Iñaki IRIONDO
Elkarrizketa
IñIGO URKULLU
LEHENDAKARI DE LA CAV

«Los borradores de Loiola fueron un ejercicio muy importante que puede ser útil en la ponencia»

Iñigo Urkullu (Alonsotegi, 1961) inicia su segundo mandato como lehendakari pero esta vez lo hace al frente de un gobierno de coalición entre PNV y PSE, lo que condiciona también sus respuestas y posicionamientos públicos.

¿Cuántos pelos se ha dejado el PNV en la gatera del pacto con el PSE?

Yo diría que ninguno. Cuando uno entra en una negociación sabe que parte de sus principios y postulados pero que siempre hay que ceder. Pero no creo que sea para decir que dejas pelos en la gatera.

El PSE era su socio favorito desde antes de las elecciones...

Eso dicen ustedes. No lo digo yo. Soy honesto conmigo mismo. Ya dije que primero hay que hacer la campaña, luego las elecciones y luego ver el resultado. Fíjese qué hubiera pasado si hubiéramos retenido un parlamentario. Quizá las negociaciones hubieran sido de otra manera...

...habrían tenido mayoría absoluta con el PSE.

U otra posibilidad de juego. En este punto tengo la impresión de que se hacen tópicos, se hacen planteamientos previos, que luego a la vuelta de las circunstancias se dice ‘ves, tenía razón yo’.

Me refiero a que usted siempre ha defendido que en los acuerdos hubiera un partido unionista.

Para los acuerdos de desarrollo de autogobierno o de convivencia que sean para al menos una generación. Creo que así lo piensan todas las formaciones .

En setiembre de 2013, cuando firmaron el pacto con el PSE de Patxi López, usted habló de que se superaban años de enfrentamiento, usted dijo que la fase de Lizarra no le gustaba mucho. Siempre tiene una intención de integrar al PSE.

Como lo han tenido otras fuerzas políticas, por ejemplo la izquierda abertzale. Yo participé en las conversaciones de Loiola, donde estuvimos tres fuerzas políticas. Cuando yo hablo del Pacto de Lizarra no me refiero a su contenido, con el que estoy de acuerdo como abertzale, sino a la manera en la que se gestionó y el condicionamiento que ejercía ETA. La izquierda abertzale también ha tenido conversaciones con el PSE en Txillarre, con Jesús Eguiguren, y a eso nadie le pone reparos, yo tampoco. Y sí he abogado porque los acuerdos de autogobierno y convivencia cuenten con presencia de partidos abertzales, nacionalistas, no abertzales y no nacionalistas.

Ha sumado tres consejerías a las ocho que tenía antes. ¿No teme que eso dé la impresión a la ciudadanía de que las consejerías van en función de los intereses de los partidos?

No, porque estoy cuidando mucho de que la estructura de los departamentos no suponga un incremento con respecto a los anteriores. Es que el gobierno de hace cuatro años había reducido mucho la estructura y los altos cargos. Se han desdoblado departamentos que eran verdaderos superdepartamentos.

¿No queda raro separar Trabajo de Empleo, Ordenación del Territorio de Infraestructuras?

Hubo un ofrecimiento al PSE del Departamento de Empleo y Políticas Sociales y hubo una apuesta del PSE por Trabajo y Justicia. El departamento anterior tenía diferenciadas las estructuras de Empleo y la de Trabajo. No creo que haya una discrepancia en gestionar la empleabilidad y las políticas sociales con Lanbide desde un departamento y lo laboral y Osalan desde otro.

¿Quién elige a los consejeros?

En el caso del PNV, yo. En el caso del PSE, el PSE.

Algunos de los consejeros no dominan el euskara. ¿No hace falta conocerlo para ser miembro de su gobierno?

En el caso del PNV lo van dominando todos. De hecho, en el anterior Consejo de Gobierno, monocolor del PNV, procedíamos en euskara en la mayor parte.

En este no sería posible...

Espero que haya un compromiso por parte del PSE.

Tienen 37 escaños. Necesitan uno más para aprobar leyes. ¿Dónde van a buscarlo?

Todos los partidos tienen los diez ejes que les entregamos desde el PNV y son los que van a estar presentes en la planificación de la legislatura, y sobre los que seguiremos intentando alcanzar acuerdos con las tres formaciones de la oposición.

En el debate de presupuestos lo previsible es que haya posiciones antagónicas entre EH Bildu y PP. ¿A cuáles van a acercarse?

Primero tendrán que ver el proyecto de presupuestos que les mostraremos a los tres partidos y con las enmiendas que quieran presentar veremos los encajes, desde el principio de viabilidad económico-financiera de las ideas que se quieran plasmar y de su sostenibilidad.

Empieza a parecer que el Gobierno de Rajoy y el de ustedes, y el PNV y el PP han iniciado los «ritos de apareamiento» de los que habló Xabier Arzalluz. ¿Espera que haya acuerdos?

El ámbito de PNV y PP no es el mío, aunque haya cuestiones que tengan que ver con el autogobierno y la economía. En lo que respecta al Gobierno Vasco yo estoy por ver los gestos y la disposición a acuerdos del Gobierno español.

¿Qué quiere ver?

Hechos en relación al respeto al autogobierno y en la voluntad de profundizar en él. Sobre el respeto, quiero ver hechos sobre los recursos que el Gobierno español tiene interpuestos a actos nuestros y del Parlamento y también sobre la liquidación del Cupo, pendiente desde 2007. Quiero ver el cumplimiento del Estatuto de Gernika. Y, a partir de ahí, quiero ver profundización en el autogobierno.

¿Descarta el escenario de aprobar presupuestos en Madrid a cambio de aprobar los de aquí?

Como lehendakari de un gobierno de coalición PNV-PSE no estoy planteando ese esquema. Estoy en el esquema de defensa del autogobierno.

Sobre los presupuestos que tienen que preparar, ¿cómo van a ser? ¿Habrá recortes?

No va a ser un presupuesto con alegrías expansivas pero tampoco con recortes. Estaremos en torno a los 11.000 millones de euros, cuando en este momento el presupuesto es de 10.900 millones. Con los datos del Consejo Vasco de Finanzas, tenemos que ajustar los posibles ingresos de más con respecto a 2016, unos 150 millones, con las obligaciones que tenemos que atender.

¿Van a intentar en esta legislatura mejorar las relaciones con los sindicatos y en concreto con ELA y con LAB?

Sí. Sin ninguna duda. Siempre y cuando los sindicatos se reconozcan como tales sindicatos.

¿No se reconocen así?

Hombre... yo he visto una práctica por parte de alguna central sindical trascendiendo lo que es la interpretación como sindicato, cuando además se han reconocido públicamente como una fuerza de contrapoder. La realidad política, institucional y social vasca es tan manifiesta y tan clara como que ha habido unas elecciones el pasado 25 de setiembre donde las ciudadanas y ciudadanos han votado libremente y han elegido a sus representantes. A partir de ahí, el diálogo entre quienes tenemos la responsabilidad de representar a esa ciudadanía en el Parlamento, el Gobierno y esas centrales sindicales que tienen su ámbito de representación para, en principio, entiendo, la defensa de los intereses de los trabajadores. Trascender de la defensa de los intereses de los trabajadores a otros ámbitos como querer ser contrapoder por ser contrapoder es lo que choca con lo que es el ejercicio democrático de lo que representa cada uno y para qué lo representa.

En materia de autogobierno, ¿cuál es el acuerdo mínimo que desearía que hubiera?

Partiendo del proceso de institucionalización que se ha dado en Euskadi y del proceso de autogobierno que se ha ido construyendo con muchas carencias y limitaciones por las prácticas de gobiernos españoles sucesivos, que es lo que denuncio, el hecho de que se pueda abordar el reconcomiendo de Euskadi como nación, el derecho a decidir –que yo entiendo que no habiendo una plasmación de ese concepto en el ordenamiento jurídico, quizá sea mejor hablar del derecho de la ciudadanía a ser consultada– el que pueda conjugarse el principio democrático con el principio de legalidad, que eso se plasme con una consulta legal y pactada, creo que son mimbres para un acuerdo entre diferentes. Si alguien se quiere autoexcluir que no sea porque se han puesto límites al debate.

¿Cree que el PSE podría entrar en un acuerdo de esas características?

Creo que hay un contexto que muestra la necesidad de una revisión del modelo de estado que ha hecho crisis en lo territorial y que los partidos de ámbito estatal tienen la necesidad de abordarlo desde su prisma. En el PSOE en su conjunto tienen que ser conscientes de su realidad y ofrecer alternativas.

PSOE y PP que suman mayoría en el Congreso y pueden tumbar cualquier propuesta, aquí solo son 18 de 75...

El juego no está solo entre el PSOE y el PP. Hay otras formaciones con una representación importante que pueden hacer que el acuerdo que se alcance aquí –y por eso lo importante es alcanzar el acuerdo aquí– se pueda trasladar con garantía de éxito a las Cortes.

¿Y ese acuerdo se trasladará después de hacer una consulta habilitante a la ciudadanía?

El PNV ya planteó su propuesta, en la que está la consulta habilitante. Eso es lo que se puede debatir en la ponencia.

Antes ha hablado de las conversaciones de Loiola, ¿los borradores que salieron de allí pueden ser útiles en la ponencia?

Sí. Siempre he defendido que aquel fue un ejercicio muy importante, que curiosamente quien lo truncó fue ETA, después de que hubiéramos alcanzado un preacuerdo. Fue un ejercicio muy importante identificando hace ahora diez años la que podría ser una salida y un acuerdo integrador entre nacionalistas vascos y no nacionalistas vascos, y que pudiera tener también visos de realidad en el conjunto del Estado.

En materia de paz y convivencia EH Bildu hizo una lectura positiva de los puntos que hay en el pacto. ¿Es un inicio esperanzador?

Sí. PNV y PSE han presentado una propuesta de creación de una ponencia y junto con lo que yo estimo que es la voluntad de EH Bildu, espero que pueda fructificar y concretarse en lo que no fue posible en el ámbito parlamentario en la legislatura pasada. Y digo en el parlamentario porque ha habido mimbres en otros, como el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos con representación de los grupos, y las cosas han ido con normalidad.

¿No se repetirá lo del PSE en la legislatura pasada?

Espero que no. Esa es la voluntad y hay que atender también la voluntad de EH Bildu.

En el caso de que hubiera un acuerdo parlamentario sobre el desarme, ¿tiene su Gobierno capacidad de garantizar la seguridad de los que deben desarmarse?

En diciembre de 2014 ofrecimos un plan de desarme que yo puse en conocimiento del presidente del Gobierno español, de representantes del Estado francés, de agentes internacionales y de agentes sociales aquí en Euskadi. Creo que es una base viable a pesar de que el Gobierno vasco no tenga competencias, que es algo que he reconocido desde el minuto cero. Aquí estamos para intentar ayudar, para intentar poner sobre la mesa vías para ETA, que es la que tiene que proceder al desarme, y que ha mostrado su voluntad ante el Gobierno español que ha hecho oídos sordos a esa voluntad. No teniendo competencias, yo les digo al gobierno español y francés, que son los que las tienen, que actuaremos con lealtad y transparencia. Puede haber una participación delegada.

El pacto con el PSE plantea presentar en el Congreso una proposición en favor del acercamiento de los presos y de la transferencia de la política penitenciaria. ¿Ve al PSOE haciendo eso en Madrid?

Sí. ¿Por qué no? Hace 20 años que en el Parlamento vasco se planteó un plan de acercamiento, después ha habido muchos planteamientos, se ha hecho mucho trabajo con las víctimas del terrorismo... Creo que el PSOE puede entender que es necesario un plan de acercamiento de los presos en cumplimiento de la legislación ordinaria y de los principios constitucionales de la política penitenciaria. Si en 1998 un gobierno de José maría Aznar acercó presos, ¿por qué ahora, veinte años después y tras cinco años del cese de la actividad armada de ETA, no va a ser posible un plan de acercamiento cumpliendo la legislación penitenciaria?

El mismo día que usted juraba su cargo en Gernika moría Fidel Castro en La Habana. ¿Qué tiene que decir sobre su figura?

Envíe un telegrama de condolencia al embajador de Cuba en el Estado español, reconociendo lo que ha sido una figura referente en la segunda mitad del Siglo XX hasta nuestros días, una figura como Fidel Castro.