Fermin Munarriz
Fermin Munarriz

Es pesado ser cuestión de Estado

A los constitucionalistas españoles no les basta que las decisiones que corresponden a los navarros se adopten en Madrid. Llega la campaña y vuelve a salir el monstruo. No hay partido de obediencia estatal que no planifique su estrategia, sus mensajes y hasta sus promesas en función de los intereses de su ejecutiva del Ebro para abajo. Consideran que las implicaciones o las decisiones en Nafarroa pueden influirles negativamente más allá de la muga de Cortes. Es decir, un mensaje “inadecuado” en Iruñea les repercute negativamente en las urnas de Cuenca o Almería. Hasta Podemos se suma a la corriente poniendo condiciones en Nafarroa que tienen que explicar desde Madrid.

Depende cómo se mire, podría decirse que esta capacidad de condicionar el discurrir del universo es poderío: una flaqueza de Chivite en Lekunberri pone en apuros a Pedro Sánchez en Sevilla, un desliz de Beltrán en Buñuel acorrala a Rajoy en Toledo, una licencia de Laura Pérez en Gares le obliga a Pablo Iglesias a puntualizar en San Sebastián de los Reyes, o una promesa de Esparza en Agoitz... No, eso no va a ocurrir.

Por contra, cabe deducir que aquello que los líderes políticos españoles intuyen que les da réditos en Matalascañas o en Chipiona acabará determinando la estrategia de su sucursal navarra para no traspasar líneas. Como un agostazo. Como un efecto mariposa, pero en carpetovetónico.

Ser cuestión de Estado es muy pesado. ¿No sería mejor que cada cual decidiera en su tierra? Eso también es el cambio.

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