Beñat Zaldua

¿Hasta qué punto quiere cambiar España?

El fin del bipartidismo fue uno de los titulares que se desprendió de las elecciones del 20D. Un filtro nacional a los resultados de hace seis meses, sin embargo, matiza semejante afirmación.

El vuelco que las elecciones del 20 de diciembre dieron al mapa político español fue espectacular. PP y PSOE pasaron de monopolizar el Congreso con sus 296 diputados (de 350) a disponer de «solo» 213. No hay todavía mayorías posibles al margen de una de las fuerzas del tradicional bipartidismo, pero ninguna de ellas puede gobernar ya con el mero y mínimo apoyo de alguna fuerza nacionalista vasca o catalana, como había venido sucediendo hasta entonces. Despreciar este cambio, sin el cual no se entiende la repetición electoral a la que asistimos hoy, sería estúpido, además de miope.

¿Quiere decir esto que los votantes del Estado español reclamaron de forma generalizada un cambio? Ni mucho menos. Colocar un filtro nacional a los resultados basta para percibir las diferencias. El resumen es sencillo: el fin del bipartidismo se dio sobre todo en aquellos lugares en los que el bipartidismo ya ni existía o era más débil, es decir, en Euskal Herria, Països Catalans y Galiza. En el resto del Estado, el bipartidismo representado por PP y PSOE mantuvo una mayoría holgada.

Las naciones sin Estado envían al Congreso a 133 diputados, algo más que un tercio del total de 350 escaños. En estos tres territorios, la suma de PP y PSOE no llega a la mayoría absoluta, ya que se queda en 60 diputados (un 45% del total de escaños). De hecho, como se puede observar en la infografía que acompaña al texto, Podemos ganó las elecciones en estas seis comunidades autónomas con 36 diputados, tres más que el PP y nueve más que los socialistas. A ello hay que sumar los 25 diputados que suman las fuerzas políticas vascas y catalanas. El deseo de que España cambie, por lo tanto, es evidente en lo que desde el Estado se suele llamar la periferia.

La imagen resultante del gráfico que recoge los otros 217 escaños es sensiblemente diferente. Para empezar, en ellos PP y PSOE suman una amplia mayoría de 153 diputados (un 70% de los escaños en juego). De hecho, en lo que con trazo grueso podríamos denominar España, la suma de los 90 diputados del PP y los 28 de Ciudadanos daría para una holgada mayoría de 118 escaños. Por contra, los de Pablo Iglesias apenas consiguen el 15% de los diputados en juego. En resumen: Podemos obtiene más diputados (36) entre los 133 que se juegan en las naciones sin Estado que entre los 217 que se reparten en el resto del Estado, donde obtiene 33. Ni sumando los dos diputados que IU consiguió el 20D se iguala la cifra. De ahí la pregunta, evidente y lícita, de si realmente España votó a favor del cambio hace seis meses, tal y como alegaron los defensores de dicho cambio blandiendo los resultados globales.

Pese a ser una realidad cultural indiscutible, habrá quien alegue que los Països Catalans no pueden considerarse una unidad política, al no haber en el País Valencià ni en las Illes fuerzas con representación parlamentaria que defiendan dicha unidad. Aceptando momentáneamente la premisa, y aunque cabe tener en cuenta que fuerzas soberanistas como Compromís (y dentro de la coalición, sobre todo, el Bloc) y Més participaron el 20D en candidaturas de confluencia con Podemos en ambos territorios, hay que destacar que los números son bastante parecidos si se tienen en cuenta solamente Galiza, Euskal Herria y Catalunya.

PP y PSOE, con 19 y 18 escaños, respectivamente, apenas rascan 37 diputados de los 93 en juego en estas cuatro comunidades autónomas (algo más que un tercio), mientras que Podemos se llevó al saco 25 escaños, los mismos que suman ERC, DiL (la fórmula de Convergència el 20D), PNV y EH Bildu. En el resto de CCAA, sumando País Valencià e Illes, el PP consigue 104 diputados y el PSOE 72, mientras que Podemos, con 44, queda más cerca de Ciudadanos, que consiguió 34.

Es cierto que en la cita de hoy la suma de Podemos e IU puede mejorar notablemente sus resultados en España, así lo indican al menos las encuestas. Pero está por ver también hasta qué punto el crecimiento se da a costa del bipartidismo. Será uno de los datos, secundarios si se quiere, a analizar esta noche. «Si alguien ha demostrado que se puede ganar las elecciones a los independentistas, esos somos nosotros», aseguró Iglesias en una entrevista radiofónica en el mes de mayo. En efecto, así lo confirmaron los resultados de las elecciones del 20 de diciembre. Pero si la hipótesis era tumbar al bipartidismo y cambiar España, a la espera de los resultados de hoy, el fracaso hace seis meses fue notorio.