Miren SÁENZ | UDATE

¿El running cambia de ciclo?

El running continúa teniendo millones de adeptos pero, en los últimos tiempos, va frenando poco a poco el enorme crecimiento que convirtió a principios de la década la costumbre de correr en un fenómeno global. La incorporación masiva de la mujeres fue clave y su presencia sí sigue aumentando.

El atletismo es el deporte que más acerca a los humanos al mundo animal, aunque ni siquiera los más privilegiados puedan aproximarse a las especies más veloces. Evidentemente, hablamos del sector de las carreras. Pocas disciplinas dan tanto margen. Para empezar, no entiende de horarios ni de escenarios, se puede practicar a cualquier edad, en diversas superficies, de noche y de día; en soledad o en compañía. Correr no exige grandes desembolsos porque es una actividad básica, sencilla, en la que basta con calzarse unas zapatillas –los que comulgan con el descalcismo ni siquiera eso– y salir a hacer kilómetros.

Se practica en todo el mundo por gentes de distinta condición física y social que buscan la manera de estar en forma, relajarse, desahogarse, relacionarse e incluso viajar. Cada uno tiene un motivo o varios: desde el reto personal al placer de participar y competir, dos de las claves para mantener la regularidad del entrenamiento y marcarse objetivos.

Y es que además se puede correr sobre el asfalto urbano o el verde de la hierba, en la arena de la playa o del desierto; en la nieve –sobre todo si eres Killian Jornet– junto al mar y hacia la cumbre de las montañas.

Las carreras populares, directa o indirectamente, se han convertido en el escaparate que da visibilidad y en algunos casos hasta recauda fondos a causas diversas. Se corre contra el cáncer, las enfermedades raras, la pobreza, la igualdad..., hay pruebas solo para mujeres, para invidentes, para descalzos o hasta con tacones, un muestrario singular que remite al París de los «locos años 20» cuando se organizaban carreras de gremios (camareros) o de borrachos, aunque ahora pese a la música a pleno volumen y los disfraces, impera la seriedad.

Las distancias son variadas, desde el solitario kilómetro a pruebas que superan los 300 kilómetros pero, entre el sprint y el ultrafondo, el maratón ha sido el punto de atracción de los corredores populares que han dado origen al denominado turismo deportivo. Miles de personas se desplazan anualmente a Nueva York, Londres o Berlín para participar en una de las citas emblemáticas agrupadas en el World Marathon Majors, el circuito estrella que reúne a los seis más prestigiosos del planeta y se completa con las de Boston, Chicago y Tokio.

Nueva York, con casi 50.000 participantes, es una de las mecas de los 42,195 kilómetros. La inscripción para la próxima edición, que se celebra el primer domingo de noviembre, cuesta 300 dólares, (255 para los residentes en Estados Unidos) y está cerrada desde febrero. A ella se accede acreditando determinadas marcas o por sorteo. La otra posibilidad de conseguir un dorsal pasa por «practicar la caridad » efectuando una donación a alguna de las entidades recomendadas por la organización o logrando esas plazas para extranjeros gestionadas a través de las agencias de viaje oficiales que incluyen packs de viaje+hotel+ dorsal.

Aunque parezca complicado, no lo es tanto. Decenas de vascos han participado en esos maratones de cinco estrellas y han regresado contando que «es una buena manera de ver una ciudad ». El impacto económico en las sedes suele estar a la altura del evento, por eso y por la demanda de personas dispuestas a pagar por correr han ido proliferando a lo largo y ancho del planeta.

En casa

Las cuatro capitales de Hego Euskal Herria tienen su maratón. Bilbo, incluso, ha llegado a tener dos, aunque el nocturno terminó imponiéndose al calor de la moda del turismo deportivo. Los cuatro maratones vascos utilizan el mismo formato: ofrecen tres distancias de 10, 21 y 42,195 kms. Gasteiz dedicó el suyo a Martín Fiz, y la prueba que nació con aspiraciones modestas, ya ha cumplido 15 años.

El más reciente, el de Iruñea, surgió con el reclamo de San Fermín, que figura en el nombre y termina en la plaza de toros. En la tarde- noche del pasado sábado, en pleno junio, celebró su cuarta edición rondando los 30 grados en la salida. El de Donostia, que en noviembre cumple 40 años, tiene unas condiciones meteorológicas más adecuadas. En 1993, la capital guipuzcoana fue sede de la Copa del Mundo de maratón, lo que le permitió organizar una de esas citas que combinan la presencia de atletas de élite con corredores populares. A 24 años de aquello casi nadie habla de récords y se ha centrado en los populares.

Pero el panorama está cambiando y aunque el running continúa teniendo millones de practicantes está frenando su crecimiento. Entre 1990 y 2013, en Estados Unidos –el país que puso de moda la pasión por correr–, la inscripción en pruebas de asfalto pasó de los cinco millones de corredores a los 19 millones. En 2014 esperaban superar los 20 millones pero en lugar de subir descendieron a 17 millones. Y eso que la presencia femenina continúa en aumento y en algunas carreras ya representan el 50% e incluso el 55%. Una tendencia que también se observa en Europa, aunque sea poco a poco como en el medio maratón de Goteborg, uno de los más concurridos de planeta con 64.000 corredores que ha bajado a 60.000.

La Behobia-SS suele ser un buen termómetro del estado del running, por ser la más multitudinaria de las populares vascas –este año ha abierto la inscripción a 35.000 corredores– y porque sus organizadores acostumbran a estudiar todo lo que tiene que ver con esta convocatoria de 20 kilómetros entre Behobia y Donostia que requiere una gran infraestructura.

En este momento, investigan junto a la Universidad de Deusto aspectos como el grado de satisfacción de sus participantes, tendencias, envejecimiento activo y género. Las conclusiones se conocerán en otoño, pero Iñigo Etxeberria, coordinador de la Behobia confirma que algo está cambiando. «El año pasado, por primera vez en mucho tiempo no agotamos los dorsales. El grupo mayoritario es cada vez de gente más mayor, ahora concretamente de los que tienen de 41 a 45 años, lo que significa que va envejeciendo porque hace cinco años era el de 35 a 40», cuenta.

Hasta 2016, para mayo ya habían cubierto todas las plazas y abierto una lista de espera bastante concurrida. De momento Etxeberria confirma que se han apuntado «25.000, va más despacio, quizás porque las nuevas generaciones tienen otros hábitos ». Aún así, el tirón de running sigue siendo enorme.

Zigor Madaria es cardiólogo en el Hospital Universitario de Basurto y en el IMQ, con especial dedicación la Rehabilitación Cardiaca y a la cardiología deportiva. Es además atleta de montaña y tiene 36 años.

«Quizás el secreto del running para haber alcanzado tanta popularidad sea lo bien que encaja con nuestro ritmo de vida actual. Tiene una logística tan minimalista que cualquiera puede tener una sesión completa de ejercicio aeróbico de intensidad si tiene unas zapatillas, unos pantalones, una camiseta y 40 minutos», asegura.

Madaria considera que lo positivo de la fiebre del running es, sin duda, «que la gente está saliendo a la calle a hacer ejercicio. Por supuesto, la publicidad y toda la maquinaria industrial que hay por detrás tendrán mucho que ver en todo esto. Pocas veces los intereses de la industria juegan a favor de la salud de la población, pero quiero creer que también hay mucho de conciencia del autocuidado y del efecto del ejercicio sobre la salud », asegura el médico.

Pies y cabeza

En su experiencia profesional y como atleta también ha encontrado aspectos negativos como que hay mucha gente que sale a correr sin una adecuada información. «Y eso que la información existe. Muchísima. Y seguramente ese sea el problema. Para el consumidor medio tiene que ser prácticamente imposible filtrar adecuadamente toda esa información tan diferente y no pocas veces contradictoria. El resultado es una práctica del running que desde el punto de vista médico puede presentar muchísimas carencias e incluso peligros. No es raro ver a gente corriendo con chubasqueros o ropa caliente para sudar más pensando que así van a adelgazar. Gente bebiendo antes de tener sed por la falsa creencia de que esto mejora el rendimiento. ¡Cuantas averías habrá podido hacer el exceso de líquido en las carreras! La gente sigue saliendo con la intención de hacer tiempo incluso en los días más calurosos (se banalizan y se desconocen los riesgos del golpe de calor que es mucho más habitual de lo que se piensa)», dice.

El cardiólogo desmonta otros mitos: «Es muy típico ver a los deportistas atiborrarse a hidratos de carbono y alimentos (perdón, productos para ingerir) deportivos pensando que esto va a mejorar sus tiempos y sus entrenamientos. No son conscientes del efecto negativo que este tipo de alimentos pueden tener en el propio rendimiento y en la salud. También el entrenamiento en exceso o inadecuado para un determinado objetivo deportivo. Otras veces, cuando el objetivo es simplemente ejercitarse por salud, es evidente una falta de orientación adecuada en cuanto al volumen, frecuencia, intensidad, y forma adecuada de progresar en las cargas».

Nunca se deben banalizar o ignorar síntomas «que nos ponen sobre aviso de patologías graves y que requieren cesar el programa de ejercicio y solicitar valoración médica inmediatamente. Todo deportista debe saber que el dolor torácico, la fatiga inusual, las palpitaciones y los síncopes no explicados son síntomas que podrían estar en relación a una cardiopatía grave y que requiere ser detectada».

No obstante, considera que las ventajas son mayores que los inconvenientes: «Si miramos con perspectiva vemos que el verdadero problema de la salud a nivel poblacional es la falta de actividad y ejercicio físico y no los incidentes relacionados con la actividad física. Por lo tanto solo puedo ver la fiebre del running como algo predominantemente positivo», concluye Madaria.

EL KIT DEL CORREDOR

El equipo básico de un runner consiste en ropa y calzado adecuado, pero el mundo empresarial no iba a dejar pasar de largo los enormes beneficios económicos que producen millones de personas destrozando zapatillas y ampliando el kit con otros artilugios. Las cadenas de tiendas de ropa deportiva, también en Euskal Herria, han abierto establecimientos exclusivos para el running. El corredor ha sustituido el algodón por las camisetas transpirables ampliando su vestuario con prendas elásticas, técnicas o térmicas, según las circunstancias, e incluido en su uniforme aplicaciones diversas. Entre las más solicitadas están las pulseras de actividad que controlan la distancia, el recorrido y hasta la frecuencia cardíaca. Correr es también un gran negocio y las multinacionales invierten en operaciones de marketing. Kipchoge se quedó a 26 segundos de bajar de las dos horas en un maratón no homologado con unas Zoom Vaporfly, las zapatillas que Nike pretende rentabilizar.