joseba Eizagirre
MOTOR

Joyas sobre ruedas en el salón RétroMobile

La 42ª edición del salón RétroMobile de París cerró sus puertas el pasado día 12 de febrero después de haberse convertido durante cinco días en la capital mundial del automóvil de colección, con la exposición de más de 500 joyas sobre ruedas y la asistencia de 118.000 visitantes, casi un 8% más que el año pasado.

Los enamorados de los coches antiguos que se dieron cita en el parque de exposiciones de la Puerta de Versalles tuvieron la oportunidad de contemplar ejemplares únicos como el Aston Martin DB5 de James Bond, una completa muestra de los modelos fabricados por el preparador alemán Alpina o los Ferrari más exclusivos, no en vano la edición de este año estaba dedicada a la marca del Cavallino Rampante para conmemorar el 70 aniversario de su creación. En total, se pudieron contemplar ocho tipos de Ferrari, como un 166 Mile Miglia que participó en las 24 horas de Le Mans en 1949, un 500 F2 de Alberto Ascari y varios modelos míticos como un 250 LM, un GT cabriolet, un GT Berlinetta o un 275 GTB.

Además, el salón acogió espacios dedicados a los coches de más de cien años, a los 30 años de los Grupo B de rallies o a los 110 años de diseño de Renault, ilustrado por once vehículos desde el año 1907 hasta el último «concept car» Trezor, pasando por modelos míticos como el Juvaquatre o el R5 Turbo.

Pero si algo caracteriza la muestra RétroMobile es la tradicional y esperada subasta de la casa Artcurial, cuyas ventas han sumado este año un total de 32 millones de euros, aunque sin alcanzar las cifras record del pasado año, cuando un Ferrari 335S Spider Scaglietti de 1957 se vendió por 32 millones de euros. En total, se subastaron 154 ejemplares de todo tipo y época, entre ellos siete que sobrepasaron el millón de euros, como el Ferrari Dino Berlinette Speciale de 1965 –el primer prototipo de Ferrari Dino diseñado por Pininfarina–, que se adjudicó por 4.390.400 euros, una cantidad considerable si bien quedó lejos de la previsión de 8 millones de euros.

Otros modelos que superaron la barrera del millón de euros fueron un Ferrari 166 Spyder Corsa Scaglietti de 1948, adjudicado por 2.960.400 euros, justo por delante de un Lamborghini Miura SV de 1972 (2.338.400 euros). Un Bugatti Type 57 Atalante de 1935 alcanzó los 2.331.200 euros, mientras a cierta distancia quedaban un Talbot Lago T150C de 1936 (1.610.500 euros) o un Porsche 959 Komfort de 1987 (1.130.000 euros). El último automóvil que sobrepasó el millón de euros fue un Mercedes 300 SL de 1961, que se vendió por 1.060.900 euros.

La subasta constituye el fiel reflejo del cada vez mayor interés que suscitan estos coches no solo entre los aficionados de toda la vida, sino también entre los inversores, que confían en ellos como vía para revalorizar su dinero. Algunas fuentes sostienen que hoy por hoy sigue siendo más rentable comprar un buen Ferrari de época que adquirir acciones de la propia compañía.

Además de los automóviles que superaron el millón de euros, también se sacaron a subasta otros modelos como el Renault 5 Turbo con el que Jean Ragnotti ganó el Rally de Corsica en 1982, un Ferrari 166 Spider o modelos más modestos como una furgoneta DKW 800S de 1961 fabricada en Gasteiz. Incluso se pudo pujar por colecciones de renombre al completo, como la afamada Hervé & Martine Ogliastro (descendientes de la dinastía Vuitton), que comprende ocho automóviles, entre ellos un Bugatti 57 Atalante cabrio de 1935 o el Ferrari 166 Spyder Corsa Scaglietti de 1948.

El Aston Martin de James Bond. Otro de los automóviles míticos que reveló sus secretos en el salón RétroMobile fue el Aston Martin DB5 de James Bond, el más famoso de los coches conducidos por el agente 007. «Es el auténtico», aseguraba Eric Le Moine, organizador de la exposición.

El coche contiene todos los accesorios que se popularizaron en las películas, que «funcionan a la perfección», ya que en los años 60 la revolución digital no había llegado para transformar la producción de efectos especiales, explicó Le Moine.

Un agente con licencia para matar «no conduce un coche cualquiera», bromeó mientras mostraba las matrículas intercambiables (francesa, inglesa y suiza), la pantalla antibalas, el lanzamisiles oculto en los faros traseros, el asiento eyectable o los espolones con los que 007 pinchaba las ruedas de sus adversarios.

Curiosamente, la pantalla de geolocalización, precursor del actual GPS, y el teléfono, ambos en el interior del vehículo, fueron considerados los elementos más futuristas en el momento de su estreno.

La ausencia de electrónica en los años 60 hizo que el proceso de creación fuese «extremadamente arduo», explicó Le Moine, ya que obligó a los creadores a diseñar un sistema hidráulico de bombas de aceite que pusiera en marcha los diferentes accesorios.

A cambio de todos estos «extras», el espía británico tuvo que renunciar a un lugar donde guardar su equipaje, ya que es en el maletero donde se halla la maquinaria que permite su funcionamiento.

El objetivo de la exposición era reconocer la obra de Sir David Brown, que adquirió Aston Martin cuando la empresa se hallaba prácticamente en quiebra en 1948 y fue dueño de la misma hasta 1972. Sus iniciales aparecen en los modelos fabricados en ese periodo.

Todos los vehículos, incluido el DB5 de James Bond, fueron aportados por coleccionistas de todo el mundo y no se planean futuras exposiciones en otros salones a lo largo del año.

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