TERESA MOLERES
SORBURUA

La caléndula y otras flores comestibles

Es primavera, buena época para recoger flores frescas con las que sazonar las comidas, una virtud que tienen algunas especies. La caléndula, por ejemplo, es una planta muy decorativa por sus flores de color naranja o cobrizo, que se cultiva con facilidad y se puede sembrar en cualquier posición, soleada o en semi-sombra, siempre que sea en un suelo con buen drenaje. Se plantan en rocalla, bordes y tiestos.

Los cocineros utilizan esta flor como colorante alimenticio natural y la añaden también para dar un tono amarillo a salsas, cremas y mantequillas. Las hojas jóvenes, las yemas y los pétalos alegran las ensaladas. La caléndula tiene además otras propiedades, puesto que las secreciones de sus raíces ayudan a exterminar los nematodos o larvas del suelo que atacan a verduras y legumbres. Quizás su uso más conocido es que sirve para la fabricación de cremas dermatológicas.

Existen muchas flores para consumo culinario, aunque hay que tener cuidado al recogerlas. Se deben cortar las corolas cuando se acaban de abrir, siempre que no hayan tenido ningún tratamiento químico; lavarlas bajo un chorrito de agua para que queden limpias de polvo o de algún pequeño insecto escondido y después suprimir pistilos y estambres guardando solamente los pétalos. Normalmente resultan mejor las variedades perfumadas, al estilo de rosas y lavandas, porque tienen más sabor. En la huerta, verduras como la rúcula, los rabanitos o las cebolletas destacan por sus flores blancas, y todavía lo hacen más los calabacines por sus flores suaves y grandes.

Según la estación de floración se puede añadir a las ensaladas: margaritas, dientes de león, vincapervincas, dalias, violetas, pensamientos, malvas, claveles, jazmines o lilas, sin olvidar tomillo, basilisco e hinojo, además de las flores de algunos árboles como mimosas y acacias.

Los resultados sorprenden. Aquí van unas sugerencias: una tostada con mantequilla semi salada con flores de borraja por encima y avivada con un poco de zumo de limón recuerda al sabor de las ostras; las clavelinas chinas añaden a los platos gusto a nuez moscada; en lugar de poner en un jarrón las flores grandes de los hemerocalis es mejor comerlas rellenas de queso blanco a las finas hierbas; y la bergamota, de sabor mentolado, acompañará perfectamente los platos dulces y postres.