree que para los presos «la salida es la propia sociedad vasca» y que por ello, debe exigirse el cumplimiento de los derechos humanos y el levantamiento de la legislación de excepción.; reivindicaciones, todas ellas, de «gran contenido político» en cuanto «devuelven al Estado sus propias contradicciones».

Según el expreso vizcaino, el bloqueo es consecuencia de que los estados «temen la potencialidad del proyecto de la izquierda abertzale» y es por ello que «quieren dejar pasar tiempo para que pierda fuelle». Afirma que «tenemos que activar la parte social que entiende que la resolución empieza por solucionar las consecuencias de la fase anterior». Una visión de las cosas ampliamente compartida por la inmensa mayoría social de este país, tal como han demostrado las multitudinarias manifestaciones que han tenido lugar en Bilbo durante los últimos años a favor de los derechos de los presos.


Manifestación de 2013

Un país nuevo

Lo cierto es que, la opinión mayoritaria de la sociedad vasca no ha sido capaz, por ahora, de superar la cerrazón estatal. Prueba de ello que los condenados por el ‘caso Bateragune’ están cumpliendo de manera íntegra la condena impuesta. Rafa Díez sigue en prisión y Miren Zabaleta volvió a Iruñea tras cumplir su pena en octubre.

La capital y Nafarroa en sí misma constituyan, quizás, el mayor exponente de cómo ha cambiado Euskal Herria en los últimos años. La alcaldesa de la capital navarra era Yolanda Barcina cuando Zabaleta fue encarcelada. Tras la caída del régimen, Zabaleta ha vuelto a una ciudad cuyo regidor es el abertzale Joseba Asiron.

En un encuentro entre ambos, Asiron y Zabaleta recuerdan aquella noche de mayo de 2015 en el que ambos, el primero en la sede de EA de la Plaza del Castillo, y la segunda en su celda de la prisión de Valladolid, contaron escaños y concejales para confirmar que sí, que el régimen que parecía inamovible se había caído, que la suma de UPN y el PSN no daba. Zabaleta confiesa la emoción con la que vivió el momento en el que Asiron bajó a la plaza con bastón de mando en mano. «Fue ese el verdadero momento de toma del cargo», recuerda el alcalde de Iruñea. Una plaza consistorial con ciertos tintes sanfermineros clamó «Agur UPN» y ovacionó al nuevo regidor de la capital al grito de «gora herria!».

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Ambos coinciden en señalar la importancia del cambio de estrategia para posibilitar el cambio en Nafarroa. Asiron añade que «la sociedad estaba madura» para afrontar el cambio y que «ha sido fruto de un proceso largo». Zabaleta recuerda, ahora sonriente, que la «tomaban por loca» cuando hablaba de la posibilidad de hacer caer el régimen en Nafarroa.

Otro de los exponentes del cambio que ha vivido este país es la localidad natal de Sonia Jacinto. «La Orereta que he conocido ahora no tiene nada que ver con la de hace 6 años», recuerda, «es un pueblo que ha sufrido mucho, muchas muertes, muchas víctimas, muchos presos...». Durante estos años ha sido uno de los máximos precursores en la superación del conflicto de décadas, prueba de ello la iniciativa Eraikiz, impulsada por todos los grupos políticos de la localidad.

Nuevas preguntas, nuevas respuestas

El alcalde Julen Mendoza es uno de los pocos que aguantó ante los resultados adversos de EH Bildu en Gipuzkoa en la última contienda electoral municipal. En un acto previo a la cita con las urnas, el regidor se refirió a la nueva realidad del independentismo vasco de esta manera: «decía Mario Benedetti que cuando creíamos que teníamos todas las respuestas cambiaron todas las preguntas. Y eso es lo que ha pasado, que las preguntas de la sociedad han cambiado. Pero eso no es un drama, ni un fracaso de la estrategia política, son las circunstancias propias de todo proceso de ruptura con lo viejo, y a su vez es una oportunidad si sabemos aprovecharlo. Porque como dijo aquel, en política triunfa quien pone la vela donde sopla el aire, y no quien pretende que sople el aire donde pone la vela».

Poner la vela donde debe, es uno de los retos que afronta ahora la izquierda abertzale en el proceso Abian, un debate en el que debe dirimir cómo implementa la estrategia definida en Zutik Euskal Herria. El objetivo no es más que el de superar un impasse que, paradójicamente, se da en un escenario nuevo que ella misma ha contribuido a generar de manera importante.

Arkaitz Rodriguez cree que es necesario «poner en valor lo que el independentismo ha conseguido». Recuerda que este ha sido primera fuerza en el país, «algo inimaginable hace 6-7 años», habla de las inmensas movilizaciones por los presos y de la cifra de estos que ahora es inferior a 400, «que si fuese por el Estado serían 1.500», recuerda también el cambio en Nafarroa o la posibilidad que tiene Ipar Euskal Herria de lograr el reconocimiento institucional.

Sobre esto último, Anita Lopepe subraya que las tres provincias del norte están a punto de conquistar una reivindicación que se remonta a los tiempos de la Revolución francesa y que supondrá «cerrar un capítulo en el ámbito territorial, que es el hecho de que Ipar Euskal Herria no existe» en la estructura institucional. Una nueva situación a la que ha contribuido el crecimiento de la oferta de los abertzales de izquierda y que lleva a Lopepe a afirmar que «estamos demostrando que el modelo conservador tan arraigado aquí, y que tanto mal ha hecho, está viviendo sus últimos días».

Miren Zabaleta pone en valor cómo ha cambiado el país, pero afirma que ahora «la izquierda abertzale debe volver a adecuarse a esa Euskal Herria que ha cambiado». Jacinto comparte esa opinión y cree que «al cambiar de estrategia, la izquierda abertzale debe cambiarse a sí misma», porque si no no será capaz de explotar al máximo las nuevas condiciones generadas por la estrategia renovada.

En ese cambio, el papel de EH Bildu se antoja crucial. Reunidos en el Arenal bilbaino para este reportaje, Aitziber Ibaibarriaga, Oskar Matute, Rebeka Ubera y Peio Urizar coinciden en señalar el final de una etapa. El secretario general de Eusko Alkartasuna recuerda que aunque la coalición es fruto de un acuerdo estratégico entre cuatro fuerzas políticas «el objetivo es ir mucho más allá y crear espacios más amplios» a lo que Ubera, Aralar, añade que «es momento de superar la propia coalición y abrir las puertas para ser un movimiento amplio». Ibaigarriaga apuesta por superar las «etiquetas propias» y centrarse más en «pensar qué queremos hacer y con quién». Matute cree que la clave es «construir la hegemonía» más allá del ámbito electoral y que para ello EH Bildu «no puede ser un proyecto solo para la gente que tiene muy claro la idea de país que tiene» y que debe ser «un proyecto abierto, no excluyente e igual de fuerte en Ezkerraldea que en el último valle de Nafarroa».

Rufi Etxeberria habla de un cambio sustancial en la manera de entender las líneas de trabajo del independentismo vasco. Consciente de que el bloqueo estatal pretende noquear un proceso independentista similar al catalán en Euskal Herria, cree que «lo que falta por cerrar del ciclo anterior» debe servir de palanca para abrir un nuevo ciclo político. Así, si en Zutik Euskal Herria la izquierda abertzale afirmaba que primero debían solucionarse las consecuencias del conflicto para dar pie a un marco democrático, en el que se respetase el derecho a decidir, y finalmente proyectar su propuesta política, «ahora, quizás, es momento de combinar las diferentes fases en una sola centrada en la soberanía». Una vía que pasa por iniciar un proceso independentista en Euskal Herria que al tiempo que conquista cuotas de soberanía posibilite la superación de las consecuencias del conflicto.

Para ello, Arkaitz Rodriguez cree que «existen condiciones inmejorables» e «inimaginables» hace pocos años. Cree que «hay que poner en valor todo lo avanzado» y «tomar conciencia de las grandísimas oportunidades existentes». Cita la «crisis de Estado sin parangón», además de «un contexto internacional inmejorable» con los casos catalán y escocés y «una ola favorable al derecho de autodeterminación». Es por ello que sentencia que es necesario «abordar los cambios necesarios y resolver todo lo que sea necesario para que la izquierda abertzale y este pueblo puedan estar a la altura de las circunstancias y aprovechar lo que, a todas luces, es una oportunidad histórica».

«Hasta el final» y «sonreíd porque vamos a luchar»

Tras cumplir su condena, cientos de personas acudieron primero a Logroño y después a Elgoibar para dar la bienvenida a Arnaldo Otegi. Este, ante la prisión riojana dijo que había que «llegar hasta el final» en el cambio iniciado hace ya siete años. En la plaza de su localidad natal, tomó como referencia su célebre frase «sonreíd porque vamos a ganar» para añadir lo siguiente: «sonreíd porque vamos a luchar, y si luchamos ganaremos».

El Velódromo de Anoeta puso la guinda a la bienvenida ofrecida por miles de ciudadanos vascos a Arnaldo Otegi. La afluencia superó todas las expectativas de la organización, se llenó el recinto deportivo, la carpa anexa y las calles de alrededor. Dentro, un un emotivo acto, Arnaldo Otegi apostó por una agenda popular hacia «un Estado decente». 

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