Beñat Zarrabeitia

«Si voy a Inglaterra, eso es ir abajo, este club es el mejor», beti arte Howard!

 

Ha fallecido Howard Kendall. Con 69 años se marcha el entrenador más destacado de la historia del Everton, elegido entre los 10 mejores mánagers de todos los tiempos en el fútbol inglés y que también dejó una profunda huella en el Athletic. Su fallecimiento ha llenado la red de condolencias para recordar a una carismática figura que gracias a su cercanía supo ganarse el cariño de todos, especialmente en Liverpool y Bilbao.

Mi primer recuerdo respecto a Howard Kendall tiene poco que ver con el fútbol. Se resume en una furgoneta negra similar a la que tenían los protagonistas de la serie El equipo A. Me la trajo mi padre de Liverpool en primavera de 1987. A la vuelta de un viaje destinado a entrevistar en exclusiva a Howard Kendall, el técnico europeo de moda en aquel momento tras haber conseguido concatenar éxitos en Copa, Recopa y la propia Liga inglesa con el Everton. Era la apuesta de Pedro Aurtenetxe para enderezar una nave rojiblanca a la deriva después del drama interno que supuso el enfrentamiento entre Clemente y Sarabia y la posterior desintegración del equipo que había ganado los títulos de los ochenta.

Aquel viaje de la entonces industrial y decadente Bilbao a Liverpool, un bastión contra el Thatcherismo en una época donde las políticas de ajuste y recorte salpicaban a una working class especialmente presente a la ciudad británica, fue como el encuentro entre dos mundos. Periodistas y fotógrafos que contaban con nociones de francés adquiridos en la escuela y con dificultades para expresarse en inglés, se las arreglaron para llegar a Kendall y poder entrevistar o tomar imágenes. Era los tiempos previos a internet o a photoshop, donde la Liga inglesa seguía pareciendo e inalcanzable. La experiencia, además de para concretar el fichaje de Kendall y darle a conocer entre la sociedad vasca, también sirvió para entender que pedir un «whisky» en un pub inglés es un ejercicio de postureo en un lugar en el que se toma «one scotch».

 

 

Kendall llegó a Bilbao con un suculento contrato para aquellos tiempos, se especuló con que superaba los 30 millones de pesetas al año, cifra récord en el Athletic de entonces. Acompañado de un traductor, pronto demostró sus dotes de mando en Lezama, un lugar que le marcó para siempre. Lejos de las comodidades de los hoteles o de viviendas unifamiliares en las zonas más elitistas de Bizkaia, el preparador inglés prefirió vivir en las instalaciones del club, junto a la familia Renteria.

No tuvo una tarea sencilla, el Athletic vivía tiempos convulsos. Tras la ruptura interna, el club llegó tarde a todos sus retos competitivos. Kendall tuvo que hacer frente a la renovación de un equipo que en muy poco tiempo había pasado de vivir días de vino y gloria a jugar un intrascendente pero doloroso play-off por la permanencia. Tras el cese de Clemente, la salida de los capitanes Dani y Txato Núñez, el club perdía también mediante una gestión más que discutible a Julio Salinas y Andoni Zubizarreta. La desmembración del equipo campeón fue paulatina. De hecho, el verano en el que el inglés llegó al club, Andoni Goikoetxea, Santi Urkiaga y Endika Guarrotxena dejaron la entidad de Ibaigane. Las complicaciones en la lesión de Miguel de Andrés, que finalmente tuvo que abandonar el fútbol, agravaron aún más la situación.

Víctima de unas expectativas demasiado altas

Con la única incorporación de Pello Uralde, la renovación de la escuadra rojiblanca pasaba por la factoría de Lezama.  Kendall dio la alternativa a jóvenes cachorros como Rafa Alkorta, Iñigo Lizarralde, Ander Garitano, Xabi Eskurza o el actual presidente Josu Urrutia. Otros como Ritxi Mendiguren, Luis Fernando o Patxi Ferreira se consolidaron en el primer equipo. La primera temporada se saldó con un muy meritorio cuarto puesto, mientras que durante la siguiente aparecieron los primeros problemas. Pese a arrancar con buen pie y ocupar el primer puesto en las primeras jornadas, el constante rumor del interés de la selección inglesa por contar con sus servicios y un amago de marcha al Newcastle la víspera de jugar un partido de UEFA en el antiguo Comunale ante la Juventus saldado con un contundente cinco a uno en contra encendieron las alarmas. Sin embargo, una rápida reacción de Aurtenetxe renovando su contrato y un fervoroso partido de vuelta en el que los leones rozaron la remontada devolvieron las aguas a su cauce. Las polémicas entre jugadores y un medio de comunicación vizcaino se sucedieron durante una temporada en la que el Athletic fue a remolque. La reacción final no posibilitó la clasificación europea.

Eran tiempos complicados, de cierta distorsión de la realidad en el entorno rojiblanco. Kendall fue víctima de unas expectativas excesivamente altas y de falta de reflejos a la hora de entender la realidad del mercado. Al club se le escaparon todos los trenes del mismo, lo que unido a la salida de Zubizarreta y Salinas tuvo unas consecuencias devastadoras. Confiados en el que esquema de un equipo campeón era perfectamente reproducible en Lezama, muchos jugadores de la cantera también sufrieron en sus propias carnes una presión desmesurada.

Repasando la hemeroteca de aquella época, se puede comprobar como los objetivos del Athletic pasaban por «intentar ganar la Liga». Algo inalcanzable si tenemos en cuenta el nivel de los rivales, los movimientos del mercado de fichajes y el propio potencial que tenían los leones. En consecuencia, las frustraciones se sucedieron tanto en Liga como en Copa donde el equipo llegó incluso a ser eliminado por el Castilla.

La opa hostil del Barcelona al fútbol vasco en 1988 terminó por poner la puntilla a un tiempo de gloria para el Athletic y la Real Sociedad. Los leones no arriesgaron ni tiraron de chequera, mientras futbolistas como Valverde, López Rekarte, Jon Andoni Goikoetxea, Unzue, Bustingorri, Txiki Begiristain, López Rekarte o Didier Deschamps se movían en el mercado en el periodo entre 1986 y 1989. Mención aparte merece el caso de Joxe Mari Bakero, jugador que no llegó al conjunto rojiblanco en 1987 por decisión directa del entonces presidente de la Real Sociedad Iñaki Alkiza.

 

 

Y fueron precisamente esas luchas intestinas las que derivaron en espectáculos y declaraciones lamentables entre los máximos responsables de los grandes clubes del fútbol vasco. Pasado el tiempo, ambos ejercían la labor de la orquesta del Titanic. Hablaban mientras sus equipos vivían crisis sin precedentes. Las consecuencias son evidentes, la Real Sociedad acabó fichando extranjeros y el Athletic vivió instalado en el botón de ensayo y error durante prácticamente un cuarto de siglo. El punto álgido de estas discusiones bizantinas se evidenció con la llegada de Loren a Bilbao.

Cese entre lágrimas y regreso a Inglaterra

Bajo la etiqueta de «el crack del vecino», el delantero de Ibarra no era un goleador y su paso por el Athletic fue un fiasco absoluto. Los más de 300 millones que costó su fichaje en el verano de 1989 fueron una losa muy grande, tanto que poco más de un año después Clemente le acabó alineando de defensa central en un derbi disputado en Atotxa. Las ilusiones creadas con los fichajes del propio Loren, Iturrino y Patxi Ripodas, volvieron a inflar las expectativas de los rojiblancos. Y esto se llevó por delante el cargo de Kendall. Cesado en noviembre de 1989 tras recibir un ultimátum que se acabó por concretar tras una derrota en el Bernabéu. Su ciclo se cerró con un total de 102 partidos al frente de los bilbainos.

El equipo contaba con uno de los entonces conocidos como puntos positivos y se encontraba cerca de los puestos europeos, pero la decisión fue tajante. Kendall era relevado por Txetxu Rojo al mando del banquillo del Athletic. Su despedida quedará para la historia, emocionado, entre lágrimas aseguraba que «ir a Inglaterra o a otro club, eso es ir a bajo, este es el mejor club en el mundo». Su paso por Bilbao había marcado para siempre a Howard Kendall, una figura querida, entrañable y de agradable recuerdo en todo el entorno del club. Sus frases como la mítica «UEFA posible» o el famoso combinado de vodka, zumo de naranja y kas de limón que acabó por adoptar su nombre forman parte de una impronta personal imborrable.

Apenas pasaron unas semanas hasta que encontró un nuevo empleo, el de entrenador del Manchester City, a cuya presentación acudió con el chándal de Adidas que aquella campaña utilizaba el Athletic. Eran años de decadencia para el fútbol inglés, fuera del circuito europeo tras la masacre de Heysel, asistía al canto del cisne de la generación de futbolistas que había dominado el continente apenas unos años antes.

 

 

Su retorno al Everton nada tuvo que ver con la época dorada, el epicentro del fútbol inglés cruzó la carretera que une Liverpool con Manchester a partir de 1992. El nacimiento de la Premier League y el dinero invertido por Rupert Murdoch aumentaron las diferencias entre clubes, algo acrecentado posteriormente por la Ley Bosman o la ampliación de la Champions League. Kendall continuó con su carrera en el Notts County o el Sheffield United, justo en los años en los que la ciudad estuvo de actualidad por la exitosa película Full monty. También probó la aventura griega en el Xanthi y el Ethinikos. Aún tuvo tiempo para volver a dirigir al Everton en la temporada 1997-1998. Casi una década después, se ofreció para dirigir a la República de Irlanda, aunque el elegido fue el italiano Giovanni Trapattoni.

El vínculo de Kendall con Bilbao nunca se detuvo, ya en 1993 volvió a San Mamés, viaje en el que mantuvo un encuentro con el entonces técnico rojiblanco Jupp Heynckes. Durante el verano de 2006, el Everton le tributó un emotivo homenaje juntando a los dos equipos de su corazón, los toffees y los leones. Tampoco dudó en acudir como un hincha más a la histórica victoria rojiblanca en Old Trafford, donde se reencontró con Josu Urrutia.

 

 

Su fallecimiento ha generado una ola de recuerdos y condolencias. Algunas de las grandes figuras del fútbol inglés como Gary Lineker –que fue su pupilo en el Everton-, Michael Owen o uno de sus rivales locales como Kenny Dalglish han tenido un recuerdo para su figura en Twitter. Los clubes de la Premier League también han usado sus respectivas cuentas para enviar mensajes de recuerdo. Por su parte, David Moyes, actual entrenador de la Real Sociedad y ex del Everton, también ha querido tener un recuerdo para Kendall durante su comparencia ante los medios de comunicación.

Su última visita fue en la primavera de 2014, en la que aprovechó para ver al Athletic ganar en el nuevo campo frente al Málaga y departir con viejos amigos en la zona de Licenciado Poza. Un grande cuya impronta personal, empatía y carisma han dejado una profunda huella en el entorno rojiblanco. Su legado forma parte de ese ADN rojiblanco basado en el orgullo de pertenencia. San Mamés, al igual que ha hecho hoy Goodison Park, le rendirá tributo el próximo día 26 en el partido ante el Sporting de Gijón.

¡Hasta siempre Howard! Eskerrik asko!

 

Beñat Zarrabeitia

 

Fotos: Getty Images / Athletic Club