IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Reducción al mínimo

En un solar recibido como herencia de su abuela y con fondos modestos recaudados entre la comunidad local, la arquitecto Marina Tabassum ha creado un lugar elemental para la meditación y la oración. La mezquita Bait Ur Rouf se encuentra en uno de los barrios más densos de Dacca (Bangladesh), en una zona de transición entre la hiperdensidad urbana y la proximidad de lo rural. La edificación se resuelve mediante un prisma rotundo de ladrillo, exquisitamente proporcionado que le otorga al mismo tiempo sobriedad y elegancia. La mezquita Bait Ur Rouf contiene una intrincada geometría y, como las pieles de una cebolla, posee capas de espacio: una sala de oración cuadrada contenida dentro de paredes cilíndricas que, a su vez, están encerradas por una estructura cuadrada de ladrillo de terracota que aporta la austera cara pública al edificio.

El contacto con el suelo está resuelto mediante un zócalo alto de forma trapezoidal. Así, además de evitar las inundaciones frecuentes durante el monzón, proporciona un lugar de reunión apartado de la concurrida calle. Ese espacio inmerso en la calle, pero al mismo tiempo protegido de los coches y peatones, está activo durante todo el día con los niños que juegan y los hombres de edad avanzada que se reúnen a charlar mientras esperan la llamada a la oración.

Sobre ese zócalo inferior se encuentra la mezquita, un cuadrado perfecto de 23 metros de lado y 7,6 metros de alto. Dentro de este cuadrado se delinea un cilindro que contiene el espacio central. A su vez, ese espacio circular se encuentra desplazado a la esquina noroeste de la pared perimetral para crear mediante ese desfase una columnata a modo de recibidor, y el área de ablución, en los lados sur y este respectivamente.

Dentro del cilindro, a su vez un cuadrado más pequeño, de 17 metros de lado pero de 10,6 metros, formaliza el espacio de oración. Mientras el cubo exterior de la mezquita se orienta en función de los edificios colindantes, manteniendo sus alineaciones, el espacio del rezo se orienta según la tradición musulmana. Por este motivo el cubo interior rota 13 grados dentro del cilindro, para alinearse con la qibla que define la dirección hacia la Kaaba, en la ciudad de la Meca y a la que el imán y los orantes deben dirigirse cada vez que realizan sus rezos. Los espacios entre la sala de oración y el cilindro sirven como patios abiertos al cielo para separar el corazón del edificio del resto de usos y de la ciudad. Estos patios permiten respirar al edificio a través de las paredes de ladrillo porosas, manteniendo la sala de oración ventilada y fresca. La luz natural, que se introduce a través de esos patios, es también suficiente para iluminarla durante el día.

Dentro de la cámara de oración, la arquitectura ha creado una delicada interacción de paredes desnudas, texturizadas por el ladrillo rojo artesanal y atravesada por líneas de luz que surgen de pequeñas perforaciones en la cubierta. La interacción de todos estos elementos crea un simbolismo abstracto, casi primitivo, cuando se ven en conjunción las manchas brillantes de luz que se proyectan sobre la superficie desnuda de los suelos en diferentes momentos del día. Este simbolismo abstracto no está diluido por las formas convencionales e icónicas de la arquitectura de una mezquita. En su lugar se estructuran intrincadamente paredes de ladrillo que impregnan la estructura con un aura única de la espiritualidad, que le otorga a lo cotidiano la categoría de extraordinario por el detalle y el cuidado.

Tradicional y moderna. Por este motivo, este edificio se convierte en la mezquita por excelencia, elegante pero elemental, con espacios que son directos, sencillos y robustos, permitiendo que la congregación se reúna en oración entre iguales. El proyecto parece recuperar múltiples fuentes, inspirándose en piezas de la arquitectura tradicional como el patrimonio de las estructuras de ladrillo de terracota del sultanato de Bengala del siglo XV, así como en piezas modernas como el complejo del Capitolio construido por Louis Kahn en Dacca de 1961.

La mezquita reestudia estos ejemplos para, a través de la creación de un espacio interior rico en luz y sombra y que al mismo tiempo posee una robusta sencillez, permitir la reflexión profunda y la contemplación. Esta adhesión del proyecto hacia lo esencial, esta reducción a lo mínimo, tanto en la definición del espacio como en los medios de construcción, es crucial para formular un diseño que entiende que la arquitectura puede elevar el espíritu y además lograrlo.