Ainhoa Güemes eta Zaloa Basabe Blog
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(Re)creación del Estado Vasco: diferencia y singularidad (I)

A lo largo de este artículo, pretendo modelar una síntesis discursiva que contenga algunas de las cuestiones más relevantes que hemos ido deshilvanando en este medio de acción comunicativa. Empezaré por el hueso duro, intentaré abordar (apoyándome en la teoría crítica feminista y postestructuralista) los condicionantes y las demandas actuales que solicitan y se adhieren fuertemente en el deseo y la necesidad compartida de constituir un Estado Vasco.

En este sentido, voy a mantener un diálogo con la politóloga y compañera de viaje Jule Goikoetxea; y como digo, voy a perforar el hueso duro comenzando por analizar las últimas declaraciones que ella ha realizado en este diario, en su artículo ‘Camino hacia la emancipación’. Parece obvio que la cadena humana por el derecho a decidir: Gure esku dago, ha marcado un punto de inflexión no solo en las agendas de la macropolítica, sino también en la vida cotidiana de la gente (micropolítica). Goikoetxea observa cómo se estructura “el sistema conceptual por el que se relaciona la capacidad de decisión”, más en concreto, relaciona “la capacidad para decidir tener un Estado propio con la emancipación, y por tanto, la relación entre soberanía y democracia”. Para que se lleve acabo con éxito el proceso de democratización, las personas que gobiernan deben hacerlo “de acuerdo a las preferencias y demandas expresadas por aquellas que son gobernadas”. Estas demandas, añade Goikoetxea, “igual que el demos, no son algo dado o prepolítico, han de ser creadas, articuladas y representadas”.

A eso nos referimos cuando apuntamos al deseo común y la necesidad compartida por los diferentes miembros de una comunidad.

Nos hacemos la siguiente pregunta, que tiene que ver con la (re)producción y (re)creación de la diferencia:

--- Antes un aviso para navegantes: la forma de expresar el contenido de nuestro pensamiento, aunque compleja, no es imposible de asir. Es cierto que priorizamos los elementos expresivos del plano de composición estética en su imbricación directa con el lenguaje, es decir, utilizamos para generar discurso un código narrativo más cercano a los planos de actuación del arte y de la filosofía que al campo de la política o a la práctica periodística que nos ocupa. Ahondaremos en esta cuestión más adelante, en la parte II de este artículo.

Vayamos a la pregunta:

Si la comunidad (el pueblo) fuera partícipe, no de un sistema capitalista que produce carencia (pobreza, sexismo, racismo) sino de la fluidez de una multiplicidad de puntos extraordinarios, que se desplazan a medida que se autoafirman positivamente, y que subsisten en un juego de repeticiones esenciales (las cuales afianzan lo común cultural y étnico, la diversidad de especies y pueblos existentes), ¿qué modelo de Estado correspondería a dicha comunidad? Sería esta una comunidad que respetara y valorara positivamente las diferencias genéricas, tipológicas, de etnia, y sexuales.

El Estado parece ser la Idea que, mediante reglas y leyes, detenta y otorga el sentido de lo común. Hay que pensar el Estado Vasco no dialécticamente, sino problemáticamente. No se puede desplazar el problema, hay que resolverlo. Y en eso estamos, no solo los y las profesionales de la política, porque claro que hay que respetar los acuerdos que se establecen en las instituciones democráticas, pero las instituciones no son objetos o instancias separadas de lo común (en ese caso serían antidemocráticas), sino que deben facilitar los medios para que el deseo común pueda materializarse y consolidarse. Y tanto el deseo como las necesidades que tienen los miembros del pueblo vasco deben cobrar forma y sentido en todos, absolutamente todos los aspectos de la vida cotidiana.

Pensar sobre el Estado como instancia de lo común y de lo esencial-singular y su relación directa con la multiplicidad dispersa es el hueso duro que procedemos ahora a perforar. Y por si fuera poco, las feministas abertzales (hijas e hijos de Antígona), después de haber ingerido, durante décadas de lucha y resistencia, una gran dosis de antiautoritarismo libertario, deseamos realizar esta operación de cirugía plástica (ético-estética), desordenando la instancia central (estado imperial y opresor) que ordena la división de los sexos, y que ordena también la división sexual del trabajo, imponiendo un sistema de clases profundamente antidemocrático. Para constituir una comunidad y diseñar un Estado a la medida de las singularidades que pueblan la comunidad vasca, hay que escapar de la hegemonía ilegítima del Uno significante (amo, soberano, rey…) e impedir que imponga, desde su eterna quietud sin diferencia, un esquema de distribución de los derechos, los deberes y de las necesidades vitales.

Demos un paso atrás en el tiempo, fue en enero de 2011 cuando se publicó en GARA el artículo de opinión titulado ‘Feministas vascas, conflictivas y conflictuadas’, con el que arrancamos una etapa muy fructífera y a la vez muy compleja y arriesgada, y lo hicimos con el sano objetivo de visibilizar y fortalecer al sujeto político feminista. Ese primer artículo fue escrito tras el impulso de la multitudinaria manifestación a favor de los derechos de las presas y presos políticos vascos.

Decíamos lo siguiente:

“El pasado 8 de enero, en las calles de Bilbo, ciudad de puentes y distancias, en este punto extraordinario de circulaciones y circuitos, se impuso una frecuencia: flujos y afectos de materia viviente y humana imposible de inhibir... se trata pues de una metamorfosis potencial, ya que aquello que se pretende capturar huye bajo nuevas formas. Por suerte, siempre hay una diferencia fundamental entre los flujos vivientes y los axiomas que pretenden subordinarlos a centros de control. Pero los flujos plantean algunos problemas de organización que no debemos pasar por alto. Los flujos hacen que nos movamos y actuemos, pero ¿con quiénes y hacia dónde queremos desplazarnos?”

Apuntábamos ya entonces, a la importancia que tiene para cualquier sujeto político (para su emancipación), y por supuesto, para el sujeto del feminismo, saber cuál es la mejor manera de disponer la vida política para que se pueda producir el reconocimiento y la representación. Por aquel tiempo, afirmábamos que los feminismos comparten con los sismos y con otros «ismos» revolucionarios su implicación en una serie de movimientos profundos que ponen en tela de juicio la axiomática mundial.

Decíamos que poco importa que las feministas seamos incapaces de constituir estados viables desde el punto de vista de la axiomática y del mercado, puesto que nuestro deseo es promover composiciones que no pasan por la economía capitalista ni por la forma papa-estado. Por otro lado, queríamos hacer comprender que muchas feministas escapamos al plan civilizatorio heteropatriarcal, que va de la mano del capitalismo trasnacional, no cesamos de escapar, de resistir, de luchar contra él, intentando destruir su equilibrio, su máquina de guerra. Nos resultaba y nos resulta difícil imaginar cómo sería un estado-amazona, un estado de las mujeres, de los oprimidos, de los anormales que son ya multitudes.

Pensábamos en la conveniencia y viabilidad cultural, política y económica de un Estado a nuestra medida. Se ha dado un ventajoso salto adelante, así queremos creerlo, en lo que se refiere, como apunta Goikoetxea, “a la voluntad histórica y socialmente producida de ser un sujeto político”, ¿se está poniendo en marcha la maquinaria de un proceso de democratización en las instituciones vascas? Según Goikoetxea, difícilmente podrá realizarse una democratización si Euskal Herria no cuenta con un Estado propio.

Me gusta cuando Goikoetxea subraya que “en esta feroz ofensiva capitalista con la que se ha inaugurado el siglo XXI, los casos de Escocia, Cataluña y Euskal Herria (…) demuestran persistentemente que la democratización es un tipo de nacionalismo (una forma de crear nación) y no la cristalización del civismo universal y cosmopolita del liberalismo”. Es más, me abre los ojos su apreciación entorno a las naciones sin Estado, ella afirma que “las naciones sin Estado muestran además que la democratización puede ser entendida como un modo singular de (re)producir comunidad, diferencia y particularidad mediante el mayor grado de inclusión e igualdad posible”.

Dicho de otro modo: no queremos ni abstracción monocolor del ser ni unidad substancial; mejor esencias singulares, que cada grupo genealógico de una determinada comunidad se desarrolle en base a sus principios ético-estéticos, sin imponerse discursivamente, sin aniquilar las diferencias que constituyen a los otros grupos genealógicos. Los diferentes grupos genealógicos formarían un Estado de carácter plural y descentrado. Luego el fin de dicho Estado no sería la unidad significante sino la ordenación o regularización de las diferencias.

                                                                                                              Ainhoa Güemes

 

--- Este material va a ser utilizado y debatido en el curso organizado por la UEU, ‘Feminismoa, kultura-aniztasuna eta Euskal Estatuaren eraikuntza’, que se celebrará en Baiona los días 10 y 11 de julio. Por mi parte, voy a hacer el esfuerzo de traducir lo mejor posible al euskara el contenido de este trabajo.

* El próximo sábado, 14 de junio, publicaremos aquí la II parte.

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