Pello Guerra
historia ilustrada de euskal herria

Viaje visual a nuestro pasado

Divulgar una serie de imágenes que muestre visualmente nuestro pasado para crear una iconografía propia de la historia de los vascos. Ese es el objetivo del ambicioso proyecto «La historia ilustrada de Euskal Herria», obra de Joseba Asiron y Martintxo Altzueta, y del que la editorial Txalaparta acaba de publicar el segundo de sus cuatro tomos. La Edad Media del país vista desde diferentes ámbitos ilumina las páginas de la nueva entrega de esta colección, que también busca ofrecer nuestra historia de manera amena y rigurosa.

Tal día como hoy de 1512, en Iruñea todavía eran visibles los efectos de la batalla librada dos jornadas antes entre el Ejército del soberano de Nafarroa, Juan de Albret, y los españoles atrincherados en la ocupada capital del reino bajo las órdenes del duque de Alba. De lo ocurrido en aquellos días, contamos con el testimonio de primera mano de Luis Correa, cronista del líder del Ejército enviado por Fernando el Católico para conquistar el reino pirenaico. Pero no se disponía de una imagen que recogiera ese enfrentamiento, ese primer intento de los legítimos reyes de Nafarroa por recuperar el territorio ocupado a la fuerza por los españoles. Pues bien, ese vacío ha quedado cubierto con la ilustración que abre este reportaje, fruto del trabajo de Martintxo Altzueta y Joseba Asiron, el tándem que firma el macroproyecto “La historia ilustrada de Euskal Herria”, editado por Txalaparta en euskara y castellano.

El segundo de los cuatro tomos que integran la colección acaba de salir a la calle y en el mismo se recoge la Edad Media vasca desde diferentes puntos de vista (político, militar, costumbrista, artístico...) gracias a los textos elaborados por el historiador y actual alcalde de Iruñea, Joseba Asiron, y a los dibujos del ilustrador Martintxo Altzueta.

Este volumen continúa el hilo conductor del tomo publicado el año pasado, en el que se mostraba en toda su intensidad y crudeza la vida prehistórica de Euskal Herria y la posterior romanización. Este último apartado es con el que arrancó un trabajo que buscaba divulgar nuestro pasado acompañándolo de una iconografía de la que no disponía y que se gestó en la mente del tándem Asiron-Altzueta, que había iniciado su andadura con otros dos trabajos también muy relacionados con la imagen: “1512 Navarra. El sueño roto” y “50 fechas clave en la conquista de Navarra (1512-1525)”.

A raíz de esos proyectos, «empezamos casi de rebote a trabajar en ilustrar la historia de Euskal Herria no tanto para contar hechos, que también, sino para divulgar y dar a conocer nuestra propia iconografía», desvela Altzueta. Esa era la filosofía del proyecto, que Joseba Asiron resume en apostar por «la manera más eficaz de dar salida a los logros de la historiografía reciente y de conseguir que dichos avances calen en las escuelas y en los hogares. Se trata de complementar los ensayos históricos con publicaciones que presenten nuestra historia en un lenguaje visual, directo, claro y eficaz. En definitiva, abordar la historia global de Euskal Herria, desde sus orígenes hasta la actualidad, y hacerlo con un lenguaje eminentemente gráfico, visual».

El proyecto empezó «con la romanización, aunque de una manera un poco errática, porque no teníamos muy clara la forma en que se editaría, el diseño, medidas, si saldría adelante o no», añade el ilustrador. Esos mimbres de la idea que les rondaba en la cabeza fueron los que presentaron al editor de Txalaparta Mikel Soto a quien le pareció «una idea grande y la filosofía nos encantó, porque uno de los pilares de la editorial es la historia y la memoria histórica, y siempre hemos procurado darle peso a lo divulgativo. Tras darle vueltas a cómo se plasmaría ese proyecto, nos lanzamos con él».

 

Con el visto bueno de la editorial, llegó el momento de acometer la tarea de realizar cuatro libros, con más de ochenta ilustraciones en cada uno de ellos y acompañadas por la correspondiente información. Asiron se encarga del texto y Altzueta de las imágenes, pero lo cierto es que se trata de una labor en equipo en la que trabajan codo con codo, ya que «solo así es posible recrear los paisajes humanos de nuestro pasado», comenta el historiador.

Como desgrana el ilustrador, «Joseba se encarga de la documentación necesaria para hacer cada ilustración por su perfil de historiador, investigador y divulgador, así que sabe dónde buscar la información necesaria. A continuación, guioniza la escena, un esquema que viene acompañado por un montón de páginas de documentación, fotografías, cuadros de la época, grabados... para ambientar la atmósfera de la imagen».

Con ese material, el ilustrador se pone a trabajar en la correspondiente ilustración, un proceso que le puede llevar «unos dos o tres días, si hablamos de una ilustración potente y siempre que esté con ella en exclusiva». Como recuerda, hace unos años, «me habría costado entre una semana y dos, porque utilizaba pincel, óleo, coloreaba... era un trabajo artesano. Ahora, con las nuevas tecnologías, es un proceso bastante intuitivo y puedo adelantar tiempo e ir trabajando conforme voy haciendo el dibujo. Parto de un guion, de un esqueleto al que le añado carne».

Gracias a esas ventajas, «la ilustración casi cobra vida, ya que gozo de una libertad enorme que me permite enriquecerla. En un momento dado, puedo añadir una casa en primer plano, meter personajes, los muevo... Me siento casi como un director de escena. Y así consigo combinar la rigurosidad que exige el trabajo con la libertad creativa», concluye Altzueta.

A la caza del cameo. En las ilustraciones que iluminan las páginas de esta historia de Euskal Herria van apareciendo rostros conocidos, unos cameos que han terminado convirtiéndose en un atractivo añadido de la obra. En muchas ocasiones, esas apariciones son «pura casualidad. Por ejemplo, tenía que dibujar a un músico cantando en la calle y entonces estaba viendo a través de internet a «El Drogas» haciéndolo. Así que le pedí permiso, me dijo que sí y aparece en uno de los dibujos». Juan Mari Feliu, Gaizka Aranguren y Benito Lertxundi son algunos de los protagonistas de esos cameos, a los que Altzueta recurre cuando «no tenemos documentación sobre el aspecto físico de algunos personajes históricos». Este recurso ha tenido una gran acogida por parte del público, ya que «es casi como un juego que se entabla con el lector. Si empezásemos desde cero el trabajo, potenciaríamos más este aspecto, porque a la gente le está gustando mucho».

Sin embargo, cuanto más avanzan en la historia, resulta más complejo hacer algo así, ya que «disponemos de más documentación y nos tenemos que ceñir a la cara del personaje. Podemos meter algún cameo con personajes anónimos, pero con los conocidos, ya resulta más difícil, porque cuentan con una cierta iconografía». Profundizando en esa línea de dotar de una imagen a ciertos personajes, Asiron destaca que con este trabajo también se pretende «sacar del olvido a los verdaderos protagonistas de la historia de Euskal Herria. Sin rechazar los grandes hechos, las grandes fechas, pero poniendo sobre todo el acento en las formas de vida, el trabajo cotidiano, el vestuario, el papel de la mujer, el ocio, la infancia y el día a día del hogar».

Teniendo en cuenta la libertad de la que goza a la hora de dibujar, el ilustrador reconoce que con este trabajo «disfruto mucho, aunque luego la gente busca los gazapos, porque siempre los puedes cometer cuando vas lanzado». Para comentar esas posibles imprecisiones, al final de cada capítulo histórico se incluye el apartado «Así se hizo», donde se detalla el proceso de elaboración de las ilustraciones con informaciones relacionadas con aspectos como de dónde se ha partido, por qué aparecen determinados elementos e incluso cómo se ha solventado la ausencia de información, «ya que a veces no contamos con el dato que necesitamos para recrear una situación, por lo que no nos queda más remedio que tomarnos alguna licencia, aunque siempre siendo lo más rigurosos posible», reconoce el ilustrador.

Incluir ese apartado en el libro fue una de las aportaciones de la editorial Txalaparta, a cuyos responsables les pareció muy interesante «que estuviera presente el inmenso trabajo que hacen para cada ilustración. Nos dejaron boquiabiertos cuando nos explicaron cómo hacían cada dibujo, que todo lo que aparece en relación a la vestimenta, utensilios y demás está basado en la documentación y los descubrimientos arqueológicos. Todo es real y por eso les propusimos hacer el making of, porque ese trabajo le da un plus de credibilidad y porque tiene esa parte de divulgación de cómo es trabajar la historia desde diferentes perspectivas», desvela Soto.

El resultado final es «un libro que se lee muy fácil», reconoce Altzueta, gracias a esa combinación de ilustraciones y textos cortos, en los que se condensa la información recopilada por Joseba Asiron. Mikel Soto añade que «tiene un hilo muy claro, un lenguaje llano y da medios para entender los procesos históricos ayudados por la imagen. Además, se actualizan los descubrimientos que se han realizado últimamente y los pasamos a un lenguaje para el gran público, como sucede con el guerrero de Soalar, la representación más antigua de un guerrero vascón conocida hasta la fecha. En general, la obra lleva muy bien el hilo conductor y es muy útil para personas de cualquier edad; por ejemplo, en las ikastolas se está comprando bastante».

Además es una manera de evitar «el riesgo de que todos esos datos rescatados y los hechos históricos revelados queden confinados en los archivos y en las bibliotecas, que se conviertan en el patrimonio exclusivo de una minoría, en saber de eruditos», señala Asiron.

Llenar un vacío. A ese carácter divulgativo se añade la importancia de «llenar el vacío del imaginario colectivo en el ámbito de la imagen. Cuando nos hablan de la guerra civil en Estados Unidos, rápidamente nos vienen a la cabeza los uniformes de los dos bandos y, sin embargo, aquí, donde han pasado muchas cosas, a nivel estético no contamos con ese imaginario colectivo. En el aspecto histórico de la imagen estábamos muy atrasados y este trabajo puede dar un impulso a algunas personas para acercarse a la historia de Euskal Herria», añade el editor de Txalaparta.

Tras la publicación de los dos primeros tomos, titulados “De la Prehistoria a la Romanización” y “Reino de Navarra: Del sueño a la conquista”, se va avanzando en el tercero, “Edad Moderna: De la conquista a las guerras carlistas”, que Joseba Asiron ya tenía bastante adelantado antes de salir elegido alcalde de Iruñea. Su condición de máximo edil de la capital navarra puede suponer un cierto hándicap a la hora de continuar con este proyecto, pero «para él, este trabajo es como un servicio para la comunidad y como un hobby. Cuando terminamos la reunión en la que nos presentaron su proyecto, Joseba comentó que a él y a Martintxo les encanta escribir y dibujar, y es cierto que son unos apasionados de su trabajo. Por eso creo que el tiempo que le quede libre a Asiron, lo dedicará a terminar este trabajo», asegura Soto. El cuarto tomo, titulado “Edad Contemporánea”, completaría el proyecto en 2016, dos años después de ver la luz el primero.

Así finalizará un trabajo cuyo gran objetivo resume Joseba Asiron en «sacar del olvido la historia de Euskal Herria, darle color, escenarios y situaciones y poner rostro a sus protagonistas. Uno de esos proyectos que, por encima de cualquier consideración, merecen la pena». El resultado está a la vista.

Título:

«La historia ilustrada de Euskal Herria»

Autores:

Joseba Asiron y Martintxo Altzueta

Editorial: Txalaparta

Dimensiones: 17x24 cm

Páginas: 120 cada tomo, a color.

Idioma: Versiones en euskara y castellano.

Precio: 19 € cada tomo,

aunque existe una oferta de

los cuatro por 62 €.