Gotzon Aranburu

Santa María del Yermo

Excavar sí, recuperar restos arqueológicos sí, analizarlos y conservarlos adecuadamente sí… pero ¿qué más? ¿Para disfrute de quién? ¿Tiene sentido hoy la arqueología puramente académica o ha de llegar al público en general? En el santuario Nuestra Señora del Yermo buscamos respuestas.

Santuario de Ermuko Andre Mari, en Laudio. (Gotzon ARANBURU)
Santuario de Ermuko Andre Mari, en Laudio. (Gotzon ARANBURU)

Hay muchas preguntas sobre la recuperación, análisis y rstauración de restos arqueológicos que se hacen en los departamentos de Historia de las universidades, y seguro que también en las instituciones que aportan financiación para excavaciones e investigaciones. El proyecto que está llevando a cabo en el impresionante santuario de Nuestra Señora del Yermo (Laudio) el Grupo de Investigación en Patrimonio Construido (GPAC) de UPV-EHU nos puede dar muchas pistas de por dónde van los tiros.

Incluso en coche se hace duro ascender desde el casco urbano de Laudio hasta el santuario de Ermuko Andre Mari (Santa María del Yermo), pero merece la pena, desde luego. En los cinco kilómetros de trayecto nos toparemos con magníficos caseríos y varias ermitas, pero el premio gordo espera arriba del todo, cuando en un entorno rocoso, con bosques cerca y unas magníficas vistas del valle, nos topamos con el santuario, su campanario exento y la ermita de Santa Lucía. Allí nos espera el arqueólogo y profesor de la UPV-EHU Sergio Escribano, responsable de las excavaciones e investigaciones que se llevan en Ermu desde 2015, una de esas personas que exudan entusiasmo por su trabajo y consiguen contagiarlo a quien le escucha.

Andre Mari de Ermu no es, actualmente, un lugar muy visitado por los laudioarras. Pero quienes conocieron en su juventud la romería que se celebraba aquí guardan un recuerdo imborrable. Es el caso de Isidro Murga, que recuerda con pelos y señales comidas, tragos y bailes disfrutados en este entorno. La visita al interior del santuario era obligada, pero el conocimiento popular sobre su historia era limitado. Resulta, sin embargo, que toda esta zona constituye un auténtico parque temático de la historia vasca, pues en un radio de pocos kilómetros se encuentran testimonios palpables de un periodo que va desde la Alta Edad Media hasta la guerra de 1936, pasando por las guerras carlistas.

En colaboración con el Ayuntamiento de Laudio, el GPAC empezó a excavar en Santa María del Yermo hace dos años, y a día de hoy una parte importante del santuario se encuentra horadada y sus secretos expuestos a la luz, tras siglos de enterramiento. Varias tumbas, huesos humanos, una escalera de piedra prácticamente intacta, muros de la Edad Media… las huellas de la acción humana se observan por doquier. Naturalmente, siguen a la vista las joyas que los laudioarras han contemplado tradicionalmente, caso del retablo central o la estatua de Andre Mari, realzados por la luz que inunda hoy el templo.

Sergio Escribano constituye un guía de excepción. «Esta iglesia en la que nos encontramos no es la primera que se levantó aquí. Se construyó a finales del siglo XV y principios del XVI, pero hubo otras dos anteriormente. ¿Ves este muro? Pues es de la iglesia del siglo XIII, sobre la que se levantó la nueva». No solo el muro, también ha salido a la luz una escalera de piedra, magníficamente conservada, y en la campaña del año pasado se descubrieron docenas de monedas, hallazgo que ayuda a datar correctamente el «segundo» templo. Era una iglesia de las llamadas «de patronato», y en aquella época la familia Anuncibay era la dueña del templo, de sus tierras y rentas.

Hay detalles que al ojo experto entrenado del arqueólogo no se le escapan. ¿Cómo es que semejante escalera de piedra no fue desmontada y sus materiales reciclados para el nuevo templo, como era práctica habitual? Pues probablemente porque no hizo falta, porque había nivel económico suficiente para construir con materiales nuevos. ¿Y cómo es que andaban holgados de fondos, en un entorno como este, habitado por campesinos? Escribano aventura que se les apareció la Virgen.

Origen mariano

No es una metáfora, sino que la documentación que ha encontrado el GPAC en los archivos les lleva a concluir que hubo aquí en el siglo XIII o XIV una aparición mariana, con el consiguiente interés de los oligarcas locales por disponer de un templo para recibir la previsible llegada masiva de devotos… y los correspondientes ingresos. De hecho, la huella que conserva en la cercana ermita de San Antonio y que se ha venido considerando perteneciente a Santa Apolonia, en documentos del siglo XVIII se atribuye a la Virgen. La tesis del origen mariano del santuario se refuerza por la presencia en el templo de una estatua de Andre Mari datada en el siglo XIII. Por cierto, Santa Apolonia es santa protectora de la dentadura, y según las antiguas creencias, si se lleva agua en la boca desde la fuente del Yermo hasta la huella por tres veces queda garantizada la salud dental durante un año.

Hemos hablado de tres iglesias consecutivas en el mismo emplazamiento. La del nivel más profundo sería una levantada el siglo XI-XII, y desde su origen estuvo asociada a una necrópolis. El equipo de Escribano ha descubierto varias sepulturas, una de ellas de cubierta monolítica, que no se alinea con los muros de las dos últimas iglesias, sino con los restos del aludido templo primigenio. No era infrecuente que los templos se construyeran sobre restos de uno anterior, pero sí lo es que tanto la escalera antes citada como la losa que cubre la sepultura medieval se conserven íntegras, circunstancia excepcional que se da en Ermu.

Sergio utiliza la expresión «parque temático» para definir el santuario y su entorno. Y no le falta razón, porque en un radio relativamente pequeño hallaremos múltiples huellas de la presencia humana desde la Edad Media. Además del santuario y sus secretos enterrados, en los bosques que lo rodean encontraremos kirikiñausiak –depósitos de piedra que se utilizaban hace siglos para guardar y conservar castañas, en algunos casos hasta su exportación a Inglaterra– o también karobiak –hornos para extraer cal–. Un poco más allá, nos toparemos con los vestigios del reducto de Kastillozar, fuerte situado durante la Primera Guerra Carlista –los arqueólogos han hallado en sus inmediaciones balas y botones– en una línea de ataque que comprendía también fortificaciones en los montes Ganekorta y Alpitxu, y no lejos encontraremos los restos del Cinturón de Hierro diseñado para defender Bilbao de la ofensiva franquista en la guerra de 1936.

Excavación virtual

Descubrir para mostrar, arqueología aplicada al servicio de los ciudadanos. Es la filosofía que anima a GPAC, que percibe el gran potencial de Ermuko Andre Mari y su entorno no solo como fuente de datos para los historiadores, sino como un compendio de información a ojos vista de los laudioarras y los vascos del oeste de Euskal Herria. En este afán de divulgación, se han llevado a cabo visitas guiadas y charlas, y colocado paneles en lugares estratégicos, pero el objetivo es llegar más allá, aprovechando las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Para demostrarlo, Escribano enciende su teléfono móvil y en la pantalla presenciamos nada menos que… el milagro de la aparición de la Virgen del Yermo. Todas las fases de la excavación se han registrado en imágenes, montadas luego en 3D, para su posterior exhibición en internet a modo de excavación virtual, que se podrá presenciar paso a paso. Hasta han llegado a utilizar drones en el interior del santuario, para captar detalles recónditos del templo.

Las mismas técnicas de 3D se han utilizado para reproducir el gran retablo de Ermu y los adyacentes, así como las estatuas y piezas de orfebrería del santuario. Hay que tener en cuenta que las piezas más valiosas se encuentran depositadas en el Museo Diocesano de Gasteiz, pero con su reproducción digital estarán ahora a la vista de todos los interesados. Naturalmente, nada como la observación in situ. Motivos hay de sobra que justifican la subida hasta Ermualde. Solamente cambia la motivación, religiosa durante siglos y mayormente cultural en el siglo XXI.