Luismi UHARTE

Contexto, aspectos destacados y reflexiones sobre el futuro de Cuba

El VII Congreso del PCC culminó el 19 de abril, 55 aniversario de la victoria en la batalla de Girón en la que tropas mercenarias financiadas por EEUU fueron derrotadas en su intento de invasión de la isla.

Raúl Castro alza la mano de su hermano Fidel en la ceremonia de clausura del séptimo congreso general del PCC. (Ismael FRANCISCO/AFP)
Raúl Castro alza la mano de su hermano Fidel en la ceremonia de clausura del séptimo congreso general del PCC. (Ismael FRANCISCO/AFP)

ediática e internacional. A pesar de la diferencia de contenidos se pueden entender como complementarios porque cumplieron su función principal: abordar temáticas relevantes en función del grupo poblacional al que iban dirigidos.

La reflexión de Fidel, en la línea de sus aportes teóricos desde que abandonó la primera línea de fuego, fue de corte más épico y de carácter internacional. Por un lado rememoró la gesta de la Revolución Rusa y paralelamente ensalzó el papel trascendental de las ideas de las y los comunistas cubanos. Por otro lado, por enésima vez lanzó la advertencia del riesgo de desaparición de la especie humana en el actual contexto de capitalismo hipermilitarizado.

Raúl, por su parte, en su papel de conductor principal de la nueva fase histórica de la Revolución Cubana, se centró en un análisis riguroso del escenario nacional y fundamentalmente planteó un balance del proceso de cambio y señaló los retos a corto (próximo quinquenio) y medio plazo (2030), en relación al liderazgo, reforma política y nuevo modelo económico.

Orden político: Aunque el campo económico es en estos momentos el terreno prioritario del tablero cubano, los asuntos de orden político han tenido también una fuerte presencia, destacando sobre todo la renovación del liderazgo político y en menor medida la futura reforma constitucional.

Raúl Castro dejó meridianamente claro que este es «el último Congreso dirigido por la generación histórica», la que lideró la Revolución de 1959, de manera que el próximo congreso de 2021 estará conducido por las generaciones intermedias. Tras más de medio siglo de liderazgo ininterrumpido y sólido de los barbudos de la Sierra Maestra, la inevitabilidad biológica obliga a una renovación inédita en la dirección política, que indudablemente genera incertidumbre no sólo por la desaparición de las grandes figuras sino porque se produce en un contexto de profundas transformaciones en el modelo económico.

De cualquier manera, el proceso de renovación no será abrupto ya que en los últimos tiempos se están incorporando a las más altas instancias de dirección cuadros más «jóvenes», o por lo menos de menor edad que los míticos guerrilleros del 59. En el nuevo Comité Central (CC), de 142 miembros, más de dos tercios han nacido después de la Revolución y el promedio de edad se ha reducido a 54 años. Se han incorporado 55 nuevos miembros y todos son menores de 60 años, cumpliendo así un criterio reciente de fijar una edad máxima para poder incorporarse a esa instancia de dirección. En el caso del Buró Político, 17 miembros, se sigue la misma filosofía ya que de los 5 nuevos integrantes (3 mujeres) que se incorporan ninguno es sexagenario. Se evidencia, por tanto, un esfuerzo por enfrentar paulatinamente una práctica de gestión del poder marcadamente gerontocrática.

Destaca también la incorporación creciente de mujeres y población negra y mestiza a la elite del poder. Estas han aumentado su representación al 44%,y los segundos suponen un 36% del CC. El último aspecto a destacar es que Raúl Castro ha sido elegido por segunda y última vez secretario general del partido, para cumplir dos funciones principales: «no permitir jamás el retorno del capitalismo», según sus palabras, e impulsar la reforma constitucional.

Tras más de 40 años desde que se aprobó la Constitución de 1975, en un contexto de fervor revolucionario y firme alianza con la URSS, las autoridades del país son conscientes de la necesidad de impulsar una reforma de la ley fundamental cubana, para hacerla acorde al nuevo contexto internacional y sobre todo, para ajustarla de manera coherente al proceso de instauración del nuevo modelo económico y social.

Orden económico: El proceso de cambio tiene aristas fundamentalmente económicas, por lo que este área ocupó un espacio relevante. Por un lado, se evaluó el avance de los «Lineamientos de la Política Económica y Social», aprobados en 2011 y que han constituido la hoja de ruta del cambio económico a lo largo del último quinquenio.

Por otro, se aprobaron las líneas que guiarán el futuro debate en torno a otro tema clave en términos ideológicos: la «Conceptualización del Modelo Económico y Social»: la nueva arquitectura teórica que deberá sostener y hacer coherente ideológicamente la nueva fase histórico-económica. A su vez, se dio el visto a las bases del «Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social», herramienta trascendental para aplicar las nuevas políticas hasta 2030.

Respecto al proceso de implementación del nuevo modelo económico se pueden extraer tres tipos de reflexiones que estimularon el debate durante el congreso. En primer lugar, una reflexión de carácter temporal, ya que el presidente cubano advirtió que el despliegue en toda su dimensión («actualización» según la nomenclatura oficial) del nuevo modelo exigirá un periodo largo: más de dos quinquenios. Acotó que el «ritmo dependerá del consenso social» que sean «capaces de forjar al interior de la sociedad» dejando claro que es vital mantener un equilibrio entre las demandas de las generaciones más jóvenes y las más maduras. Esto evidencia una clara consciencia de las experiencias traumáticas de otros procesos de transición en otras latitudes. La «improvisación» y la «precipitación» nos «conducirían al fracaso», advirtió literalmente Raúl.

Una segunda reflexión es de sustrato ideológico y mayormente alude al debate en torno al socialismo y a los tipos de propiedad. Parece que este último aspecto fue el que mayor «polémica» generó por la incontestable obviedad, como el mismo presidente señaló, de que el carácter de cualquier régimen socioeconómico depende de la propiedad que predomina. Raúl fue categórico en tres ideas: la pequeña propiedad no es por esencia anti-socialista ni contrarrevolucionaria; «no permitiremos la concentración de propiedad ni de riqueza»; el Estado tendrá el control de los principales medios de producción (aspecto que tendrá que concretarse porque parece que no hay acuerdo respecto a cuales son estratégicos). De cualquier manera, el socialismo «renovado» que el presidente esboza es antagónico con cualquier intento de «restauración del capitalismo» pero indudablemente plantea una convivencia de tipos de propiedad con hegemonía estatal.

La última reflexión es de carácter metodológico y algunos analistas la consideran el aspecto más positivo del VII Congreso. Nos referimos a la apuesta del gobierno y del PCC de no haber dejado en manos de los 1.000 delegados el cierre del debate en torno al nuevo modelo, sino de abrirlo de nuevo, como ocurrió seis años atrás, a toda la militancia de base y a toda la sociedad en su conjunto.