Mertxe Aizpurua
Elkarrizketa
Gema climent

«El cerebro de las chicas procesa de manera diferente al de los chicos»

Es neurosicóloga, investigadora y emprendedora. Y no necesariamente en este orden, porque todo esto, además de otros factores, se entrelaza en los motivos por los que ha sido nominada al premio Mujer Innovadora de la Comisión Europea. De todo el continente, son solo nueve las seleccionadas al galardón que se dará a conocer el 8 de marzo. Ella es Gema Climent, 45 años y cabeza visible de la empresa donostiarra Esplora. Una firma puntera, la única en el mundo que desarrolla programas de realidad virtual para identificar trastornos del comportamiento, agilizar su diagnóstico e, incluso, ayudar en el cambio de conductas.

El premio para el que ha sido seleccionada valora a mujeres que lideran empresas con desarrollos innovadores que sirvan a cuestiones sociales, con impacto y proyección en el mercado, que contribuyan al bienestar económico y social y la capacidad de emprendizaje de la mujer. Así es como lo explica Gema Climent, que advierte que el resto de nominadas al premio «tienen proyectos buenísimos». «El jurado lo va a tener muy difícil», afirma. Y aunque, finalmente, no sea ella la laureada, le basta la nominación para declararse «inmensamente feliz».

Su vida profesional ha ido ligada a la neuromedicina hospitalaria hasta que hace ocho años dio el paso de fundar la empresa Nesplora, ubicada en el Parque Tecnológico de Donostia. Hoy reúne a una plantilla de quince especialistas en informática y sicología que trabajan codo a codo y escudriñan en las conexiones cerebrales haciéndolas viajar por realidades virtuales parejas a la vida real. De ahí pasan al diagnóstico e, incluso, plantean un paso más: la modificación de la conducta. Porque de algo está segura Climent: el cerebro, ese órgano complejísimo con inclinación a economizar que explica en parte la tendencia natural a quedarnos con lo que conocemos, se puede modificar.

Lo que se ha debatido durante toda la historia de la humanidad tiene hoy acuerdo científico: cerebro y mente son la misma cosa. El alma ha desaparecido y la neurociencia ha roto mitos...

Sí, nos llaman los des-almados (ríe divertida). Es que es necesario romper mitos en ese sentido, para tratar al cerebro de la forma que se tiene que tratar. Lo que no podemos creer es que la conducta sea inasible, que hay algo fuera de nosotros que nos conduce. No, no hay nada. Somos humanos. Hay una frase de Clarise Lispector que me gusta mucho: «Lo que se necesita es que la gente sea gente». Es lo que necesitamos para poder tener la capacidad de entendernos, sin otras cosas que nos nublen la cabeza ni que tengamos que hacerlas porque nos la dice un dios. Es la humanidad.

¿Y es el cerebro lo que nos hace humanos?

Sí, tal cual.

Y lo que nos hace inhumanos, también.

Claro. Si te falla la empatía, te falla la capacidad de entender al otro. No te haces una idea de lo que esta sintiendo el otro. Es lo que sucede en el caso de la sicopatía, para la que hoy por hoy no hay tratamiento posible. Yo creo que si alguna vez hay una forma de tratar las sicopatías va a ser con realidad virtual, porque vamos a meter a la persona en una situación en la que le vamos a obligar a sentir otras cosas.

¿Qué puede hacer por nosotros la realidad virtual?

Muchísimo por el conocimiento del cerebro y también por las relaciones humanas porque es un entorno completamente inmersivo. Tú estás ahí dentro. Es lo primero que sientes cuando te pones en una realidad virtual. Que estás ahí. Y tienes que responder de esa manera, dándote cuenta de que no es real, por supuesto. Esa inmersión nos ayuda a evaluar mejor.

En esa inmersión se basa su programa Aula para menores hiperactivos. ¿En qué consiste?

Es un programa para evaluar los trastornos de los procesos atencionales en los niños. Está basado en un aula virtual de un colegio en el que se introducen las distracciones típicas que se pueden dar en una clase; se evalúa no solo el nivel de atención sino la forma en que se atiende, porque todos procesamos de manera diferente. Entre los adultos, hay quien para concentrarse necesita un poquito de estímulo o hay quien precisa que todo esté tranquilo. A los niños les ocurre lo mismo. Algunos necesitan un poco de movimiento, de hecho lo buscan, porque de lo contrario no se concentran. Aula evalúa además diferencias entre el proceso auditivo y el visual. Lo que luego hacemos es valorarlo. Todo esto sirve para saber con más calidad cómo procesan y cómo se podría mejorar el proceso. Incluso podríamos agruparlos en grupos diferentes para que trabajasen mejor.

Han comercializado también Isla Calma, un software para despistar la ansiedad y el dolor; Monité, para combatir el bullying, E-mintza para el autismo… ¿De qué desarrollo se siente más orgullosa?

Sobre Isla Calma hemos tenido llamadas de gente agradeciéndonos por lo bien que superan ahora las sesiones del dentista. También por Aula. E-mintza lo hicimos para Orange, que lo puso abierto en la red y ha tenido mucho éxito, pero creo que la reacción más bonita fue la de unos padres que nos dieron las gracias por haber destinado el tiempo y el dinero a una cosa tan grave como el bullying.

Habla de Monité, ¿cómo funciona?

Monité es un videojuego en el que con un cuento y una historia intentamos que los niños se den cuenta de cuándo están haciendo cosas que no son agradables para otros, y de qué manera se sienten cuando son acosados. Está dirigido a la franja de edad entre 6 y 11 años y lleva una guía para padres y profesores. Lo más complicado en estas edades, tanto en quien está sufriendo bullying como en quien lo está haciendo, es que entienda que lo que sucede no es una broma, que no es una situación normal, que le estás haciendo daño al otro, que visualice cómo se puede sentir el otro, o que incluso te lo diga.

¿No es para detectar bullying, entonces?

No. El objetivo del videojuego es cambiar las conductas. Ellos juegan al videojuego en casa, en clase o en la clínica. Mientras juegan, se produce un aprendizaje implícito. Es un juego como cualquier otro videojuego, donde van sorteando fases. Después, con el manual es cuando vas preguntándole qué le ha parecido, cómo se puede sentir... y se trabaja el tema.

En los programas para diagnóstico de trastornos se emplean los mismos test a nivel mundial. Una curiosidad, ¿las diferencias culturales no importan? Nosotros hacemos nuestros test procurando al cien por cien que no haya diferencias culturales. Por ejemplo, nunca colocaremos frutas en un test de memoria para conocer la capacidad de memorización de los objetos. No lo haremos con frutas porque aquí no hay papayas y en Colombia no hay manzanas. El audio sí cambia, por el idioma y las variantes idiomáticas, pero los escenarios no.

¿Han detectado capacidades diferentes por grupos de población? ¿Que sean mejores o más rápidos en matemáticas, por ejemplo?

La diferencia más grande que hemos visto, no solo en la baremación de aulas sino en parte de esos 30.000 niños y niñas que hemos estudiado de manera pormenorizada, es que las chicas procesan de manera diferente que los chicos. En todas las edades.

¿En qué se diferencian?

En que las chicas procesan mejor. Son más rápidas, menos impulsivas, prestan más atención y, además, su desarrollo desde los 6 a los 16 años es más estable que el de los niños en temas de procesamiento atencional. Son mejores. Esto es así. Y hemos tenido que hacer dos baremos diferentes para niñas y para niños, porque si evalúas a un niño con el baremo de niñas le va a salir fatal. Esto ocurre en todas las edades.

Lo que ahora sabemos es que los niños y las niñas entre 6 a 16 años están en horquillas completamente diferentes porque sus procesos atencionales son diferentes.

¿Diría entonces que el cerebro es diferente entre hombres y mujeres?

Maduran de manera distinta.

¿Y cuando llegan a la edad adulta?

Eso lo sabremos dentro de tres meses. La UE nos dió una subvención para empresas de alta innovación de 1,4 millones de euros para desarrollar un programa sobre la evolución del deterioro cerebral en las personas mayores. Solo un 3% de las empresas que se presentan consiguen esta financiación y ahora mismo estamos desarrollando el programa.

Una de las cosas que vamos a averiguar es esa diferencia en el procesamiento; no solo entre hombres y mujeres, sino también entre franjas de edad.

¿Y se podrá saber si se diferencian en otros rasgos como la empatía, por ejemplo?

Sí. Lo sabremos dentro de un tiempo, porque eso también se puede medir. Tenemos otro test para evaluar las funciones ejecutivas. Se realiza en una heladería y en ese escenario entra la planificación, la memoria del trabajo, el control del tiempo, control de los clientes... Nosotros no queremos solo evaluar patologías, sino saber más de ellas, ver cómo procesa el cerebro. No para determinar que prefiero una mujer que un hombre o al revés, sino para adaptar incluso la educación al tipo de procesamiento. Si tú procesas de una manera y te pongo en un puesto que no es el tuyo, tú lo vas a pasar mal, yo lo voy a pasar mal, todo va a salir mal. No tiene sentido. Si tú te concentras muy bien, a lo mejor ese trabajo lo vas a hacer muy bien, pero en otro no vas a ser tan adecuado.

¿Y no puedo aprender?

Sí, claro que puedes. Y, de hecho, a lo mejor aprendes y modificas tu procesamiento, pero viene a ser como cuando se piden determinadas condiciones físicas para ser bombero. Puede ser injusto, pero tiene base.

¿La realidad virtual sirve para el diagnóstico precoz de otras enfermedades como parkinson o alzheimer?

Sí. De hecho, todas las enfermedades neurológicas en un momento dado pueden afectar a la cognición. Nosotros hacemos marcadores cognitivos que indican cómo estás procesando. Ahora trabajamos en ese programa de atención y memoria del trabajo, que es un problema que enseguida se nota, por ejemplo, en una depresión. La atención baja y el ritmo de trabajo se deteriora. También en la esquizofrenia está muy deteriorada y en un inicio de demencia seguramente ya veríamos cosas, pero lo importante es tener una especie de análisis hoy para saber cómo ha evolucionado en cinco años; si ha ido o no a peor, porque, de lo contrario, todo es subjetivo. Y realmente, no todo, pero la conducta se puede medir.

Sus programas se han comercializado en 21 países de todo el mundo, muchas instituciones y empresas los han adoptado y han evaluado a 30.000 niños y niñas. ¿Innovadores y con éxito, no?

Sí, es un éxito de la innovación, pero no solo es eso. Innovar no supone solo que las empresas sean innovadoras, supone que los clientes y que las instituciones lo sean también, porque todas las empresas innovadoras pasan siempre por lo que yo llamo la bañera. No haces así (traza una línea en ascenso), ni siquiera así (en horizontal). Primero bajas porque lo primero que debes hacer es desarrollo y después subes, pero por ese desarrollo hay que pasar necesariamente. Y si quieres tener un polo innovador, todo, absolutamente todo, tiene que estar conectado para favorecer esa innovación. Por ejemplo, Donostia tiene un problema para atraer el talento.

Explíquese.

Donostia es carísima. Aunque nosotros pagamos bien, no podemos ofrecer un sueldo como para que una persona con talento venga a Donostia y se pueda pagar un piso. Tiene que buscar un piso compartido. Sí, están Fomento, el Talent House... y se están haciendo cosas, pero algo más hay que hacer, porque si no, no vamos a atraer el talento. Donostia es preciosa, maravillosa, pero el talento se atrae también dando facilidades. La innovación debe estar en todo.

¿Y así se podría pensar en el Silicon Valley vasco?

Sí. ¡Claro que el País Vasco podría ser un polo de innovación! Pero nos lo tenemos que creer y pensar a lo grande. Instituciones, personas, empresas y clientes. En Europa, si no innovamos, vamos mal. Tenemos que generar nuevas ideas, nuevas formas de conocimiento. Esa es la fuerza de producción en la que podemos ser competentes, el conocimiento. Esa es nuestra I+D. Y, además, a la hora de valorar las empresas, se valora lo tangible, pero ¿el intangible? ¿Cuánto vale lo intangible? Yo no tengo un edificio de 20 millones, pero quizá tengo otros valores. Todo tiene que ver. Y creo que la Comisión Europea está haciendo un buen papel aquí. Al menos, lo está moviendo.

¿Cómo es esto de que su empresa sea la única que trabaja en este campo en todo el mundo?

En Estados Unidos hay una larga tradición de evaluación sicológica, que viene sobre todo de las guerras y de la atención a los soldados con heridas y shocks traumáticos. Allí sí hay investigación pero, por lo que sea, las razones serán múltiples, lo que no se les ocurrió es baremar los resultados en amplias poblaciones de gente para tener un sistema estandarizado y que luego esté a disposición de los profesionales en cualquier clínica para hacer una evaluación en quince minutos. En tratamiento sí que se están haciendo muchas cosas porque la realidad virtual está a tope ahí, pero en evaluación, ninguna. Somos los primeros.

El techo de cristal para mujeres en ciencia y tecnología sigue estando ahí y sigue habiendo más sicólogas que ingenieras informáticas...

Es así, hay más sicólogas que informáticas pero, además, al margen de dos o tres excepciones, si buscas las personas más influyentes de la sicología en los últimos cincuenta años, aparecen dos mujeres y setenta hombres. ¿Por qué son ellos los relevantes si hay más mujeres? Algo pasa. Creo que es el tema de la visibilidad. Hay que trabajar mucho con las niñas para que tengan modelos diferentes. Luego que elijan la profesión que quieran; pero es preciso que tengan otras visiones. Necesitamos que las niñas vean a las mujeres en otros papeles, también en tecnología e innovación.

La tecnología se utiliza ya desde edades tempranas. ¿Puede afectar al cerebro?

Se está empezando a tratar como una adicción y no debe hacerse así. Las adicciones se tratan con deshabituación y luego con la extinción. Ocurre que no puedes extinguir la tecnología. No puedes quitar el móvil a tu hijo porque le aislas de todo. La solución es que les enseñemos a autorregularse con la tecnología. ¿Cómo? Con tecnología. Con sistemas que puedan modificar esa adicción. O, simplemente, quizá sea cuestión de tiempo. Pero quitar la tecnología a los niños no sirve más que para crearles más ansiedad.

¿No existe el riesgo de hacernos más tontos?

¡Qué va! Muchísimo más listos. Ojalá hubiésemos tenido antes internet. Ahora bien, hay que gestionarlo. Internet hace que movamos menos unas neuronas pero movemos otras diferentes. Saltas de una cosa a otra, navegas por el conocimiento y encuentras cosas impresionantes a las que no llegarías si no fuera por la tecnología o una casualidad muy remota.

¿Alguna recomendación para mejorar el cerebro?

Es un órgano que se va modificando a lo largo de la vida y con muchísima capacidad para crear nuevas conexiones. Una persona con el mismo deterioro por alzheimer que otra puede ser menos dependiente porque ha hecho muchos más caminos cognitivos durante toda su vida. Cuando hay un ictus y una zona se estropea, otra puede recoger todo ese trabajo. Por eso es tan bueno ejercitar el cerebro. La mejor manera de hacerlo es someterlo a cosas nuevas. Leer libros que no has leído, salir a otro país, aprender otro idioma... Haz cosas diferentes y tu cerebro mejorará.