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Escape rooms, que la historia no te atrape

Seguro que los amantes de los juegos mentales ya conocen la dinámica de las salas de escape, en las que un grupo de personas entra en una habitación en la que dispone de una hora para escapar valiéndose de su ingenio. Se trata de una actividad de ocio bastante reciente que está en expansión y surgió de un tipo de videojuegos. Un ejemplo es Izurun, que tiene como temática la historia de Donostia.

Salas de escape, nueva moda.
Salas de escape, nueva moda.

Para los asiduos a los minijuegos de internet los “escape games” o juegos de escape serán habituales o, por lo menos, les resultarán familiares. Suelen ser juegos sencillos estéticamente en los que se deben utilizar diferentes objetos y accionar otros para conseguir avanzar en el juego que tiene como objetivo salir de la habitación virtual en la que el personaje se encuentra.

A alguien se le ocurrió hace no demasiados años que este tipo de juegos podrían llevarse a cabo en la vida real por ser técnicamente relativamente fácil a la vez que atractivo para los amantes de los juegos mentales; estás encerrado en una sala rodeado de objetos que podrían ayudarte a salir, pero solo tienes una hora. Hace unos cuatro años empezaron a aparecer “escape rooms” o habitaciones de escape por todo el mundo. «Está basado en la teoría del flow, de que cuando te sumerges en un tema el tiempo vuela», nos explica Jon González, el gerente de la sala “Izurun” del barrio donostiarra de Amara, inaugurada en febrero de 2016. «Yo vengo del mundo del espectáculo y de organizar eventos, y una amiga me contó que había oído algo de una actividad en la que la gente se lo pasaba muy bien pero no sabía de qué iba. Investigué en internet y me puse en marcha. Viajé e hice unos cuantos escape rooms. Lo que tenía claro era que quería hacer algo cultural», comenta. Y así fue como surgió Izurun, la cual mezcla el ocio con la cultura al proponer «regresar al futuro» de la historia de Donostia.

De hecho, cada sala tiene su temática y lo ideal es que las pistas y la decoración se centren en ella para que la experiencia sea más real. Así, la temática de Izurun es la propia historia de la capital guipuzcoana, echando la vista atrás a 1014, año en que estaba en pie el monasterio que pone el nombre a la sala. «Izurun es como se le conocía antiguamente a la ciudad, haciendo referencia a un monasterio que estaba en el Antiguo, donde está ahora el palacio Miramar. Ahí es donde empezó a construirse y a expandirse la ciudad», asegura. De este modo, los participantes no solo se divertirán resolviendo acertijos sino que también conocerán la historia de Donostia.

Según González, la salas de escape enganchan, pero no se puede volver a una de ellas. «Es como cuando vas a ver una película y te gusta, pero una vez la has visto no puedes repetir». Por ello, quienes asisten a una normalmente repiten con otra. «Se ha creado una demanda y una nueva alternativa al ocio convencional. Es una actividad que todo el mundo puede hacer A Izurun vienen padres con niños, despedidas, empresas por el tema del team building… el abanico de clientela es brutal», aseguró, aunque no recomienda que asistan grupos de despedidas si no es antes de comenzar con la fiesta. «Tienes que estar centrado y si te tomas un par de copas estas descentrado».

Por lo demás, cuenta que es una actividad para todos los públicos. Tanto es así que han tenido hasta niños de tres años, que tampoco recomienda. «Para que participen, una buena edad es a partir de 10 años. Habrá cosas muy complicadas para ellos pero hay elementos decorativos y mecanismos que les gusta mucho. Y luego hay cosas que hacen más rápido los niños que los adultos, porque nosotros nos atascamos más, le damos más vueltas».

En cuanto a la dificultad de las pruebas, subraya que están pensadas para todos: «Hay momentos de frustración en los que dices, ‘soy tonto’, pero no hay un prototipo de persona. Aquí vienen directivos de empresas, arquitectos… y luego viene un niño de 14 años y hace una prueba en seguida. Depende de tu equipo, de cómo estés tu. No se es más inteligente por conseguir el reto».

Como en todo, aquí la práctica también puntua. Según el gerente, al principio puede resultar más complicado «pero es como todo: la primera vez que haces un sudoku te cuesta, pero cuando haces 35 ya es más fácil. Aquí igual, porque si vas siempre con el mismo grupo al final coges una dinámica de trabajo. El trabajo en equipo es fundamental ».

Miedo a la claustrofobia

Aunque en Izurun pueden participar grupos de entre 2 y 5 personas, para González lo ideal son equipos de 3-4 pues es como mejor se trabaja. «Con 5 a veces se aturullan porque no se entienden entre ellos, y 2 es demasiado poco, aunque a veces lo consiguen».

Aunque las salas de escape sean cada vez más populares, todavía no son conocidas por el gran público, por lo que al mencionarlas la reacción lógica es pensar en la claustrofobia que supone saberte encerrado. «Una vez un chico salió, respiró y volvió a entrar. Pero han pasado casi 7.500 personas por aquí, de diferentes edades, y aunque al principio todos se agobian, luego ven que no es nada claustrofóbico ni da miedo. La sensación es de nerviosismo porque tienes que salir», explica el responsable que cuenta también que los participantes están vigilados en todo momento. El “game master” lo ve y lo oye todo. «Es fundamental que haya un game master que guíe bien el juego, que esté atento y ayude, porque con cualquier tontería te puedes atascar», dice explicando que si alguien lo necesita también dan pistas.

Para desarrollar un negocio así no basta con ponerlo bonito, ni tampoco cuenta solo la habilidad del empresario. Ambas son necesarias para que una escape room sea interesante. «Esto antes era un garaje. Necesitamos a un decorador y a un historiador. Desde que entran en la sala, nosotros ya les ponemos unas túnicas y la escenografía está muy cuidada, y tenemos un locutor que les va contando la historia. Además, esto es un I+D, porque lo que tu diseñas creyendo que es fácil luego te das cuenta de que la gente se atasca, y al revés. También hay mucho desgaste de material, porque la gente tiene que tocar y manipular los objetos», manifestó.

A pesar del trabajo que se han tomado con Izurun, ya tiene otro proyecto en mente, que esta vez tendrá como tema la mitología vasca: Mitologik. «Lo estamos enfocando mucho a escolares para que puedan venir grupos grandes a trabajar en equipo, a aprender sobre la mitología vasca utilizando su lógica y agilidad mental. La dinámica será con pistas, llaves escondidas, puzzles...», es decir, similar a una escape room, pero si en estas últimas el objetivo es salir de la sala, en Mitologik será conseguir el Eguzkilore perdido y devolverlo al museo, también en la sala. A pesar de ser sobre Tartalo, Lamiak, Mari y Basajaun, no significa que sea solo para niños pues prepararán dos niveles.

De ruta por la salas

Debido al éxito de las escape rooms y el «enganche» que produce esta actividad, el año pasado se puso en marcha la iniciativa Nortescapes, que acaba de terminar, en la cual participaban doce salas del norte del Estado español. A los interesados se les entregaba un pasaporte que debían sellar en cada una de las salas del circuito, y al completar la cartilla se les regalaba un pack del escapista, consistente en una mochila de tela, una alfombrilla para el ordenador, una taza y una batería portátil.

Los aficionados están deseando que vuelva a comenzar la iniciativa pues es un aliciente más para conocer las salas de una zona determinada. De esas doce salas del Nortescape, ocho eran de Euskal Herria (que solo es una muestra de todas las que hay en nuestro país): la propia Izurun de Donostia, Logical y Way Out de Iruñea, Password de Gasteiz, Mad Mansion y The Room Hunter de Bilbo, y Sin Salida y Murder and Money de Barakaldo. Algunas de estas empresas, además, cuentan con más de una sala con su respectiva historia, como es el caso de Mad Mansion que tiene dos o Sin Salida con tres.